La resistencia

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Contenido +18. Se recomienda discreción

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―Así, muy bien. Me envuelves a la perfección.

Mellea jadeó y se arqueó sobre las sábanas suaves. Instintivamente estiró los brazos, pero no logró soltarse de las corbatas de seda que amarraban sus muñecas. Edward continuó con los envites profundos, haciéndola sentir esa deliciosa sensación de debilidad provocada por el deseo.

Ella intentó apretarlo entre sus muslos, pero sus tobillos amarrados a los extremos de la cama se lo impidieron. El vampiro la levantó de las nalgas, apretándola contra él, mientras seguía llenándola con movimientos certeros.

―Edward ―gimió sin poder contenerse.

Al tener los ojos cubiertos, todos sus sentidos estaban enfocados en el fuego que él extendía por su piel al acariciarla, besarla o rozarla.

―Lo haces muy bien, cielo ―indicó su marido con la voz rasposa―. Creo que nunca te había sentido tan caliente. Estás toda ruborizada y húmeda. Ningún otro amante en el mundo podría estar más complacido que yo en este momento.

Mellea sintió que el clítoris latió con fuerza y apretó sus paredes internas alrededor del miembro erecto que estaba volviéndola loca de placer. Lo sentía tan profundo.

Edward gruñó y lo sintió ponerse rígido en su interior. Él había alcanzado el orgasmo y ella quiso gritar porque también había deseado caer por el mismo precipicio. Pero no lo hizo, su marido debía darle la orden para que obtuviera su liberación.

El vampiro se tendió sobre su cuerpo por un momento demasiado corto para lo que Mellea necesitaba. La dejó temblando, sin permitirle disfrutar del peso del cuerpo masculino sobre el suyo. Edward abandonó su interior y se apartó.

Mellea usó toda su fuerza de voluntad para no moverse. Estaba segura de que le faltaba poco para arder en llamas. Su cuerpo estaba inflamado de deseo y estaba a nada de comenzar a suplicar.

―Ya estoy contigo, Mel ―indicó Edward cerca de su oído.

―Por favor...

―Pronto, cielo ―dijo su marido ubicándose entre sus piernas. 

―Te necesito.

―Me ocuparé de tu placer, mi bella esposa. En realidad, no se suponía que yo fuera a...

―No me importa ―lo interrumpió ella―. Me encanta cuando pierdes el control. Me hace sentir poderosa.

Edward la besó con suavidad y ella se arqueó, esperando sentir la piel fría. Los labios fríos bajaron por la curva de su garganta y luego le delineó el hueso de la clavícula con la lengua.

―Eres exquisita ―murmuró contra su piel―. Tan sensual, tan cálida y tan mía.

Edward le sostuvo los senos en las manos, los apretó y luego ella sintió la boca húmeda y fría engullir uno de sus pezones. El otro lo apretó entre sus dedos pulgar e índice. Un oleaje abrasador bajó de sus senos a su clítoris.

EDWARD  《Fanfic Crepúsculo +18》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora