08. Cerezos

95 13 58
                                    

La brisa soplaba, moviendo sus cabellos suavemente. Rin estaba con la cabeza recostada sobre su regazo, tomando una pequeña siesta. Ambos estaban sobre una manta de picnic, debajo de un cerezo en flor. Cada tanto, caía algún que otro pétalo sobre el rostro de ella, Len se encargaba de quitárselos.

El aroma de aquella brisa, la calidez del ambiente; definitivamente la primavera era su estación favorita.

―No los entiendo...

Miku los interrumpió, aunque Rin continuaba durmiendo plácidamente. Se quitó los zapatos para sentarse sobre la manta, ofreciéndole una de las latas de refresco que traía a Len.

―¿Qué sucedió para que volvieran a llevarse tan bien?

―No puedo decirlo. ―Tomó la lata y la abrió.

―Me molesta que me dejen fuera de eso ―exclamó con un puchero―. Yo también soy su amiga.

―Tampoco quería hablarlo conmigo, sólo fue casualidad... Me pidió que no te lo diga, tiene sus motivos... No te molestes con ella.

―No lo haré, sé que guarda muchas cosas...

Miku abrió su lata y comenzó a beberla, mientras observaba al resto de personas que había en aquel parque haciendo picnics.

Len bebió un sorbo de su lata. Acarició el cabello de Rin luego de quitarle un pétalo de la mejilla. Ver su rostro tan dulce mientras dormía le transmitía calma; pero, aún no podía quitar de su mente la imagen de aquella noche.

Sus muslos ensangrentados, con varios cortes que no sabría decir qué tan profundo eran. Sus brazos también tenían algunos cortes, peor lo que más le había impactado, era haberla visto sostener aquel bisturí contra su cuello.

―¿¡Por qué!? ¿¡Por qué hiciste esto!?

Rin estaba petrificada, no esperaba que Len la encontrara en aquella situación.

―¿¡Rin! ¡Responde, por favor!

La tomó por los hombros, pues no respondía ni reaccionaba. Hasta que, inesperadamente, tomó a Len por la cintura, comenzando a llorar sobre su abdomen. Él se sorprendió ante esto, pero sin decir más nada, comenzó a acariciar su cabello, mientras ella de desahogaba con lágrimas.

Transcurrieron varios minutos hasta que Rin comenzara a calmarse. Len la separó un poco de él, levantó su rostro tomándola de la barbilla, para poder verla a los ojos, que estaban rojos y un poco hinchados. Ella quiso ocultarse nuevamente, pero él se separó y se arrodilló frente a ella, quedando a su altura.

―Creo que hay cosas de las que debemos hablar, pero primero, hay que tratar esos cortes. Iré a buscar a Meiko.

―¡No! No es necesario, puedo tratarlos yo misma...

―Pero Rin...

―No quiero que nadie lo sepa, por favor... ―Lo tomó fuertemente de sus manos para poder evitar que se fuera.

-―Tiene que saberlo...

―No. Len, por favor... Guarda el secreto... Confío en ti...

―¿Qué gano guardando este secreto? Si no te hubiera encontrado a tiempo, habríamos encontrado tu cadáver en la mañana. ―El nudo en su garganta se sentía aún más.

―¡No iba a hacerlo! ¡Lo juro!

―¡Oh! ¿En serio? ―Derramó las lágrimas que ya no pudo contener―. ¡Tenías el bisturí en el cuello! ¡Mira tus brazos! ¡Mira tus piernas! ¿Realmente piensas que puedo creerte?

―Lo lamento -―susurró mientras bajaba la cabeza―. No miento, no iba a hacerlo. Tenía miedo y no pensaba con claridad. Pero, ¡juro que no iba a hacerlo! Nunca tuve el valor para hacerlo. Siempre me arrepiento a último momento.

Mensaje de LamentoWhere stories live. Discover now