Contigo o sin ti, no importó

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La mañana de un sábado es muy confortante para alguien que no trabaje ese día, las calles estaban un poco más aglomeradas de lo usual, las tiendas se abrían los coches iban y venían, y en la entrada de un centro comercial estaba Ryoga que se paraba frente a Ranma, quien sosteniendo una bolsa de víveres no dijo ni una sola palabra, vestida con unas ropas femeninas que consistían en una blusa color blanco con un estilo camisero, una falda café que llegaba hasta las pantorrillas, unas bailarinas negras en sus pies, alguna que otra joya cómo una pulsera y un collar, y con el cabello suelto, peinado de forma que se notaba que le dedicó una parte de su tiempo a ese trabajo, su rostro tenía algunos toques de maquillaje, todo esto la hacía irreconocible a simple vista, además de su postura más que femenina. Ryoga por su parte seguía pareciendo un trotamundos con sus mismas ropas y mochila.

~ Recuerdos de Ranma ~

Ranma había despertado de un sueño en el que Ryoga lo vencía con un estallido de inmenso tamaño, recubriendo todo su cuerpo con una energía roja. Su sueño sin duda la puso de mal humor, pero luego se sintió muy feliz, no sabía el porqué pero lo estaba. Su mirada se posó en una cortina de color turquesa a su costado, recordando que estaba en el hospital, aún desconcertada por su reciente empujón a la realidad no escuchó que la puerta a la habitación se había abierto, dejando pasar un médico con aspecto treintañero y con una personalidad jovial, Ranma se dio cuenta de él solo cuando se sentó en una silla cerca de su camilla de hospital.

- Buenos días, soy Nikamura Takeo y estoy encargado de tu bienestar - le dio una sonrisa a Ranma y suspiró en señal de relajo - veamos, señorita... - dijo mientras le daba una hojeada al expediente de la chica.

Ranma se tragó sus típicas palabras para contradecir su género, se sentó y respondió - Saotome Ran... Ranko  (¿¡Por qué dije ese nombre?!).

- Vaya, señorita Saotome, eres una joven muy impresionante, llegaste aquí en un estado deplorable, sin embargo todo anda muy bien ahora - recordó cómo Ranma había llegado, un chico muy preocupado la traía en brazos, la chica escupía sangre y parecía inconsciente con los ojos cerrados, así era. Tuvo la suerte de que lo asignaran con ella. El día anterior a este había despertado, no pudo estar por temas de horario, así que la revisaron otros médicos antes que él pueda hacerlo - pronto saldrás de aquí.

El día pasó rápido, dieron de alta a Ranma, eso fue un poco precipitado, pero fue algo que no se había decidido por el mando administrativo, fue por una petición de un doctor muy experimentado que había ganado la fama de mago.

Tofu decía cosas incoherentes a Ranma, o así entendía la pelirroja mientras caminaban, la razón era que Kasumi se había dado al encuentro con ellos apenas salir del hospital.

Luego de una charla un poco extraña, Ranma se separó de ellos y continuó su camino hasta el dojo. Se daría una ducha; Al estar desnuda se sentó en un banquillo y empezó a asear su cuerpo con agua fría, se posó frente al espejo y pensó que siempre había usado ese cuerpo para cosas de las que no estaría orgulloso, se imaginó un escenario en el que todos sus actos eran recriminados, sacudió la cabeza cuando se dio cuenta de que la tina del baño estaba llena de agua caliente, probó un poco del agua con la punta de su pie y pronto estaba sumergida dentro del agua sorprendentemente relajante. Su capacidad cerebral se disparó al límite, vio su cuerpo femenino frente al espejo de nuevo al pararse abruptamente, salpicó agua por todos lados, volvió a tocar el agua para asegurarse, fue una gran decepción cuando sintió el calor del agua.

~ Fin del recuerdo ~

Ranma se disponía a irse evitando la mirada Ryoga, no pudo salir de ahí porque algo la sujetaba con gran fuerza, "tenía que ser Ryoga" pensó y luego puso su vista en la de él y esperaba una respuesta.

Nuestra EncrucijadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora