Sem'

1.1K 161 25
                                    


Cuando estuvo desocupado y alejado de Jack Crawford, inclusive de la molesta Freddy Lounds, que le intentó entrevistar junto a Beverly al salir de la estación a su hora de colación. Sacando su teléfono le manda un mensaje a Hannibal, le habían picado las manos desde que había recibido sus lirios y no paraba de mirarlas durante toda la tarde.

«Recibí tus flores, son hermosas y para no ser romántico, eres muy dulce. Gracias.»

Esa noche, cuando había terminado su turno se encontraba totalmente exhausto, tanto por el papeleo como por su mal dormir, el caso lo tuvo mal, pero aclarar su cabeza con su pareja, le hizo bien. Cuando salió de la estación este tembló ligeramente cuando siente un abrigo sobre sus hombros apartándose vio a Hannibal, este le sonrió.

—Hannibal. —Sonrió gustoso para volver a acercarse al hombre.

—Ven déjame ayudarte. —el médico lo ayudó a colocarse su abrigo, para luego besarle la sien.

Pero, ambos se encontraban en su burbuja sin percatarse de que en la ventana y en la puerta de la comisaría se encontraban todos los colegas de Will mirando a ambos hombres, cuando vieron a Hannibal besar a William, aplaudieron, vitorearon e incluso saltaron de alegría. El joven oficial giró su rostro para verlos y darles señales de aprobación, otros pagaban apuestas hasta que apareció Beverly con la escoba para corretear a los chicos entre risas.

El rostro de Will se sonrojó a más no poder, hasta las orejas se encontraban rojas y no era por el frío, era el ser consciente que todos en su trabajo sabían que él era homosexual o que podía tener algún tipo de relación íntima con su médico, pero por dentro, algo muy pequeño se dio cuenta que ya no debía temer... porque, nadie lo miraba raro.

(...)

Esa tarde, Will tuvo que lidiar con estar sentado y contestar llamadas puesto a que justamente enfermó su colega de ese turno, como no había nadie más dispuesto, Jack lo mandó; muchas de ellas fueron bromas de adolescentes aburridos y ociosos... después por la noche tuvo que salir a patrullar con Beverly, lidiando con borrachos en bares y después atendiendo una llamada de pelea doméstica.

Para cuando terminó esa mañana Will se dirigió a la casa de Hannibal, en los casos que le tocaba las noches se iba a dormir al hogar del mayor para luego volver a la estación por la tarde, Hannibal amablemente con Mischa cuidaban a sus perros por él, ya que Will llegaba demasiado estresado en especial en los turno nocturnos.

Cuando llamó a la puerta fue demasiado fuerte cuando llegó y se quitó las gafas de la cara para frotarse los ojos. No levantó la vista de inmediato cuando Hannibal le abrió la puerta.

—Parece que tuviste una noche difícil.

—Hmm. —fue todo lo que Will emitió, antes de acercarse.

Hannibal lo atrajo hacia la entrada y lo abrazó. El joven sentía aquellos brazos cálidos y seguros. Will todavía estaba tenso, pero ya estaba empezando a sentirse un poco mejor.

Después de que Hannibal le sirvió la cena, se sentaron los tres, Mischa le relató cómo se habían comportado los perros y que estuvieron muy felices cuando ella les llevó golosinas, ella aclaró que eran naturales y no artificiales, que en su misma clínica veterinaria donde ella estaba haciendo la práctica profesional los recomendaban y que no debía pagarle ya que ella disfrutaba mucho de mimar a Buster y Pepita.

Esto sacó una sonrisa muy cansada de Will, para cuando terminaron de comer éste comenzó a cabecear mientras estaban reposando, es entonces que Hannibal lo llevó a su cuarto para que durmiera. Él siempre llevaba el uniforme de Will y lo planchaba para que estuviera limpio para el otro día.

La Danza Del Diablo - HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora