(5) ✟ Deseos inesperados ✟

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ADVERTENCIA DE CONTENIDO +18

Este capítulo estará dividido en dos partes y contará con dos voces narrativas. Los primeros sucesos serán narrados por Blair. La segunda parte, en cambio, la leeremos desde el punto de vista de un narrador omnisciente.

Olvidar es saludable, Blair

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Olvidar es saludable, Blair.

Suéltalo. Ya déjalo ir.

Una y otra vez se repitió la misma historia.

Contraria a aquellas almas que siempre desearon tener presentes sus memorias y no abandonarlas jamás, estuve yo. Mi mente era un abismo. Uno oscuro, completamente lleno de monstruosidades que me hundían, que acababan conmigo. Cada segundo, cada minuto de cada hora. Todo estaba almacenado de forma perpetua en mi cabeza, ultimando mi vida y mi espíritu. Destruyéndome. Y lo odiaba. Lo odiaba perpetuamente porque era mi maldición.

Quizá debido a eso fue el impacto. Tanto tiempo lamentando no poder olvidar, ser incapaz de librarme del dolor, deseando que muriera aquella parte de mí. No me sirvió. Los sucesos pasados, las memorias, los recuerdos, se volvieron nada. Porque ni en un millón de años pude prever la escena que se encontraba oculta en la oscuridad de mi interior. Nunca imaginé, siquiera, lo que esperaba por mí cuando pude abrir los ojos.

Me recibió un escenario extraño, particular, demasiado propenso a pensamientos e ideas negativas. Estaba en una recámara enorme, rodeada de altas paredes que relucían un color rojo magenta. Detrás de mí, entreabierta, se encontraba una puerta que casi parecía perderse entre la intensidad de los muros, debido a su inquietante similitud. Daba a un armario repleto de ropas blancas, sin excepción. No negro, ni rosa u azul. Únicamente blanco. Casi pensé que los ambientes no cuadraban: la habitación, por un lado, parecía estar sumida en sangre y oscuridad; mientras el armario portaba una tranquilidad inverosímil.

Sin embargo, aunque extraña, esa no fue la peor parte. Cuando tomé asiento en la cama tratando de calmar los nervios que me consumían, mis ojos captaron algo. Arriba, en el techo... ¡Oh, Dios! ¿Cómo podía ser posible una atrocidad de ese tipo? Me levanté de golpe, con el corazón latiendo a una velocidad casi inhumana dentro de mi pecho. ¿Qué ocurría? ¿Cómo había pasado? Nunca lo vi venir. Nunca. Mis ojos se humedecieron, un nudo amortiguador se adueñó de mi garganta. Pero mi grito, el que tantas ganas tenía de soltar, se vio interrumpido cuando alguien más entró a la habitación.

Observé aquel punto atemorizada. Quizá era él. Pero he aquí el problema: yo no quería verlo nunca más. Su imagen, la expresión de fascinación que tomó su rostro cuando asesinó a esos hombres no abandonaba mi mente ni un instante. Estaba ahí, siempre. Torturándome, haciéndome apretar los puños con fuerza y preguntándome si la próxima en morir sería yo.

—Veo que ya tuviste la oportunidad de contemplar el espectáculo principal —comentó una voz femenina.

Levanté la vista, encontrándome con una chica escuálida que me observaba desde la otra esquina de la habitación. Casi daba la impresión de que podría caerse en cualquier momento debido a la fragilidad de su postura. Sin embargo, lo que más llamaba la atención de su persona no era ese rasgo. Fueron sus ojos, una vívida llama verde que adornaba su mirada con elegancia.

Evilmord ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora