El Gwishin del baño

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Hace muchos años, en un colegio de Corea, ocurrió algo terrible. El conserje de la institución entraba en los baños para asegurarse de que todo estaba en orden. La escuela había cerrado hace horas y solo quedaba el personal de limpieza. Fue entonces cuando descubrió, en el último cubículo de la habitación, el cuerpo sin vida de la mujer encargada de limpiar aquel lugar.

La escena era horrible. Toda ella estaba bañada en sangre, tenía marcas de mordidas por todas partes y le faltaban trozos de la cara; como si alguien, o más bien algo, hubiese tratado de devorarla.

Aterrado, el conserje llamó a las autoridades y no tardó en llevarse a cabo una investigación sobre el asesinato. No obstante jamás pudieron ocultar al culpable.

Con el paso del tiempo, aquel crimen se convirtió en una leyenda entre los alumnos del colegio. Los mayores la contaban para asustar a los más jóvenes, y ya no se sabía que era verdad y que no…

Taeyang entró en el baño vacío del tercer piso, aprovechando que el resto del alumnado estaba entretenido con el festival escolar. Hace un rato que había estado hablando con sus amigos sobre el Gwishin (fantasma o espíritu) que supuestamente aparecía en los baños. Envalentonado por las burlas de sus colegas, el muchacho decidió averiguar por si mismo si las leyendas eran ciertas.

Primero se aseguró de estar completamente solo. Luego, le echó el cerrojo a la puerta. Fue hasta el último cubículo, se encerró y esbozó una sonrisa burlona.

Toc, toc.

Taeyang se sobresaltó al escuchar que alguien tocaba a la puerta del cubículo. «Eso es imposible», pensó, «si hace un segundo comprobé que no había nadie, y eché el cerrojo…»

Toc, toc. De nuevo un par de golpes.

—¿Quién es? —preguntó Taeyang con nerviosismo.

Toc, toc.

—¿Quién es? —repitió él, temblando.

Toc, toc.

—¡¿Quién demonios es?! — Taeyang miró por debajo de la portezuela del cubículo… y se quedó helado al no ver los pies de nadie al otro lado. Sin embargo seguían tocando…

Asustado, el chico abrió la puerta y se encontró con el rostro ensangrentado y deforme de una mujer, que flotaba sin piernas frente a él. El espectro se arrojó sobre Taeyang con un grito agudo cuando él intentó escapar. El muchacho gritó.

Lo encontraron inconsciente, tendido en el suelo y con la pierna ensangrentada. Nadie le había creído la historia tan espeluznante que contó tiempo después, de no ser por la marca de unos dientes humanos que mostraba en su pierna herida.

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