Almorrana

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Esa noche dormiste en la salida de estar, en el sofá y tapada con una de las mantas extra. Lo cierto es que no descansaste del todo bien.

Por la mañana trazaste un plan, y el primer paso fue llamar a Sara. Quedasteis pronto, lo más pronto posible, dadas las circunstancias. Después pusiste la habitación en orden, y quemaste las sábanas en el incinerador portátil que llevabas. A continuación te duchaste con agua muy caliente, que ayudó a que tus músculos se relajaran un tanto. Aún en el baño, te quedaste mirando tu rostro borroso a través del vapor adherido en el espejo, que retiraste con una mano. Tenías la cara congelada en un gesto de miedo, el cual te forzaste a cambiar. Después de vestirte con ropa limpia guardarte tus pertenencias en tu maleta y te tomaste una dosis de antídoto por si acaso.

Saliste de tu habitación minutos después, con las energías algo renovadas, y dispuesta a abandonar la ciudad si fuera necesario. Para ello te acercaste a un banco y sacaste la cantidad de dinero necesaria para poder huir y apañártelas bien unos meses en una nueva ciudad. Entonces te dirigiste, esta vez sin rodeos, al hotel de Sara. No podías dejar de pensar en ella... aunque Raúl también rondaba tus pensamientos. El día anterior podría haberte seguido y no lo había hecho... Recordaste que podía verte desde aquel lejano edificio, pero habías dormido en el sofá, así que seguramente solo habría visto a dos personas entrando en su habitación y después saliendo a las tres de la madrugada. Sacudiste la cabeza y te concentraste en llegar sana y salva al hotel.

Subiste rápidamente los dos pisos de escaleras, y llegaste en un momento a la puerta 420. De nuevo estaba entornada, así que entraste sin vacilar. El interior estaba silencioso, y esta vez Sara te esperaba de pie en la habitación, con los brazos cruzados y el semblante serio.

-Hola, ¿estás bien?

Sin responder corriste hacia ella y la abrazaste. Ella te devolvió el abrazo y te acarició la espalda.

-Tranquila, tranquila. Estoy aquí -te susurró al oído. Su voz tuvo un efecto casi inmediato que te hizo sentir bien, segura, a pesar de todo lo que habías vivido.

Te apartaste suavemente y os mirasteis en silencio.

-He pensado en huir de la ciudad. Aquí no estoy segura -dijiste tras unos instantes.

-No me parece mala idea. Pero también podrías quedarte conmigo. Suelo cambiar a menudo de residencia y puedo protegerte, así que...

-Si te quedas en la misma ciudad acabarían por encontrarte. A mi me han encontrado, aunque no sé cómo, sinceramente... -dijiste mirándote las manos y sintiéndote estúpida. Nunca te habían encontrado antes.

-Hey, tranquila, te vas a quedar conmigo -dijo ella con un tono de voz extraño.

-Pero qué... -empezaste a decir. Al levantar la mirada viste que Sara tenía los ojos amarillos y que sostenía la pistola que le habías vendido. Te apuntaba con ella al pecho, y parecía decidida a disparar.

-Shhh, no tengas miedo. Me voy a quedar contigo -dijo, y disparó.

El disparo te alcanzó de lleno en el torso, y te empujó hacia atrás. Notaste como los efectos del arma combatían por paralizarte, pero el antídoto los repelía. Te lo habías tomado pensando en Steisi, o en el alien que la acompañaba la noche anterior, pero no Sara... Sara no. Mientras retrocedías -para sorpresa de Sara- una lágrima de miedo y decepción surcó tu mejilla. Rápidamente saliste de la habitación y ya en la sala, agarraste un sofá y lo empleaste para atrancar la puerta. No tardaría mucho en salir, pero te daría algo de tiempo.

Te detuviste un momento a recobrar el aliento, mientras las oleadas paralizadoras del disparo seguían haciendo mella en tu organismo. Te volviste repentinamente cuando viste que alguien entraba por la puerta que daba al pasillo. Era Raúl, y parecía haber estado corriendo.

-Vengo a sacarte de aquí.

Abduzcan - Fanfic AuronplayWhere stories live. Discover now