(4) ✟ Eventi crudeli ✟

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"¿Soy el villano de tu historia?"

"¿Soy el villano de tu historia?"

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Odiaba los veranos.

Me daba pesar el imaginar únicamente al sol iluminando mi rostro con rudeza, o a los niños paseando en sus bicicletas mientras yo sólo observaba desde mi ventana todo lo que podía hacer, todo lo que estaba a mi alcance. Si tan sólo... si tan sólo nada. No había ocurrido y no iba a ocurrir, tenía que resignarme y olvidar.

Pero ese olor, ese hedor. Esa peste me transmitía recuerdos que no quería tener, imágenes que pensé haber arrancado de mi mente al igual que mi orden arrancó la vida del cuerpo que se encontraba inerte frente a mí.

Oh, los inviernos. Tan fríos, tan tristes. La imagen de una pequeña niña pecosa escondida en el armario llegó a mi mente. Pobrecita, tan pequeña, tan asustada, tan tonta. Traté de reprimirlo, pero era demasiado. Debía... ¡Tenía que dejarlo salir! No había otra opción. O lo abandonaba, o me hundía con él. Con las desilusiones, con la desesperanza, con los recuerdos.

Mamá, no me dejes sola. Hay un monstruo en el armario, quiere comerme y sólo está esperando a que tú te vayas...

Mi madre sacudió suavemente sus piernas, tratando de hacer que soltara el agarre que mantenía sobre ellas, pero no funcionó.

—Blair —me regañó—. No hay nada ahí, mira.

Se movió hasta el armario, abriendo la puerta de par en par. Estaba vacío.

—No existe tal cosa como los monstruos que se esconden debajo de la cama o dentro del armario, mi amor —sonrió, acariciando una de mis mejillas con suavidad—. Si hay monstruos a los que debes temerle, son a los que nos rodean cada día, a los verdaderos crueles y perversos. A los humanos.

No entendí nada de lo que había dicho en ese momento. De hecho, seguía sin hacerlo del todo aún. Pero si algo podía asegurar, era que mi madre nunca se equivocaba. Ella siempre dijo que en algún momento conocería al monstruo que estaría atado a mi vida, que me destruiría. Dirijo la mirada a mi izquierda, encontrándome con el chico que observa con una sonrisa de fascinación el cadáver postrado en el piso.

Es él, Blair.

Niego, negándome a caer de nuevo. Negándome a dejar a un lado mi vida, mis sentimientos, mis principios.

Él es nuestro verdugo.

—¿Qué hice? —pregunto a la nada, en un susurro. Por fuera tan calmada, por dentro una tormenta con relámpagos y huracanes destruyendo cada parte de mi ser.

—¿Qué hice yo? —respondió el chico a mi lado. Lo observé confundida—. A lo que acaba de pasar, supongo te refieres. Tú no hiciste nada. Yo jalé el gatillo, yo lo asesiné, no cargues con pesos que no son tuyos.

Evilmord ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora