18

2.3K 260 15
                                    

Valentina parecía perdida en sus pensamientos durante el trayecto de vuelta al hotel, a pesar de que Juliana iba sentada a su lado en la parte de atrás de la limusina, con la cabeza apoyada en su pecho mientras ella le acariciaba el cabello.

Al principio, a Juliana le preocupaba que Valentina se arrepintiera de haberse mostrado tan vulnerable en el museo, pero pronto su silencio la ayudó a relajarse. Miró por la ventanilla con los ojos entornados debido al cansancio, mientras las luces de París pasaban veloces a través del cristal, recordándole con lujo de detalles lo que había sucedido en el salón del museo.

Era imposible que Valentina se arrepintiera de una experiencia tan increíble, ¿o no?
El hotel George V estaba junto a los Campos Elíseos. Decir que era lujoso sería quedarse corto, pensó Juliana mientras seguía a Valentina hacia el ascensor de forja dorada. Se detuvieron frente a la puerta de la habitación, y cuando Valentina la abrió para que entrara ella primero, Juliana tuvo que reprimir una exclamación de sorpresa al encontrarse ante una sala de estar llena de antigüedades y ricas telas, con una chimenea de mármol y varias obras de arte originales de los siglos XVII y XVIII.

—Por aquí —dijo Valentina guiándola hacia un dormitorio digno de la realeza.

—Vaya, es precioso —murmuró Juliana acariciando la ropa de cama de seda y damasco y embebiéndose de cada uno de los detalles de la estancia.

—Este hotel está cerca del lugar donde mañana se celebra la reunión. Me levantaré muy temprano y lo más probable es que cuando te despiertes yo ya me haya ido. No olvides admirar las vistas desde la terraza, te gustarán. Te pediré el desayuno y, si quieres, puedes tomártelo fuera. Pareces cansada.

A Juliana le sorprendió el cambio brusco de tema.

—Supongo que lo estoy. Ha sido un día muy largo. Todo parece tan... irreal. —Lo cierto es que se sentía una persona distinta a la que había abierto la puerta de casa a Valentina por la mañana, distinta incluso a la que había entrado en el Museo de Saint Germain aquella misma noche.

Era como si, de alguna forma, hacer el amor con Valentina la hubiera cambiado.

La miró fijamente con gesto nervioso, sin saber muy bien qué hacer.

—¿Por qué no te preparas para meterte en la cama? —dijo Valentina señalando hacia la puerta del lavabo—. Jacob ha subido nuestras cosas mientras estábamos cenando. Tu bolsa está ahí.

—¿No prefieres entrar tú antes? —preguntó Juliana.

—Usaré el lavabo de la otra suite.

—¿Hay otra suite?
Valentina asintió.

—Es donde suele dormir Jacob.

—¿Y hoy no?

—No —respondió ella mirándola— esta vez no. No quiero interrupciones.

Juliana sintió que se le aceleraba el pulso mientras se dirigía al lavabo. Una vez allí, se quitó el vestido, el sujetador y las joyas; las palabras de Valentina seguían resonando en su cabeza.
Se miró en el espejo y descubrió qué era lo que Valentina había estado observando antes con tanto detenimiento: tenía la piel de la cara pálida en comparación con el intenso rojo de los labios, y los ojos parecían extrañamente grandes por encima de las sombras que se extendían debajo de ellos. Quería ducharse, pero estaba tan exhausta que no sabía si le quedaban fuerzas para hacerlo. Al final se lavó como pudo en el lavamanos y se cepilló los dientes.

Cuando desvió la mirada hacia su mochila, que descansaba en un cojín dorado sobre un taburete, experimentó una creciente sensación de pánico. Parecía tan fuera de lugar rodeada de tanto lujo...

Mine complètement - Juliantina TERMINADAWhere stories live. Discover now