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Christopher

Creo que el día que empezó todo, es uno que jamás podré olvidar. No porque fuese uno de los más importantes o algunas mierdas sentimentales de esas, sino que fue el momento más extraño de toda mi vida. Estaba acostumbrado a los extraños sucesos que me sucedían pero ese fue algo demasiado hasta para una persona como yo.

Recuerdo haber estado acomodado en mi usual banco de trabajo en el salón de dibujo, intentado desenredar mis malditos auriculares para evitar así cualquier torpe conversación que algún alma caritativa pretendiera compartir conmigo. Nunca he entendido porque las personas siquiera lo intentaban. Lo único bueno que podían sacar de mi era un torpe tartamudeo que podía catalogarse como una nueva forma de comunicación que nadie más que yo mismo entendía. No era porque no quisiera hablar, sino que era demasiado torpe en el ámbito social para poder mantener una conversación normal.

Dejando a un lado mi torpeza conforme a la socialización con los demás seres vivos que respiraban y se movían en dos pies, evitaba a las demás personas por una simple razón: yo no había nacido para tener un centenar de amigos o uno, para ser honestos, ni tampoco para ser popular. No malentiendan, no era el típico nerd del que todos se burlaban y nadie quería cerca. Hubo un momento, cuando recién comenzaba la secundaria, en la que tenía varios amigos pero como todo en la vida, las cosas cambian cuando menos te lo esperas. Era lo suficientemente inteligente para ser catalogado como un nerd de primera clase pero las personas no eran las que me evitaban, sino al revés.

Ahora que esta clara mi adversion al contacto con el resto de la humanidad, podrían entender porque lo que sucedió me sorprendió tanto y me tomo desprevenido. Porque seamos sinceros, cuando te pones chalecos de puntos y zapatos de charol, estas intentado enviar un mensaje. A mi parecer era un claro "alejate", pero algunas personas tardan en comprender ciertas cosas. Esa es la explicación que me gusta utilizar.

Había logrado quitar uno de los nudos más grandes del maldito cable cuando escuché el murmullo alto provenir del pasillo. Al principio no le presté atención ya que por lo general, los grupitos de feminas en proceso de convertirse en estereotipadas Barbies de bonita piel, solían hacer ese tipo de sonido irritante que siempre me había hecho recordar a la risa de un grupo de hienas que había visto en canal de animales. Solo cuando el sonido se acercó más a donde me encontraba, me di cuenta que no eran voces femeninas, al menos no las que se alzaban sobre las demás. Ese detalle me causo la suficiente curiosidad para elevar mi mirada y descubrir lo que pasaba.

Una figura alta entro caminando  de espaldas al salón de clases, sus manos se agitaban con fervor a los lados mientras intentaba moverse más rápido hacia atrás, imitando a un extraño cangrejo, ¿o ellos se movían hacia los lados? Daba igual. El chico se volteó un momento después, una mueca de frustración en su rostro que parecía haber estado allí por mucho tiempo ya que la usual sonrisa socarrona que solía extender sus finos labios había desaparecido totalmente. Zabdiel de Jesús era un dolor de cabeza a mi parecer pero los culebrones que lo rodeaban siempre habían sido un buen espectáculo para aquellos como yo, que gustaban de ver a las personas bonitas pasando dificultades. Si, tenía una vena un poco sádica, demandenme.

-No puedes simplemente decidir enojarte por algo así. Zabdiel, por el amor de Dios, sé coherente, ¿quieres?- Richard Camacho, parte infaltable del sequito de Zabdiel, entró al salón seguido por dos jóvenes voluptuosas. Si, realmente pensé esa última palabra porque no había otra forma de decir que sus.... atributos, estaban intentado escapar sobre sus ajustadas camisetas a juego que parecían haber pertenecido a niñas de cinco años. El eslogan "soy gratis" iba implícito en el paquete al parecer.

Cediendo a mi parte morbosa que quería saber lo que sucedía, me volteé en mi silla y los observé. No me culpen, ellos ni siquiera me habían visto aún, no podían culparme cuando ellos mismos me confundían con el resto del mobiliario. Estaba siendo una buena persona en cierto punto ya que no estaba interrumpiendo su interesante charla con una salida rápida ¿Se imaginan cómo llamaría la atención ver a una rata de biblioteca huir como animal asustado del salón de clases? Soy un buen samaritano.

Socialmente Torpe 《Chrisdiel》 Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora