Capítulo 28

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El golpe de la caída había impactado directamente en los pies de Hermione. Tan rápido como un parpadeo el dolor corrió por todo su cuerpo dejandola sin aliento sobre el cesped. Cuando pensó que  ya era prudente levantarse, descubrió  que había una zona que le dolía mucho más que otras. Trató de ponerse de pie, pero de inmediato su pierna derecha se inchó de dolor y comenzó a llorar.

Levantó su vestido para ver que le había pasado su tobillo estaba hinchado, probablemente se había roto el pie. Trataba de morderse la lengua para no gritar de dolor, cualquiera podía escucharla, se ayudó de la pared para ponerse de pie y caminaba arrastrando el tobillo derecho tratando de no lastimarse más.

El relinchar del caballo se escuchó más cerca esta vez y se acercó al bosque tanto como pudo. Desde su posición podía ver a los invitados de la fiesta, pero por ningun lado podía ver a Theodore o algún guardia.

El caballo era de los mas grandes que había visto y las pocas veces que había montado no iban a ayudarla para nada en aquella situación. Fue casi imposible subir usando un vestido de novia y con el pie roto, pero si quería salir de ahí tenía que esforzarse. Miró una vez más a la fiesta y tomó las riendas del caballo para hacerlo correr.

Corrió sin dirección y con mucho miedo durante dos minutos, tenía que buscar aquella Iglesia. Había estado ahí muchas veces pero jamás había ido a caballo y por el bosque. Iba a ser más dificil de lo que pensó.

Entre el silencio del bosque, le parecía oír algunos gritos lejanos y mantuvo silencio un momento para comprobar que así era. Pero no eran gritos que pedían por ayuda, parecía una horda de caballos que corrían coordinados y cada vez estaban mas cerca.

-¡Debió irse por acá!- gritó un hombre.

Hermione tomó al caballo de nuevo y volvió a correrlo. Le costaba ver por donde iba y también tenía miedo de caer o chocar con un árbol, pero no dejó de correr.

-¡ALLÁ SEÑOR, LA VI!- Hermione entró en pánico. La estaban siguiendo a ella. Lo peor de todo era que no sabía donde estaba la bendita iglesia ni que camino debía tomar. Los caballos cada vez se escuchaban mas cerca y se le estaba acabando la suerte.

Frente a ella aparecieron dos caminos, pero decidió que debía tomar la vereda del bosque en vez de tierra firme para continuar, era más difícil que la vieran a través de los árboles.

Toda la horda de caballos pasó a un lado de ella pero en la dirección contraria, al parecer había funcionado y ya no estaban siguiendola.

Pasados al menos 10 minutos más, no muy lejos estaba la iglesia que había dicho Ginny, cabalgó tan rapido como ella podía hasta llegar a ella. Ginny estaba sobre otro caballo blanco lista para tomar la carrera.

-Pensé que no lo lograría señorita- sus manos tocaban su pecho, era muy claro que sentía alivio de verla.

-Por un momento yo también pensé que no lo haría- ambas sonrieron triunfantes.

-Bien, no hay tiempo que perder. Tengo que llevarla al escondite, aquí no estamos seguras-

-¿Qué escondite?- los caballos daban vueltas para calmarse y las dos vigilaban el bosque para ver si no venía nadie.

-Lo verá en cuanto lleguemos, vamos- Hermione no tuvo tiempo de preguntas, Ginny salió rápido como le fue posible, de inmediato el caballo de Hermione empezó a seguirla por entre los árboles. Era dificil saber a donde te dirigías entre tanto color verde, pero ella se limitó a seguir a la pelirroja que iba casi volando. Claramente Ginny era mucho más experta montando, se le veía más confiada y segura sobre la montura, mientras Hermione trataba de no ver al suelo para no tener que caer.

-Señorita, debemos parar, para asegurarnos que no nos siguen- Hermione detuvo a su caballo, llena de sorpresa esta vez lo hizo más fácil.

-Ginny, creo que ya no estamos para que me trates así. Me llamo Hermione y no tienes porque hablarme con tanto respeto- Ginny sonrió

-Creo que nadie nos sigue, Hermione- ambas sonrieron -tenemos que seguir- de nuevo los caballos trotaron a toda velocidad por el bosque.

Los cabellos rojos de Ginny brillaban bajo los leves rayos de sol que atravesaban los árboles, la hacían ver como una mujer impresionante a los ojos de Hermione. Todos hablaban de lo educadas que las damas eran y lo bonito que pintaban y sabían cocer, cantar o bailar. Pero Ginny era única, nunca había visto a alguien tan tranquila ante tal situación, la gracia con la que domaba a su caballo... parecía que volaba. Por primera vez Hermione notó como iba vestida, su cintura iba cubierta por un corset de piel que lejos de hacerla ver bonita la hacían tener un aspecto más rudo, sus botas eran mas parecidas a las de un hombre y debajo de la falda estaba usando pantalones. Ginny era todo lo que Hermione le hubiese gustado ser. Inteligente, Hermosa y sobre todo libre y aventurera.

Aquella burbuja de admiración se rompió y las cosas empezaron a ocurrir en cámara lenta. Hermione escuchó un ruido que la dejó sorda, los caballos se asustaron y empezaron a correr de forma mas agresiva. Otro ruido sordo llenó sus oidos y en ese momento supo que eran disparos. Les estaban disparando.

-¡MÁS RÁPIDO HERMIONE!- gritó Ginny tan alto como pudo y Hermione trotó ya sin aliento.

Otro disparó resonó con fuerza y esta vez Hermione parecía que avanzaba más rápido que Ginny. La castaña se giró a verla sin dejar de correr y el corazón se le detuvo al ver lo que había pasado.
El pecho de Ginny se convirtió en una mancha roja que se extendía cada vez más, su espalda no se pudo mantener recta por más tiempo y entonces cayó del caballo.

-¡GINNY!- pero Ginny no se movía del suelo y estaba cada vez mas lejos. Hermione se giró para detener al animal pero otro disparo se escuchó y el caballo se levantó de dos patas tirando a la castaña al suelo. Su espalda chocó con el suelo disparejo, el impacto estaba incendiando de dolor su tobillo roto y sus manos se habían llenado de arañazos.
Gateó de regreso en busca del cuerpo de Ginny, todo le parecía una mancha verde por las lágrimas acumuladas pero no quería dejar a Ginny sola.

Los caballos se escucharon mas cerca y tuvo que gatear más rápido para esconderse debajo de un tronco juego que estaba lleno de musgo.

-¿La ves?- preguntó un hombre

-No, ya debe de estar lejos- contestó otro.

-Si la ves tenemos autorización de disparar. El señor la quiere viva pero no le importa como la hagamos regresar-

-De acuerdo-

Los dos hombres no notaron el cadáver de Ginny, solo se fueron de ahí. De nuevo volvió a arrastrarse hasta llegar a ella.
El corazón se le estrujó de dolor, la vio ahí tendida con el cuello torcido y bañada en sangre. Toda su belleza seguía ahí, pero estaba opacada por la palidez de su piel. Sus ojos estaban vacíos, ya no tenía vida.
Se tiró sobre ella a llorar, sus lágrimas caían sobre aquel rostro deshecho mientras su cuerpo temblaba con espasmos de miedo y dolor. Había perdido ya a dos personas que la querían y no podía vivir nunca más con esa culpa.

-Me salvaste Ginny- su voz salió tan bajita que le preocupó que Ginny no pudiera escucharla. Que pensamiento tan tonto, después de todo Ginny no pudo haberla escuchado ni con el grito más alto.
Hermione movió accidentalmente la flacida mano de Ginny y notó un brillo extraño que provenía de su mano. Era un anillo.

Tomó la fría mano entre las suyas y observó aquella rara joya. Ya la había visto antes, la conocía como la palma de su mano. Tantas veces le había tomando de la mano, tanto le había besado los dedos... era inconfundible. Aquel anillo de plata con la serpiente de ojos verde era de Draco. No había forma de que fuese de Ginny, le quedaba grande a su pequeño dedo.

Hermione se puso de pie eufórica, si aquello significa lo que pensaba, sabía a donde exactamente debía ir ahora, sabía a donde la estaba llevando Ginny.
Besó la mejilla de su amiga por última vez y empezó su marcha por el bosque.

Dangerous Love ||Draco MalfoyWhere stories live. Discover now