III

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El corazón no había dejado de latirle rápido desde que atendió la llamada, la estación de policía estaba a casi dos horas de su hogar y en la madrugada del viernes era casi imposible conseguir trasporte; no sabía que tan importante era la situación, pero tenía ese retorcijón en su estómago que lo hacía querer vomitar a cada curva que el conductor hacía. La estación parecía ser un edificio sombrío para sus ojos en ese momento, no era capaz de enfocar muy bien lo que pasaba a su alrededor e incluso sentía que podía chocarse con cualquier cosa si no se concentraba en caminar.

- Lo siento, busco a Lee Taeyong – dijo en un hilito de voz a la recepcionista.

- ¿Es usted Kim DongYoung? – él solo se limitó a asentir – pase por acá

La mujer lo guio entre los pasillos del enorme lugar, él solo se limitaba a tratar de evitar el horrible temblor de sus manos que solía atacarlo cuando estaba muy ansioso por algo, al llegar a lo que parecía ser una oficina le indicó que se sentara a esperar que el oficial Lee vendría en unos instantes. La habitación era muy amplia y blanca como un hospital, odiaba los hospitales, trató de despejar su mente mirando el portavaso del escritorio de madera que tenía enfrente, pero ni así pudo evitar mover sus manos casi erráticamente.

- Señor Kim – reconocía la voz de quien lo llamó, era la misma del teléfono, pero tenía esa sensación de que también la había escuchado antes.

- Oficial – se levantó de la silla para hacerle una reverencia, pero su cuerpo estaba tembloroso - ¿sucedió algo con mi hermano?, ¿está todo bien?

- ¿Era su hermano? – el oficial era muy joven, podía jurar que si mucho le llevaría un año o dos, pero ese porte serio y solemne lo hacía ver mucho más maduro.

- Sí, soy su hermano, medio hermano – se corrigió – ¿él está bien?

- Señor Kim, yo realmente lo siento mucho y no sé cómo decirle esto, pero...

No podía escuchar, ¿qué había dicho el policía?, no hay nada, no hay luz, las paredes blancas desaparecieron, todo era tan oscuro tan frío, la sensación de sus extremidades había desaparecido y no había nada ni nadie solo un horrible dolor en el pecho.

- DongYoung

De nuevo esa voz lo llamaba, ¿estaba soñando?, entonces era mentira lo que el oficial le había dicho, ¿cierto?, Haechan no estaba muerto, no había forma de que lo estuviera no podía simplemente haber muerto cuando siempre fue el más fuerte de los dos. Su medio hermano a quien solo le llevaba cuatro años, con el que competía en todo y siempre terminaba perdiendo, su pequeñito el que contaba con una fuerza descomunal y nunca se enfermaba en invierno; no, no su Haechannie, él no podía estar muerto.

- Señor, por favor, despierte – al abrir los ojos divisó que el rostro del oficial estaba muy cerca - ¿se encuentra bien? Por favor tome esto.

El oficial le parecía demasiado fuerte en ese momento levantándolo de entre la silla y el escritorio, lo ayudó a sentarse correctamente y le entregó un pedacito de chocolate amargo que su consternado cuerpo agradeció comer; aún no podía procesar muy bien las palabras todo era muy irreal, lejano incluso, como si no se tratara de él como si le estuvieran contando la historia de alguien más. Sabía que no había dejado de temblar, pero las lágrimas no salían de sus ojos, no sabía la razón, pero era como si su cuerpo no estuviera dispuesto a llorar hasta asimilar toda la situación.

Él necesitaba saberlo todo, entender cómo había pasado, en qué circunstancias, por qué a su pequeñito, qué había salido mal, de nuevo esa necesidad morbosa de saberlo todo estaba presente llevándolo a hacer preguntas que no sabía si la respuesta le haría más mal que bien, pero no le importaba en ese momento. El señor Lee le había dicho que Donghyuck y su esposo Mark se habían accidentado en su automóvil debido a que otro conductor borracho se había pasado el semáforo en rojo, había sido imposible salvarlos a ambos debido a la gravedad del choque y a la explosión que ocurrió después.

- Realmente lo siento mucho, señor, yo debí... - el oficial se veía igual de afectado lo cual le agrado pues lo que menos quería en esa situación era que una persona frívola le contara la tragedia que le desgarraba el corazón.

- Está bien, no es su culpa – DongYoung le sonrió con pereza para volver a jugar con sus manos pensando en qué se supone que seguía a continuación, ¿qué sigue después de una situación así?, ¿se va a casa a llorar y ya?, ¿tiene que identificar el cuerpo o algo?, ¿planear el funeral?

Ahora que lo pensaba debía ser él quien llamara a su mamá primero, la mujer de sesenta años sufría de algunos problemas de salud mental ocasionados por una enfermedad degenerativa que la había privado de funciones tan sencillas como sujetar los objetos y ser capaz de caminar. Aunque aún era bastante cuerda no creía que ella pudiera soportar la muerte de su hijo más preciado pues si bien ella lo amaba en demasía nunca se comparó al cariño que le daba al pequeño solecito que llenaba la casa de energía y cariño.

- Hay algo más, señor Kim – el mayor abrió la puerta de la oficina para permitir que uno de sus compañeros entrara con un pequeño en brazos que dormía plácidamente.

DongYoung no lo conocía, no entendía qué hacia un hermoso hombrecito de cabellos castaños, mejillas regordetas y lo que parecía ser un horrible raspón en su frentecita; miró al oficial expectante como si su mente se reusara o simplemente no tuviera las pistas suficientes para entender la razón por la cual el otro compañero se acercaba a él como si quisiera entregarle al pequeño.

- Estuvimos haciendo una búsqueda rápida y usted es el único familiar cercano del niño - ¿Qué demonios? Se preguntaba – Además su hermano me rogó para que no se lo diera a nadie más que usted.

- Lo siento, pero yo no conozco al pequeño. No entiendo de qué me habla – DongYoung estaba horrorizado con todo, ¿un niño? ¿él debía cuidarlo?

- Sé que es difícil de asimilar, pero este pequeño es el hijo de su hermano y usted es el único que puede encargarse de él – el oficial Lee se acercó para sujetar su mano – Por favor no lo deje, se lo pido.

Por fin el niño le fue entregado recibiéndolo con algo de desconfianza en sus brazos que temblaban e incluso el oficial seguía cada movimiento con cautela para poder actuar de inmediato en caso de que dejara caer al niño o no fuera capaz de cargarlo. El pelinegro estaba demasiado asustado despertando al pequeño por sus movimientos bruscos, pensó que el niño rompería en llanto al ver una cara desconocida, pero como si fueran almas perdidas que se conocían desde siempre el bebé lo miró con sus ojitos color miel que le robaron el aliento.

Estaba seguro que su madre le había mencionado sobre el deseo de Haechan por adoptar a un niño, pero nunca supo si realmente se había hecho realidad; ahora que lo tenía rodeado por sus brazos se arrepintió de nunca devolver las llamadas de su hermano, se sintió culpable por todas las veces que prefirió estar alejado de su familia, se avergonzó por haber preferido ser un resentido y haberse privado de compartir la alegría que debía tener su hermano al poder formar una familia como había soñado. Él era quien debió haber muerto y no Donghyuck porque él no tenía a nadie, no tenía nada por lo que luchar, no era nada más que tristeza y aun así la vida se había llevado al verdadero merecedor del aliento.

El pequeño le sonrío removiéndose en sus brazos como si tratara de encontrar una posición más cómoda para luego mirarlo con esos ojos que parecían tener estrellas y balbucear un entendible 'papa' que congeló a quien lo sostenía. DongYoung no era merecedor de esa palabra, ni tampoco de un pequeño niño, ni mucho menos se sentía capaz de hacerse cargo de él así que sin más remedio lloró por fin, después de tres horas en la tensa calma dejó salir todo el dolor que era simplemente imposible de manejar más. 

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