El elegido

912 60 9
                                    

La hermosura de los vastos campos de Hyrule parecía haber quedado sólo en las memorias de los soldados del reino, pues ahora se enfrentaban a un escenario distinto, frío y áspero como las dudas que los embargaban.

Link, el Ministro Yago y los soldados de Hyrule llegaron al reino de Demisia, después de varias y pesadas semanas de viaje. Todos se encontraban muy cansados, sobre todo porque habían arribado las tierras en la noche.

- Ministro Yago, nunca había escuchado hablar de este reino. – dijo Link, confundido.

- Eso es normal, pues eres demasiado joven. Este supuesto reino tiene pocos años...

- ¿Supuesto? – preguntó el caballero, más confundido.

El origen de aquel sitio, hasta para los más veteranos, era un verdadero misterio. Hace más de dos décadas no eran más que tierras secas a las afueras de un desierto anónimo, pero ahora era un reino que, aunque sencillo, gozaba de cierta prosperidad. Su origen se dio gracias a la llegada de un misterioso y potentado hombre; prepotente y altivo, pero que con su infinita fortuna construyó el pueblo, creo plazas de trabajo y hogares comunitarios. Su economía ayudó a prosperar a aquellas tierras de nadie para convertirlas en un pequeño imperio. Su personalidad déspota y dictadora le hizo autoproclamarse rey de todo, y las personas a su cargo terminaron por aceptarlo a cambio de sus favores. Fue en ese momento en que Demisia, como fue bautizado, comenzó su existencia.

- Galen es el nombre de aquel que se autodenominó rey de Demisia. Se rumora que su gran fortuna la obtuvo por negocios... poco serios. – dijo Yago, incómodo. – Y es por eso que cuando nos reunamos con él debemos ser cuidadosos al hablar.

- Vaya relato, un reino y gobernante clandestino. Le será muy difícil hablar con ese hombre si es tan creído y déspota. – dijo Link, sorprendido.

- Nos será difícil, pues tú me vas a acompañar.

- ¿Yo?

- Si, pues eres en quien más confío. – admitió el Ministro. – Irás como representante de nuestro ejército, ya que Impa no vino. Necesito que vean que no somos ningunos novatos, que investigaremos lo extraños sucesos que suceden en nuestro reino y que se relacionan con Demisia.

- Podrían tomarlo a mal y sentirse amenazados. – dijo Link, preocupado. – Lo tomarían como una declaración de ataque.

- No, pues nuestra estrategia es ponernos a las órdenes. Propondremos proteger su reino mientras investigamos y reclutar y entrenar a hombres de la zona. – dijo el hombre. – Demisia no posee un vasto ejército, entonces nosotros le seremos de gran ayuda.

- En ese caso lo tomarán como un gesto de nobleza, pues no llegamos con las manos vacías a visitarlo.

- ¿Ves por qué quiero que me acompañes? Nos entendemos.

Yago no comprendía por qué confiaba tanto en el joven, pero le transmitía una seguridad que no había sentido por alguien desde hace mucho tiempo, como una complicidad y compañerismo que jamás iba a fallarle. Lo sentía tan familiar.

Los recién llegados analizaron con detenimiento el reino, notando que no tenía nada que ver con Hyrule. Los habitantes del pueblo brillaban por su ausencia; negocios cerrados y las luces apagadas en todas las casas. Era un pueblo fantasmal y tétrico. Que esté cerca del desierto no ayudaba mucho, pues por la hora el frío comenzaba a calar los huesos.

Los Hylianos siguieron con su camino hasta que llegaron a las puertas del palacio de Demisia. Una gran estructura con pisos y torres irregulares, coloreada con la noche y grandes antorchas iluminado el ébano ambiental. Los soldados que lo resguardaban se encontraban ubicados en cada punto estratégico para protegerlo, o más bien cuidar a su líder.

El deber del corazónWhere stories live. Discover now