La tutora alessia

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La tutora Alessia

Arwin miro hacia el plato de comida aunque era muy simple era lo más delicioso que había probado. Probablemente esto era debido a sus sentimientos encontrados. Todo lo que Rosemary hacía por él le demostraba su amor. Algo nuevo pero que cada vez le resultaba más fácil de asimilar.

Nadie aparte del cocinero había cocinado pero a este se le paga por sus servicios. En cambio Rosemary lo hizo sin que se le prometiera una remuneración por su trabajo.

Así que se sorprendió mucho cuando Rosemary accedió a su capricho. Todos los aristócratas que había conocido antes ni siquiera podían vestirse solos, no hablemos de cocinar todas esas son tareas de plebeyos y sirvientes. O esa es su excusa. La mayoría de los jóvenes aristócratas jamás habían trabajado en su vida. De allí viene el hecho de que la mayoría son arrogantes y derrochan el dinero de sus padres a su antojo.

Rosemary miraba entusiasmada a Arwin mientras esté comía la sencilla comida que ella le había preparado. No esperaba que le gustara tanto el arroz. No era lo suyo cocinar pero si de Arwin se trataba podría entrar a la cocina de vez en cuando para prepararle algo sencillo.

El joven duque se avergonzó al sentir la mirada de Rosemary pensando que tal vez podría haber descuidado sus modales. Sin embargo no le incomodaba el hecho de que esta lo mirara, porque no tenía una pizca de enojo en su expresión solo estaba feliz. A él le gustaba eso, el no tener que preocuparse por sus modales, el no tener que parecer un adulto. Le gustaba el sentirse libre, sin presión y sin ser juzgado por comportarse como lo que era. Un niño.

El tiempo empezó a transcurrir en silencio, solo se escuchaba el sonido de las cucharas cuando tomaban el arroz de los platos de porcelana. Para cuando terminaron Rosemary se levantó a dejar ambos platos al lavado en su versión más antigua.

–Voy a arreglar la cocina cariño, tú ayúdame. Por favor. – Con esto dicho empezó a lavar los trastes.

Al principio Arwin se aturdió pero después contesto–Si..si esposa–.No esperaba que ella supiera limpiar pero la mirada confiada la delataba. Lo había hecho antes por cómo se movía en la cocina. Después de lavar los trastes limpio la mesa con ayuda de su joven esposo y acomodó las sillas. Dejo todo como las sirvientas lo habían dejado no quería atrasar más su trabajo.

El joven duque estaba extremadamente sorprendido de que Rosemary hiciera esas tareas domésticas como si las hubiera hecho toda su vida aunque eso era imposible siendo la única hija de un marqués había crecido mimada y malcriada no había posibilidad de que ella supiera como hacer las tareas de los sirvientes. A pesar de los hechos ella ya había hecho todo eso antes. Cuando apenas se conocían ella pasaba la mayor parte de sus días ayudando a las sirvientas porque estaba aburrida. Fue antes de que el papeleo la bombardeara. Para Rosemary las tareas domésticas le resultaban gratas pues vivió una vida haciéndolas como Lizbeth y estaba acostumbrada. Al terminar de limpiar la cocina le dio las gracias a Arwin por ayudarla

–Cariño fue muy amable de tu parte ayudarme, gracias–Dijo dándole un beso en la frente.

–No tienes que agradecerme esposa. Siempre que pueda ayudarte lo hare.– Dijo notablemente complacido.

Una risita divertida escapo de los labios de Rosemary. –Que adorable es mi esposo.– Le piñizco las mejillas al joven duque dejándolas sonrojadas.–Espero que en un futuro recuerdes esas palabras.

El asintió con una sonrisa.–No las olvidare

La duquesa bostezo después de comer y jugar era el momento de relajarse. Se sentía muy cansada después de leer documento tras documento. Tomo a su esposo de la mano y empezó a caminar para atrás de la mansión en dirección al quiosco deteniéndose de vez en cuando para mirar alguna flor.

La Esposa Del TiranoWhere stories live. Discover now