Capítulo 17

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¿Qué había dicho Vanesa? ¿Ambas eran adultas y podían compartir en la misma cama sin que involucrara sexo? El cuerpo de Mónica, obviamente, no había recibido esa nota. Tan pronto como empezaron a subir las escaleras, las mariposas en su estómago cobraron vida y crecieron más agitadas con cada paso.

Jimena y Joaquín habían preparado la cena y le dieron a ella y a Vanesa la tarea de preparar la mesa. Conversaron con facilidad toda la comida, pero Mónica sintió una cautelosa tensión en Vanesa. No la conocía bien en absoluto, pero el movimiento de los músculos de su mandíbula y su apretado control sobre el tenedor eran una clara señal de que estaba nerviosa. Afortunadamente los Sabina no parecían darse cuenta de nada fuera de lugar.

- Puedes usar el baño primero. - la voz detrás de Mónica la sobresaltó. Había estado mirando la cama en el minuto en que abrió la puerta. 

- Gracias. - abrió el cajón de la cómoda y sacó su ropa de noche,  luego agarró el bulto y se dirigió al cuarto de baño. - No tardaré mucho.

- Tómate tu tiempo - respondió Vanesa - De hecho, tómate toda la noche - agregó en voz baja a la puerta cerrada que ahora la separaba de Mónica. Prácticamente cayó sobre la cama. Era una bola de nervios.

El vuelo sentada junto a Mónica, los brazos rozándose, sus piernas compitiendo por el espacio limitado, había iniciado la tortura. Luego de ver la única cama, seguido por los encajes y breteles de la ropa de Mónica, y sus caricias cuando charlaban con los Sabina casi le hicieron olvidar dónde estaba y el tipo de negocio que en realidad tenía la intención de tramitar este fin de semana.

Vanesa nunca había estado tan agudamente consciente de otra mujer en su vida. Se preguntó por qué. Tal vez porque Mónica era intocable, o al menos, porque ella había decidido mantener sus manos lejos de ella. Tal vez por la forma en que su voz sonaba con el acompañamiento de las olas en el fondo, por la forma en que se reía de los chistes de buen carácter de Joaquín o por la forma en que había logrado tranquilizarla con sólo una caricia. Tal vez porque no había tenido sexo en meses. Fuera lo que fuera lo que causaba esta reacción, donde estaba tensa como un tambor, debía tener cuidado para no dividirse. Haría falta una sola palabra o tacto de Mónica o...

La puerta del baño se abrió y Mónica se quedó enmarcada en el umbral, usando un tanga negro y una camiseta gris sin mangas que no la cubría lo suficiente. La luz estaba encendida, arrojando una silueta tibia alrededor de ella. Vaneas se dio cuenta inmediatamente de que el cordón alrededor de la moldura de su pijama era el encaje que había visto cuando desempacaron.

Las piernas de Mónica eran más largas de lo que recordaba, y sus suaves hombros sostenían los finos tirantes, y un hormigueo recorrió los dedos de Vanesa ante la idea de lo que se sentiría deslizar lentamente esas correas por sus brazos. Vanesa esperaba que su boca no estuviera colgando abierta, pero no le importaría si así fuera.

- Es todo tuyo. - logró decir Mónica. La mirada en el rostro de Vanesa fue suficiente para borrar la duda que sentía un minuto atrás y la reemplazó con algo mucho más poderoso.

Cuando Mónica había estudiado su reflejo en el espejo que había detrás de la puerta, no había estado segura de si estaba haciendo lo correcto. Había traído dos opciones de ropa para dormir, siendo ésta la más "provocadora", y la había agarrado de la gaveta sin pensar. Aparte de aquel breve momento en el bar, Vanesa no había indicado que estuviera sexualmente interesada en ella. No estaba segura de lo que se trataba este fin de semana. ¿Estaba aquí como la cita de Vanesa y se convertirían en amantes, o ambas habían quedado atrapadas en estar aquí? En el instante en que abrió la puerta y vio la expresión de Vanesa supo lo que sucedería. 

Solo un negocioWhere stories live. Discover now