04. Velones y urnas

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07/01/2017

Estaba mirando hacia fuera, por la ventanilla del avión. Esperó a que Meiko terminara de guardar las valijas de mano en el portaequipaje que había encima de sus asientos. Cuando Meiko se sentó junto a ella, giró a verla sin ocultar su tristeza, pero las lágrimas aún no salían de sus ojos. Parecía una ilusión, un sueño que se sentía real y a la vez no. Meiko acarició su mejilla con suavidad, transmitiendo esa cálida sensación de afecto. Mirándola a los ojos, notó que ella sentía lo mismo, e intentaba contener el llanto.

—Tranquila, será un vuelo largo. Será mejor que te mantengas despejada, o que duermas un poco. ¿Sí? —dijo la mujer antes de secarse suavemente una pequeña lágrima de su ojo.

—Sí. —Asintió y volteó a ver nuevamente a la ventana.

No sabía en qué pensar durante el vuelo. Estaba viajando al lugar donde, apenas una semana atrás, no habría viajado voluntariamente. Pero ahora estaba allí, debía hacerlo, quisiera o no, pues tenía que despedirse. Quizás incluso, podría ser la última vez que viera a su familia en California. ¿Estaba bien si se sentía feliz por ello? No lo sabía. No sabía qué sentir, ni cómo continuar; era la primera vez que presenciaría un funeral, y jamás se hubiera imaginado que sería de sus propios padres, al menos no se lo imaginaba a esa edad.

Escuchaba música de a ratos, dormía un poco, miraba alguna película por las pantallas del avión, o jugaba a algo en su móvil. Buscaba distraerse con cualquier cosa, ya que el viaje parecía eterno. Pero cuando más se encontraba concentrada en un videojuego, se escuchó el altavoz anunciando que pronto aterrizarían. Su piel se erizó al oírlo, un escalofrío recorrió su espalda. Meiko se despertó en ese momento, estiró sus brazos para desperezarse, sintiendo como su columna tronaba.

—Dormir de esta manera es bastante incómodo. Me duele el cuello. —Se frotó el cuello y bostezó una última vez, antes de mirar a su sobrina con una sonrisa—. ¿Cómo te sientes?

—Me duele el estómago de los nervios...

Meiko suspiró.

—Respira un poco e intenta relajarte. No te hará bien estar tensa tanto tiempo...

—Sí, lo sé... —dijo mientras pensaba en que sus nervios no eran solamente por el hecho de asistir a un funeral.

No veía a su familia paterna desde que tenía diez años. No desde aquella discusión que había tenido su madre con la familia de su padre. Pero no quería pensar en eso, no había viajado allí por eso. Debía darles a sus padres la despedida que merecían.

El avión aterrizó, tomaron sus maletas de mano y descendieron de éste. Esperaron el resto de sus maletas en el aeropuerto, mientras que rugía el estómago de Rin.

Eran las seis de la tarde en Los Ángeles, debían comer algo luego de tantas horas de viaje. Se sentaron a comer en uno de los restaurantes del aeropuerto, mientras que esperaban a que llegaran a recogerlas.

El teléfono de Meiko vibró sobre la mesa, atendió la llamada y respondió que enseguida estarían en la puerta del aeropuerto. Tras colgar la llamada, sorbió lo más rápido que pudo su bebida, y le indicó a Rin que se apresurara. En cuanto ella terminó, ambas salieron, encontrándose con un auto de color azul, y junto a él, sentado sobre el capó, las esperaba un hombre relativamente joven, alto, de cabello y barba color castaño. Rin se congeló al verlo, sin embargo, tuvo que avanzar hacia él de todos modos.

—Hola. Tú eres Tonio, ¿verdad? —preguntó Meiko en un inglés fluido, mientras intentaba acomodar su bolso sobre el hombro del que había caído.

—Sí. Tú debes ser Meiko. ¿No es así? Permíteme ayudarlas con el equipaje.

Mensaje de LamentoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt