2

2.9K 366 30
                                    

—Bonito departamento —sonrió entrando, observando la sala—. No parece de un hombre.

—¿Por qué lo dices?

—Todo está limpio, ordenado.

—Ah, eso, soy simplemente pulcro, algo que mi madre me... Enseñó desde niño —murmuró lo último, cerrando la puerta.

La jovencita se giró y lo miró.

—¿Qué tipo de servicios estás buscando?

—Ninguno —pronunció mirándola a los ojos.

—¿Entonces por qué me trajiste aquí?

—No podías pasar la noche en ese estado sola, y muchos menos en la calle.

—Hm, no me fío de ti —sonrió.

—Ven conmigo.

Ella lo siguió por detrás, y ambos pasaron un pasillo, hasta que él abrió una puerta, encendiendo la luz de aquella habitación. Mía entró, y observó el baño.

—Toma una ducha.

—¿Por-?

—Te sentirás mejor —le dijo interrumpiéndola—. No te voy a cobrar nada, ni espero nada a cambio. Toma un baño, en las gavetas de la izquierda hay toallas limpias.

Dante salió del baño, y ella frunció el ceño... ¿Por qué él actuaba de forma amable con ella? Ningún hombre se comportaba bonito sin querer nada a cambio.

Quizás luego de bañarse, le pediría algo, mínimo que le practicara sexo oral.

Se quitó la ropa, y evitó ver su imagen en el espejo, tapándolo con una toalla. Abrió las mamparas de la ducha, y sonrió al ver que tenía una tina. Parecía un tipo muy bueno, de seguro no le molestaría si se relajaba unos minutos allí.

Había soñado siempre con llenar un tina de agua caliente y zambullir su cuerpo por completo en ella.

***

Para cuando Mía salió del baño, envuelta en una bata hacia la sala, se encontró con que Dante había puesto sobre la mesa del living dos platos, vasos y cubiertos, y en el centro, ensalada de lechuga.

—Siéntate.

Lo miró sorprendida, y asintió con la cabeza, tomando asiento. Unos minutos después, él regresó con una bandeja donde llevaba unas chuletas, y otra con puré de papas.

—Imagino que debes tener hambre.

—¿Todo esto preparaste en diez minutos? ¿O es qué ya estabas esperando a alguien?

—Te tardes cuarenta minutos en el baño, y en ese tiempo, preparé la cena.

¿Cuarenta minutos? Ni le había parecido ese tiempo, para ella sólo habían pasado diez.

—Esto huele muy bien —sonrió la castaña sirviéndose un poco de puré.

Dante asintió con la cabeza, y tomó una chuleta, luego un poco de lechuga con las pinzas, y después se sirvió el puré. Mía observó el plato de él, con cierta diversión.

—¿Eres chef o algo así?

—¿Por qué lo preguntas? —le inquirió sirviendo agua para ambos.

—Por la forma en que acomodaste todo en tu plato.

—Ah, no, soy muy organizado únicamente.

—¿Hasta para comer?

—Sí.

Lo observó cortar su filete a la mitad, y luego esa mitad en tres partes iguales, dividiéndola en tres nuevas partes más pequeñas, todas del mismo tamaño.

Frunció el ceño, y luego sonrió con diversión, tomando un poco de puré con su tenedor, llevándoselo a la boca. Al parecer, o era maniático del orden, o tenía alguna especie de trastorno.

—Para no ser chef, cocinas muy bien, esto está delicioso.

—Gracias, la verdad no sabía si iba a salir bien o no, porque me llevó un poco más del tiempo pensado.

—¿Por qué lo dices?

—Corté uno de mis dedos pelando una papa.

—Al parecer, fue una noche difícil para ambos —sonrió con diversión.

Cómo si sus golpes y moretones, fueran comparables con la pequeña cortadura de él.

...

¿Qué tipo de trastorno creen que sea? 🤔

Hasta que seas mayorWhere stories live. Discover now