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—Hola Nora, soy Mía —pronunció bajo, mientras guardaba su ropa en la mochila.

"—Mía, cariño, estaba esperando tanto que me llamaras. ¿Estás bien? Después de lo que ocurrió en la clínica, Dante nos dijo que lo mejor era esperar a que tú te contactaras con nosotros."

—Tenía ganas de ir a visitarlos —le dijo cerrando la mochila—. Tal vez esta tarde pase por su casa... ¿Puedo?

"—¡Claro que sí, cariño! Tus hermanos estarán felices de volver a verte. No te imaginas cuánto han preguntado por tí."

—Estaré eso de las cuatro o cinco, nos vemos, Nora —le dijo antes de cortar.

Había llegado a las ocho y media al departamento de Dante, encontrándolo vacío. El rubio no estaba en su hogar.

Había acomodado la sala, ya que había quedado con los adornos del día anterior. Tanto inflar globos para que acabaran todos en el cesto de la basura, que desperdicio.

Se sentó en el sillón, esperando a que Dante regresara, y contó las monedas que le quedaban en la billetera. Tal vez le alcanzaban para el autobús para ir a casa de sus padres adoptivos. O que la acercara lo mayor posible al lugar, ya que estaba como a una hora a pie.

Se había llevado algunas galletas que habían sobrado de la tarde. Dudaba mucho que Dante fuera a comerlas luego, además tenía más de tres cuarto de pastel y media docena de cupcakes si quería comer algo dulce.

Miró la hora en su celular, y suspiró. Casi las diez de la mañana, ella quería irse cuanto antes de allí, ya comenzaba a sentir ansiedad.

Se puso de pie, se colocó la mochila, y marcó el número del rubio, quien le atendió en seguida.

"—Mía, hasta que finalmente puedo hablar contigo. ¿Dónde estás? ¿Estás bien?"

—Sí, estoy bien —le dijo saliendo del departamento, cerrando la puerta con la llave—. Vine hasta tu casa y no estabas.

"—No, salí a buscarte temprano, y no te encontré, y... A las ocho iba a encontrarme con mi amiga, estoy volviendo ahora mismo. ¿Sigues en casa?"

—No —le dijo arrojando la llave por debajo de la puerta.

"—¿Dónde estás? Espérame y pasaré a buscarte."

—Estoy de camino a casa de una amiga —le dijo subiendo al ascensor.

"—De acuerdo ¿Vendrás a almorzar? Si no estás en casa, pasaré primero por el mercado entonces."

—No, Dante, no estaré para la hora del almuerzo.

"—¿Qué quieres para cenar entonces? Ayer tú hiciste todo sola, y me gustaría-"

—No voy a volver —le dijo sintiendo un nudo en la garganta, cerrando los ojos por un momento, antes de respirar profundo.

"—¿C-Cómo qué no vas a v-volver?"

—N-No —pronunció bajo, con lágrimas en los ojos, saliendo del ascensor—. Q-Quería hablar contigo, te esperé casi dos horas y no volviste. Pero me voy, Dante, regresé a tu casa sólo para buscar mis cosas, y hacerte saber que estoy bien.

"—No, no puedes irte, por favor, Mía, necesitamos hablar —le dijo en un tono nervioso—. Por favor, dime dónde estás e iré a buscarte."

Se alejó el celular, y se secó las lágrimas de las mejillas, para que no la escuchara, mientras salía del edificio.

"—Mía, Mía háblame ¿Sigues ahí?"

Negó con la cabeza y cortó la llamada, guardando el celular antes de abrazarse así misma, y continuar caminando. No era fácil abandonar el único lugar que había considerado su hogar.

Pero lo sabía muy bien, desde hacía mucho tiempo, que las personas como ella no tenían hogar, ni nadie que las quisiera realmente.

Lo único que generaba en los demás, era lástima o morbo. Y como sus padres adoptivos, Dante sólo sentía lástima por ella.

...

Hasta que seas mayorWhere stories live. Discover now