Capítulo IV | Troy Bennett

138 24 0
                                    

✧✧✧

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

✧✧✧

El calor es insoportable.

Esa es una de las pocas opiniones en las que concuerdo, y comparto, con Eros. Ambos estamos muy satisfechos y alegres de vivir en nuestro adorado pueblito, donde las temperaturas no se elevan a altos grados, y ésto sin importar el cambio de estaciones; no como aquí, al otro lado del mundo. Australia me ha parecido hermoso, he visitado restaurantes de lujo y la estadía en el hotel cinco estrellas ha sido de las mejores experiencias de mi vida; materialmente hablando.

Sin embargo, odio que en enero, cuando en mi pueblito sigue siendo invierno y están acabando las nevadas, aquí sea verano y esté haciendo un calor insoportable que varía entre los treinta y los treinta y cinco grados centigrados. No lo soporto, lo juro. Aborrezco con toda mi alma esta clase de clima.

Comienzo a quitar cada prenda que vistió a mi cuerpo para la elegante cena con uno de los mejores jugadores y entrenadores de hockey del mundo; spoiler, fue un encuentro aburrido. Lo único que lo salvó para mi, fue que la estrella de la cena empezó a halagarme de vez en cuando, y a mis técnicas, mi resistencia, mi velocidad, mi puntería. Esta noche, la seguridad propia se había agrandado en mi mente, y el ego igual.

Espero que Eros se esté sintiendo igual, poderoso, dominante, sabiendo cómo controlar cada pieza y asunto en su vida; y sobre todo, en su nuevo trabajo. En verdad lo espero y, de manera contradictoria, lo dudo, porque lo conozco, y sé lo vulnerable que puede ser a veces; y con «a veces» me refiero a «casi siempre». Él posee un corazón hermoso, puro y noble, raramente con intenciones de hacer daño. Y cuando las tiene, es porque debieron hacerle eso mismo antes.

El sonido del agua de la regadera cayendo desesperada contra la cerámica del suelo, me saca de mis pensamientos, recordándome que es la una de la mañana y debería estar durmiendo. Esa serie me ha echo esto, soy tan débil, debería terminar de verla esta misma madrugada. Se me hará imposible irme a dormir estando a tan solo pocos capítulos del final, no podré hacerlo, o termino de leerla o paso toda la madrugada en vela haciendo teorías; de ambos modos acabaría sin dormir, por eso creo que me iré por la primera opción.

Eros es tan igual a mi en ese aspecto, bueno, pero él con los libros. Le encantan los thrillers y el misterio.

Apresurado, tomo la ducha y, cuando salgo, oliendo a menta, me sorprende ver a ese chico recostando de lado en mi cama. Se supone que esta es mi habitación del hotel y, además, que son casi las dos de la mañana, ¿cómo entró? ¿Qué le pasa? Sujeto mi toalla en mi cintura, antes de verlo a los ojos y enfrentarlo.

—Ya vete —ordeno, indiferente, mostrando desinterés, y me enfoco en ir hasta la cesta de ropa sucia para dejar allí la que sostengo en mi mano.

—¿Qué? ¿Acaso no me preguntarás cómo, en un principio, he entrado? —reclama, se nota que le importa.

Nope, y en realidad no me sorprende, no viniendo de ti.

Camino hasta el blanquecino armario y lo abro, empiezo a buscar un short y una bata.

—Troy. —Su voz sigue escuchándose como si reclamara algo.

—¿Qué? —Sin quitarme la toalla, por debajo de esta, me coloco un boxer celeste—. Te he dejado claro que lo nuestro no es correspondido, somos amigos, y así me siento bien.

—¿Nuestro? ¿Cómo que lo nuestro no es correspondido? —Hace una pausa, y yo me pongo la bata blanca para desatar la toalla y quitarla de mi cintura—. ¿Alguien impide que lo sea? ¿Para alguien lo nuestro no le corresponde?

Sí, así es, pero ese alguien ni siquiera lo sabe.

—No exactamente. —Sacudo mi húmedo cabello y ató la bata blanca, ajustándola a mi delgado abdomen.

—Es Eros, ¿verdad? —pregunta, y pasa de sonar exigente a sonar ¿débil?—. Sé estoy mal al seguir detrás de ti cuando lo de ustedes es serio y publico, pero... Troy, si te sientes obligado, si sientes que le debes algo que le corresponde, entonces el que está mal no soy yo, eres tú. —Lo sabía, la furia y el resentimiento claro en su voz al final de esas palabras me hacen saber que trata de...

—¿Tratas de meterte en mi cabeza? ¿Manipularme acaso para que lo nuestro —hago comillas con los dedos indice y medio de mis manos— se haga real —vuelvo a hacer ese gesto con las manos—?

—No...

—Lárgate, no te correspondo porque me sale de los cojones, ya supéralo de una puta vez, y déjame en paz. —Le señalo la puerta, la furia poseyendo cada parte de mí.

Él, sumiso y sin chistar, acata mis ordenes y se marcha, sabe que no le conviene pelear, cualquier alarido o demostración de violencia de nuestra parte haría que nos expulsaran del hotel, y eso no estaría nada bien ante los ojos de los noticieros y, sobre todo, de nuestro entrenador, del agente y del director deportivo. 

Tal vez he me pasado con lo último que le dije, pero es que estoy harto. Después del regreso de Eros, me sinceré con él y le confesé que solo había servido como un consuelo, como una manera de ahogar mis penas, y suena a que soy una mierda, y sí, tal vez lo soy, porque antes de ver el mensaje de Eros ese veintidós de diciembre, tenía en mente empezar un nuevo noviazgo; aunque sabía que por mi parte no correspondía, y solo me hacía sentir... ¿menos herido?

Eros...

El chico que acaba de abandonar mi habitación se merecía la manera en que le recordé la verdad. Había sido amable con él, le pedí cientos disculpas sin necesidad de que quisiera aceptarlas, le fui honesto, de todo corazón, ¿para que él venga a echarle la culpa a Eros? ¿Para que que insinúe que me siento obligado porque le debo algo a Eros? No, no me parece correcto.

Ha pasado casi un mes, y él sigue sin superarme, sin alejarse de mí para repararse y amarse a sí mismo, sigue ahí para mí, en vez de pensar en él; lo que desde un principio debió hacer.

Ha pasado casi un mes, y él sigue sin superarme, sin alejarse de mí para repararse y amarse a sí mismo, sigue ahí para mí, en vez de pensar en él; lo que desde un principio debió hacer

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Eterno sentimiento | Libro IIWhere stories live. Discover now