IX

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Si, ahora lo recordaba todo. Mi pasado retornaba y, por consiguiente, los huecos mentales se llenaban, siendo la mayoría de ellos ocupados por Naruto.

Podía recorrer mis recuerdos libremente, traté de remontarme al comienzo. Dónde nos conocimos. Fue en el instituto, solíamos asistir al mismo.

"Yo puedo vencerte en las carreras" recordaba cada reto en el que nos habíamos visto envueltos. Cada mirada, cada sonrisa suya.

Recuerdo que de buenas a primeras me pareció molesto, irritante, a veces trataba de ignorarlo, pero era como si intentara cubrir el sol con un dedo. Simplemente imposible.

"¿Acaso temes que te gane, miedosito?"

Desafíos. Decenas de ellos desfilando por mi memoria. Retos estúpidos que nos involucraban a ambos. Una y otra vez. Un bucle sin fin, un beso accidental, un sentimiento acrecentandose en mi pecho.

Tomé la lámpara y devolví la fotografía a su lugar, cerré la puerta y corrí, indeciso sobre a qué lugar dirigirme primero. Mis pies decidieron por mi, llevandome hasta mi hogar, donde, nada más llegar, me puse a vaciar todos y cada uno de los cajones, revolví hasta sacar el albúm familiar. Si, en efecto, allí estaba él, ocupando diversos escenarios y siendo enfocado desde diferentes ángulos. En algunas fotografías aparecía solo Naruto. Yo mismo había tomado esas imagenes. Fue después de que empezaramos a salir como pareja.

El parque, mi casa, su departamento. Pasé una a una las fotografías y, de pronto, alguien a mis espaldas me arrebató el albúm.

-Es suficiente- era mi padre, quien, altivo y serio, me miraba. -Solo te haces daño a ti mismo. Le advertí a Tsunade que te internara en caso de que...

-¿Recordara?- le increpé molesto. Tantas diatribas que quería decirle en ese momento, pero ninguna acertaba a expresar mi emoción actual. Una mezcla de disgusto y tristeza me envolvía. -Jodete...jodanse todos.

Puede que ellos no me hicieran olvidarlo, pero habían contribuido a opacar mis memorias, dejándome vivir en un absurdo mundo de fantasía, lleno de telarañas mentales.

Afuera helaba, pero sabía que mi padre se pondría en contacto con Tsunade muy pronto, por lo que me dirigí apresuradamente a su consultorio, apoyándome una vez más de las herramientas con las que forcé la cerradura de la casa de Sakura.

¿Cuántas locuras pensaba cometer en una sola noche con tal de desempolvar la verdad?

Me escurrí dentro de su despacho. Las gavetas con archivos eran interminables, pero estaban acomodadas por órden alfabético. Pronto encontré lo que buscaba. Allí, dentro de mi expediente, debajo de todos los documentos que me acreditaban como paciente, vi las hojas que daban cuenta de la desaparición de Naruto.

Allí estaba todo. Me mordí el labio para reprimir la frustración que experimentaba. Ese fue el día de mi quiebre mental, cuando empecé a distorsionar la realidad.

-No podías aceptarlo- oí la voz de Tsunade tras de mi. No me moví. -Todos creímos que se trataba de un secuestro, pero no hubo una sola llamada. Con el paso de los días, tu mente se fue eclipsando y te sumiste en una realidad alterna e independiente a la actual. Te habías mudado, por ende no conocías ningún lugar, tampoco estabas dispuesto a desarrollar más lazos.

-Pero eso no fue lo que ocurrió con Naruto- contraataqué, estaba a la ofensiva. -¿Pensarón que estaría mejor si reconstruía mi vida sobre una que no existía?- mi voz se iba rompiendo a medida que Tsunade afirmaba con la cabeza.

-Tenías una relación con él- hizo una pausa, analizando mi expresión antes de agregar. -Perderlo supuso un estancamiento y un desorden mental para ti. Enterraste tus recuerdos como mecanismo de defensa ante el daño que significaba hacer frente a la desaparición de un ser querido.

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