c o n c l u s i o n

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Esta no es iglesia, aquí no se reza. Att. El de abajo y yo.

[...]

Empieza el día.

Se despierta.

Le toma unos momentos reaccionar de dónde estaba: en una gran cama solo con un mapache y sienténdose demasiado bien.

Tan bien cada vez que se despierta ahí.

Se sienta sobre el colchón y mientras juega con el anillo en su anular, intenta recordar lo que pasó la noche anterior:

Salió tarde del trabajo, Edgar lo pasó a recoger, fueron a comer a un restaurante, pasearon por el parque y compraron vino para el castaño antes de ir al departamento del mayor. Al menos había salido bien esta vez.

Mira a su alrededor y no hay nadie más en la blanca habitación, a excepción de Karl, quien dormía plácidamente junto a él, pero no le extrañaba aquello ya. Era raro, muy raro que Edgar usara la cama, es más, parecía nueva la primera noche que durmió allí.
Toma su teléfono para ver la hora (7:09 a.m.) y nota varias llamadas perdidas de la agencia, pero no le importa. Termina por darle unos mimos al mapache antes de levantarse de la cama e ir a buscar al dueño de la misma.

Sale de la habitación, con sus cabellos desordenados, teniedo puestos sus calzoncillos y una camisa dos tallas más grande que le cubría hasta los muslos.

El apartamento de Edgar era pequeño y acogedor, perfecto para el americano (y él, claro). Contaba con solo una pequeña sala, una cocina con una barra para comer y dos habitaciones, grande y pequeña, quedando una frente a la otra, y claro que la grande la había convertido en un estudio para su trabajo.

No toca la puerta, solo entra al estudio del mayor, encontrándolo a él.

Pantalones oscuros con una desordenada camisa de botones blanca y su cabellos desordenado. Demasiado lindo.

Poe estaba de espaldas a la puerta, revisando uno de sus libreros, tomando un par de libros mientras habla por teléfono en un fluído y bonito inglés. No nota que Ranpo entró.
El detective se apura a llegar al escritorio sin que lo note y se sienta sobre este, esperando a que su novio terminara esa llamada.

Lo único que entendía era "no", "of course" y "sir Fitzgerald".

A comparación de otros lugares de la casa, el estudio estaba desordenado. No era un desorden como cualquiera se imaginaría de desastroso, solo tenía algunas cosas fuera de lugar y varias páginas por aquí y por allá. Fuera de eso, el estudio era impecable y se caracterizaba por los grandes libreros llenos que tenía en tres paredes (la cuarta se salvana por tener una amplia ventana con una cortina rojiza) y por el amplio escritorio oscuro que tenía Edgar allí. Ah y la rebalsada papelera que tenía los escritos que no lograron safisfacer las expectativas de Edgar.

Y finalmente escucha un maravilloso "I'll see you later, sir" y cuelga. Poe suelta un suspiro y se gira, solo para asustarse al ver a Ranpo, quien se ríe por su reacción.

- dios, Ranpo, ¿Desde cuándo estás ahí? -pregunta, acercándose a él.

- buenos días, Edgar.

El castaño solo suspira frente a él y se acerca para plantarle un beso en la frente.

- buenos días, precioso. -susurra dulcemente.

Amaba ver que el castaño ya no tartamudeaba como antes al hablarle bonito o al tener gestos dulces con él o ser un poco más atrevido, que le saliera ya tan natural luego de tres meses juntos.

- pensé que seguías durmiendo. -le comenta el castaño mientras se sienta en su silla.

- acabo de despertar, -habla mientras se estira en su sitio.- no quiero pasar todo mi día libre durmiendo. Lo quiero pasar contigo~ -canturrea.

OUR SECRETS [ ranpoe/bsd ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora