Capítulo 1

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"Camino hacia el castillo Willstone"

Debajo de la lluvia, por encima del  empedrado y embarrado camino se dirigía la carreta bajo la lluvia en dirección al castillo de Willstone del terrateniente Adrian, Willstone. Muy nombrado por todos, visto por tan sólo unos pocos. Miles de historias y rumores rondaban acerca de su persona. "Es un hombre, dicen casi misterioso, no se le ha de ver a los ojos nunca. Muy rudo. Ha echado a casi todos sus empleados sin explicaciones". Ninguna de estas acusaciones e historias le causaba miedo. Es cierto que era considerada obstinada y ella en algún momento de su vida, cuando su madre enfermó gravemente, comenzó a creérselo. Porque de otra forma no explicaba de donde sacaba las fuerzas para continuar y conseguir dinero de donde se pudiese para ayudar a su madre.

El castillo se encontraba sobre un enorme acantilado frente al océano. Ciertamente un lugar hermoso pero era imposible de apreciar por la cantidad de  agua que caía. Cubría todo a su paso a repiqueteo alterado.

Elizabeth acomodó sus guantes de tela negros que habían sido hechos por su madre tiempo atrás cuando la misma estaba llena de vida. Desgraciadamente hoy día sufría una extraña enfermedad en las piernas que le impedía estar de pie. Por esa razón Elizabeth había comenzado a trabajar de criada para pagar algunos de los medicamentos que su madre necesitaba ya que no se encontraba apta para seguir trabajando. 

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el cochero. 

-Señorita, he tenido que parar aquí. No puedo llegar más cerca del castillo con este suelo lleno de rocas y barro. Va a tener que bajar y caminar usted sola hasta allí.

-¿Cómo dice?- protestó.

- Si sigo camino se podrían romper las ruedas ¿sabe lo que eso significa? Tendría que estar varado aquí.

Elizabeth al ver que no tenía municiones contra tal argumento decidió no discutir ni una palabra más y hacer el esfuerzo de caminar con las valijas bajo la lluvia. Tomó una bocanada de aire, abrió la puerta torpemente y bajó del carro. Al hacerlo pudo ver como los únicos zapatos negros sanos que tenía se hundían con gracia en el lodo. Trató de divisar la distancia hacia el castillo y vio que aún le quedaban unos 2 km de recorrido. Quería seguir discutiendo, pero cada minuto que pasaba la lluvia parecía incrementar en furia y en litros de agua y necesitaba resolver esto enseguida para tratar de llegar lo más temprano posible. Miró a su alrededor y pudo distinguir un enorme árbol que se abría cual paraguas. Pensó en refugiarse unos instantes a esperar que la lluvia cesara. De esta manera podía seguir su camino con más agilidad. Mientras permanecía arriba de una gruesa raíz debajo del enorme árbol alejada del barro lo más que podía pudo ver como la carreta deteriorada por la lluvia se alejaba. Ni se tomó el trabajo de agradecerle demasiado, se suponía que el acuerdo era hasta la puerta del castillo. De todas formas pensó que olvidar el hecho que había sido abandonada a 2 km de su destino debajo de la copiosa lluvia y enfocarse en su objetivo que era tratar de llegar a tiempo.

Trató de concentrarse un poco en el ruido de la lluvia e intentó ir más allá del mismo. Pudo oír rugir el mar con furia y romper con toda fuerza sobre las rocas. El olor a sal perfumaba el ambiente.

Elizabeth, inspirada por todo aquello que la rodeaba, trató de imaginar cómo sería su nueva vida en el castillo mientras contemplaba su inmensidad a lo lejos. Para ella, tan joven con sus 21 años de edad, era ciertamente una oportunidad que le aportaría experiencia y forjaría su carácter por uno más maduro o eso era lo que decían. La lluvia comenzó a cesar poco a poco sorpresivamente y emprendió camino tratando de apurar el paso por si se volvía a llover pero esta vez con más fuerza que antes.

Al llegar a la puerta el castillo dejó sus maletas a ambos lados, se secó la frente mojada con el puño del vestido, tomó el pesado llamador pisciforme de bronce y golpeó con fuerza. Miró hacia arriba de su cabeza y el castillo se extendía por encima de los 20 metros quizás más. Todo construido con piedra maciza. Hermoso y costoso. "mi nuevo hogar", pensó. De repente se oyó el ruido de un metal golpeando la madera, a continuación se abrió la pesada puerta que chirrió.

Océano profundo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora