Querido profesor.

812 26 29
                                    

No eras como las otras chicas. No. Tu a donde fueras irradiabas inocencia y tranquilidad. Cuando llego a trabajar como profesor en tu universidad, lo primero que penso al verte fue que serías una muy buena aprendiz, y quedo más convencido al ver lo disciplinada cuando realizaba tus prácticas. Por eso no dudo en seducirte, sabía que era una manera de manipularte para que le obedecieras en todo, estando tu enamorada de él, harías todo para estar a su lado. Así que sin tu saberlo, te fue enseñando como realizar diferentes tipos de virus, a como hacerlos reaccionar con el organismo, a hacer que la cepa evolucionará para que fueran más poderosos. Quedaste maravillada con ese nuevo mundo, y tus conocimientos sobre la genética facilitaron bastante las cosas. Te enseño todo lo que sabía

Y consiguió su objetivo, te enamoro tal grado que estabas dispuesta a dar tu vida por el. No sólo utilizo tu inteligencia y tu capacidad en el laboratorio, si no que fuiste su objeto sexual durante 2 años. El fue el primero en tu vida, y aunque al principio fue dulce y todo un caballero, poco a poco fue comportándose más "animal", poniendo por delante su placer y siendo siempre el quien mandaba en la cama. Su relación había cambiado, al igual que él. Lo reflexionaste y llegaste a la conclusión de que ese egoísta jamás cambio, siempre fue así. Te alejo de todo lo que te hacía feliz, de tu familia y de tus amigos. Pero no podías dejarlo, lo amabas con todo tu corazón.

El día que menos lo esperaste Albert desapareció, no sabías a dónde había ido ni con quién. Había renunciado a la universidad y a su trabajo en los STARS, así que no hubo manera de contactarlo.

Quedaste destrozada, pero la decepción te motivó a trabajar más con todo el material que el rubio te dejó para mejorar virus y hacer armas biológicas. No fue difícil.

En poco tiempo tus productos eran muy demandados en el mercado. Llegaron a ser considerados los mejores. Te alejaste completamente de tu familia y amigos para poder seguir con tus negocios tranquilamente y que ellos nos fuesen afectados. Fueron años de soledad, y lo único que hacías era pensar en ese estupido. Te odiabas por eso.

Habían pasado 10 años, desde la última vez que estuviste con el. Te habías convertido en toda una mujer que derrochaba sensualidad y seguridad, en especial con ese sexy vestido de lentejuelas dorado que resaltaba tus atributos. Tenias una fiesta, todos los terroristas más importantes estarían ahí, y por primera vez darías a conocer tu identidad, la cual habías mantenido en el anonimato.

Llegaste al sitio de la fiesta, un lugar demasiado lujoso , grande y bonito. La gente que estaba ahí lucían prendas caras, disfrutaban del mejor vino que el dinero podía darles. La arrogancia y el complejo de superioridad eran reflejados en sus caras. Te sentaste en tu mesa asignada y comiste los  alimentos que se te sirvieron. Hombres y mujeres hablado de si sus productos eran los mejores, o de como habían causado ciertos ataques como si fuera de lo más normal. El ambiente no era bueno, estabas tan aburrida que pensaste en la posibilidad de ir a casa, pero uno de los anfitriones indicó que se pondría música para bailar, así que esperaste un poco más.

– Lo hiciste bien pequeña, lograste ponerte casi a mi altura– abriste los ojos de par en par.

Te levantaste de tu lugar y lo miraste a los ojos. Tus lágrimas comenzaron a brotar, al parecer seguías siendo la misma adolescente que sufría por los malos tratos de Wesker.

– ¿Ahora no hablas?– se acerco que ti, pensando que te lanzarías a sus brazos, pero lo único que recibió fue una cachetada de tu parte, captando la atención de todos.

– ¡ERES UN CABRON! ¿¡POR QUE TE FUISTE?! ¿¡TIENES IDEA DE LO QUE PASE?!

Lo quisiste golpear de nuevo, pero antes de que siguieras dando un show, te jalo del brazo y te llevo hacia su auto, ignorando las miradas de los demás y a las personas que le decían que te dejara de agredir. Te obligo a subirte y así lo hiciste. Manejo hasta una parte completamente sola de la ciudad.

– Estás bastante cambiada, te desarrollaste muy bien– hablo apagando el auto.

Claro que estarías cambiada, habían pasado varios años.

– Regresame a la fiesta porfavor, ahí se quedo mi auto y tengo que recogerlo, además ya debo irme a casa.

– ¿Sigues bajo las órdenes de tus papas? Que decepción.

– En primer lugar a mis papas los respetas, ellos fueron los únicos que se dieron cuenta que tu no me convenías en nada y yo de idiota ignore sus consejos, y en segundo lugar, simplemente quiero irme por que no quiero verte, ¿ya?

– ¿Estas segura? ¿Tanto odio me tienes?

¿Era eso? ¿Odio? O simplemente era el rencor por haberte abandonado de una manera tan terrible.

– Mira Albert, por favor, de la manera más atenta te pido que me regreses a la fiesta, no quiero tener nada que ver contigo.

Estabas con una postura seria, o eso tratabas, ya que al quitarse los lentes, pudiste apreciar de nuevo esos ojos azules que te volvían vulnerable a caer de nuevo en sus garras, además, ahora tenía una mirada salvaje y maligna, similar a la de un felino. Jamás entendiste como incluso cuando era de noche podía ver con lentes oscuros.

– Eres muy rencorosa– acerco su mano a tu pierna muy comenzó a recorrerla– me encanta la nueva tú.

Tu piel se erizo por el contacto con las manos de Wesker. Aún tenía poder sobre ti.

– Albert... por... por favor– con tan poco te estaba volviendo loca.

El solo siguió tocando tus piernas, hasta que en un descuido te tomó por sorpresa, plantando un beso que desde el principio fue salvaje, maniobrando para tratar de ponerte encima de él, y lo logró, en segundos estaban besándose euforicamente. De nuevo te estaba haciendo suya y se sentiste muy torpe por no poner resistencia alguna. Los vidrios empañados eran la prueba perfecta de que ambos disfrutaban del momento. Los toques indecentes de Wesker te regresaron a la época en la que creías que te amaba y que jamás te abandonaría. En medio del acto, Albert decidió preguntar:

– ¿Aún me amas?– dijo con su voz agitada.

– Si...– respondiste sin dudarlo, aferrándote a su cuello.

Albert solo sonrió y realizó movimientos que te llevaron a tu éxtasis en poco tiempo, unos segundos después el también terminó. Recargaste tu frente en la suya y le robaste un pequeño beso, luego te pasaste al asiento del copiloto.

– Eso fue muy bueno, ya no eres una niña.

– Que bueno que te queda claro.

Él solo sonrió y prendió el automóvil. Te sentías tan cansada que no te diste cuenta cuando te quedaste dormida.

A la mañana siguiente amaneciste ya en tu cama, no entendiste que había pasado ni como habías llegado ahí, tu último recuerdo era cuando Wesker encendía su coche. Tardaste algunos minutos en caer en cuenta que de nuevo te había abandonado, todo lo que había pasado el día anterior había sido una locura, volvió a tenerte sin siquiera esforzarse y una pequeña parte de ti creyó que tal vez lo hacía por que se habia dado cuenta de que te amaba y quería regresar a ti, pero no, solo lo hizo por tener una noche de pasión con la mujer que hace tantos años lo queria.

No dejaste que te afectara como la vez anterior, aunque tu orgullo estaba herido por haberle dicho que aún lo amabas; probablemente ahora estaría riéndose de ti.

Todo estaba bien hasta que comenzaste con mareos y vómito. Tu mente trató de bloquear pensamientos que indicaran que era un posible embarazo, pero recordaste que en ningún momento te paso por la cabeza usar protección para estar con Albert y lo último que querías era tener un hijo suyo, así que decidiste comprar una prueba de embarazo y salir de dudas. Hiciste la prueba y te decepcionaste completamente de tu ineptitud por pensar que nada pasaría, y más por el resultado de la prueba.

Positivo...

One Shots (Resident Evil)Where stories live. Discover now