Elizabeth había muerto hace ya varios días, sin recordar en dónde o cómo había sido su último día en la tierra. ¿Qué había pasado? Ella no lo sabía, pero su pecho, cuello y cabeza dolían demasiado, un dolor más fuerte que el físico se hizo presente...
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Carry you ‒ Ruelle
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La soledad es lo único que recuerdo sentir después de dar la última bocanada de aire en el mundo terrenal, ese es mi único recuerdo lucido que mantengo latente en la memoria, no hay indicios de lamentos, familia, amigos o novios.
El dolor comenzó a hacerse presente en mi cuerpo, ¿Por qué me dolía el pecho? A su paso también la cabeza, y los brazos, pero hay un dolor más grande que el físico, el emocional, este dolía peor que cualquier cosa, caminando en la noche, no sabía qué hora era, pero parecía tarde...
Lloraba mientras caminaba, mis piernas parecían a donde ir, pero mi mente estaba en blanco, un blanco en donde no me podía encontrar ni siquiera a mí misma. Los vagos recuerdos de mi hermano sonriendo me llenaron el alma, mi mejor amiga y yo compartiendo un helado, los extrañaría demasiado, a mi padre, a mi madre.
La vida no siempre es tan justa como pensamos.
Estaba parada en la esquina de un cruce cuando logro ver a una señora con un vestido negro, largo, un peinado de una época a la cual solo había visto en películas. Mis piernas me dirigieron hacia ella sin pensarlo.
―Tú debes ser la nueva―comentó tristemente. Sujetándome del brazo comenzando a caminar para meterse en un complejo de departamentos enormes― . No te preocupes, yo seré tu guía por estos dos años, pero tenemos que darnos prisa ―caminaba más rápido al ascensor, como si el diablo estuviera detrás de nosotras―, Todo estará bien.― acarició mi mano mientras las puertas metálicas se cerraban en nuestras caras.
Miraba cada detalle de aquel espacioso ascensor, habían folletos pegados que te decían como ganar puntos de forma positiva, ayudando al pandemónium. Hay un cartel enorme pegado justo en el espejo que habla de un bar extravagante llamado "Kill and Kisses"
Las puertas de metal se abrieron dejando ver un pasillo inmenso de color rojo, una puerta negra se divisaba a lo lejos, miré con susto a la mujer que se encontraba a mi lado, no dijo nada y comenzamos a caminar, me sentía segura por alguna extraña razón, como si mi alma no fuera cien por ciento mía.
Puso un código y esta se abrió, dejando ver un lugar amplio, con candelabros, iluminado, elegante y con olor a madera.
―Puedes ponerte cómoda, pero te aconsejo que te sientes en ese sillón color beige de ahí, tenemos que hablar.―procedió a sacarse el reloj y ponerlo con delicadeza en la mesa, junto con sus guantes.
Caminé con miedo de que algo sucediera en la inmensa sala, me sentía diminuta.
La mujer detrás de mi pasó con pasos firmes hacia la barra de alcohol, sirviéndose un Ron.
