00 - epílogo

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Pasó mucho tiempo para que yo decidiera volver.

El tiempo suficiente para que una flor se marchitara y de apoco muriera, también el suficiente para que una semilla brotará y se extendiera hasta el cielo.

Tenía en manos un título universitario, tenía un nuevo pez y un lugar dónde vivir, tenía amigos y tenía a mi familia de nuevo. Tenía una vida por vivir. Lo tenía todo, sólo me faltaba Jungeun.

Gowon jamás estuvo de acuerdo con que me fuera, pero no pudo hacer más que respetar mi decisión. A nadie más que a mi dolía mi egoísmo.

Pero regresé, regresé a tocar la puerta de nuevo, imaginando la sonrisa de Jungeun, y sus ojos iluminados cuando le mostrará los libros que le traía para leer juntas aún cuando yo ya los había leído, cuando viera cuánto crecí y cambié, cuando viera que había ido a cumplir parte de mi vida, a reparar todo, aunque ella no comprendiera nada de eso.

"Volviste..."— Gowon suspiró con suavidad y sorpresa, viéndome de pie frente a ella. Le sonreí.

—"Vine por Jungeun"— entonces su rostro se desfiguró en una mueca de suma tristeza. No comprendí, pero murmuró mi nombre con mucho pesar.

Jungeun había tenido severas crisis los días posteriores a cuando me fui. Golpeaba a Gowon, gritaba y lloraba por cualquier mínimo cambio.

A las semanas había dejado de comer y Gowon no podía convencerla, no quería nada, algunas veces tomaba agua, pero siempre terminaba con el estómago vacío.

A los meses, Gowon pensó en llamarme porque no sabía que hacer, pero se negó, diciendo que eso sería egoísta de su parte y de Jungeun, porque sólo quería tenerme ahí, con ella, como si yo no tuviera una vida que vivir.

Lo llevó al doctor en varias ocasiones, estuvo siendo alimentado en su contra, y tenía terapias con un especialista. No hablaba nada, no aportaba nada, no quería nada. Estaba sumido en una tristeza enorme. Y no podía salir. Quizá ella quería, pero no podía hacerlo.

Meses después, Gowon estaba por darse por vencida. Estaría a punto de tomar el teléfono y llamarme, estaría a punto de sacarle la visa a Jungeun, pero no lo hizo...Porque sería injusto que yo detuviera mi vida por Jungeun.

Y una mañana entonces, después de que decidiera no llamarme, entró a ver cómo estaba y se encontró con un corazón sin latidos.

"Jungeun murió..."— Gowon lloraba mucho—"No lo cuide bien, por favor perdóname..."— se desplomó a mis pies.

¿Era posible morir, entonces, de tristeza? ¿De soledad? ¿De ahogarse en su mente, en su interior?

¿Era yo la cumplable de su muerte por ser tan egoísta?

Su cuerpo débil no resistió más. Supongo que vivía con la esperanza de que regresaría a verla en la noche o de que su mamá la levantaría y le diría que lo quería mucho a pesar de todo su sufrimiento. Pero nada de eso pasó. Llegué muy tarde.

Tras la muerte uno siempre espera que algo aún se mueva, pero no somos más que huesos y músculos, nada más.

Su libro decía que el reloj de su corazón, la aguja pequeña ya nunca volvería a subir hasta las doce.

—"Jungeun...¿Y qué puedes decirme ahora que siempre es de noche para ti? Dime, ¿Te sientes mejor? Dime, ¿Es ligero como una burbuja eso de dejar sin más tu cuerpo ahí, igual que una prenda estropeada que ya no puedes ponerte? Se acabó ese peso que aplastaba tu sonrisa, que aplastaba tu vientre. ¿Pudiste escapar? Con tu sonrisa doblada y guardada en el bolsillo ahora que siempre es de noche para ti."—cité , de nuevo lo que decía su libro favorito.

Sentí un gran dolor en mi corazón, en mi mente, en todo mi cuerpo. Fue un terremoto devastador que llegó Cómo sangre en las venas hasta mi corazón.

El dolor era mi sangre corriendo por mis venas, bombeando por el nítido recuerdo del amor de Jungeun.

¿Ella estaría mejor?

Ella seguramente se libró de mucho dolor, ella quizás recuperó su cuaderno, ella quizás leyó muchos libros y dibujó mi rostro miles de veces, ella dejó de esconderse en el cubículo de baño. Ella se fue para siempre.

Nadie más que ella merecía esa sensación de bienestar, nadie más que ella merecía sentir calma y dejar de sufrir, nadie más que ella merecía ser feliz, nadie más que ella tenía los latidos de mi corazón.

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*referencia: el libro del que habló anteriormente es: "La alargada sombra del amor" de Mathias Malzieu.

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