07

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Christopher

—Gracias por traerme.

Mantuve mi mirada en mis rodillas mientras jalaba el bloqueo y me arrojaba fuera del vehiculo. Muchos podrian asegurar que estaba corriendo pero yo no corria, además de que mis piernas se sentian como malditos fideos y me dolian lugares de mi anatomia a las que nunca les habia prestado especial atención. ¿Ya dije que odio los deportes? Bueno, realmente los detesto con toda mi alma.

El portón se abrió con un solo empujón que me hizo fruncir el ceño, debía repetirle a Danna lo peligroso que era dejarlo abierto, la chica parecía no entenderlo realmente. Recorriendo el corto camino de la entrada, me acerqué a la puerta y rebusque mis bosillos por mis llaves. Una respiración caliente en mi nuca me tuvo dando la vuelta y frunciendo el ceño.

—¿Que haces?

Zabdiel sonrió brillantemente—. Me he dado cuenta de que eres una pequeño maleducado, así que he decidido autoinvitarme para ahorrarte la vergüenza cuando te dieras cuenta de que no lo habías hecho y me habías dejado ir sin invitarme siquiera un refresco.

—No pensaba invitarte, no porque sea maleducado sino que no quería—apunté a la calle—. Vete.

—Nop.

Ajuste mis lentes y coloque las manos en mi cadera—. Esto podría ser considerado como violación de propiedad privada, podrías ir a la cárcel.

—Tu no me denunciarias. —aseguró.

—¡Por supuesto que lo haría!—hice un movimiento con mi mano, como si lo espantara—. Vete.

—No me iré hasta que me invites un refresco al menos. He estado corriendo detrás de ti y cargandote cuando te caias toda la mañana, necesito refrescarme.

—Nunca me cargaste y no te daré nada—golpee mi pie en el suelo, mirando hacia arriba a su rostro—. Lárgate.

—Eres un malagradecido.

—Ya te di las gracias, ¿eso no es suficiente? —chillé.

—No me digas... —mis palabras se cortaron cuando la puerta se abrió detrás de mi. Dedicandole una mirada fastidiada, me voltee y sonreí—. Hola, mamá, no sabia que estabas en casa.

—Acabo de llegar, cariño —contestó con ese tono amable que siempre habia adorado. Su mirada oscura se posó en Zabdiel, como si estuviese midiendo algo antes de sonreir. Mierda, eso nunca era bueno para mi—. ¿Quien es tu amigo?

—Nad...

—Zabdiel de Jesús—el rubio se adelantó, extendiendo una mano para estrecharla con la de ella—. Es un placer conocerla, señora Vélez.

—Dime Yenny—pidió antes de hacerse a un lado—. Pasa, por favor, estaba a punto de hacer el almuerzo para Christopher, puedo hacerte algo a ti también.

—No, mamá, él ya se...

—¡Me encantaria!

—...iba —mi voz se perdió en la nada cuando Zabdiel pasó frente a mi y entro a la casa.

Gruñendo entre dientes, los seguí hasta la cocina y observé con mala cara como la traidora y el metiche se instalaban en una amable conversación. Había que ver, traicionado por mi propia sangre, mi procreadora, la mujer que me había dado a luz, ¿qué clase de madre era la que me había tocado? ¡En mi propia casa! ¿Que es este gusto amargo que sentía en mi boca? Oh si, traición, la más pura y vil, traición. Okay, eso sonó demasiado teatrero para mi gusto pero daba lo mismo.

Socialmente Torpe 《Chrisdiel》 Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora