Capitulo I

7 1 0
                                    


Hola de nuevo cielo, es un gusto verte aquí, te quedaste y esa es la segunda sensación mas hermosa que he sentido hoy, la primera fue volver a ver tus ojos, esos que deslizas con tanto amor y delicadeza sobre cada letra, sobre cada palabra que habla sobre ti.

Quiero que leas acerca de cómo comenzó esto, como mi corazón se detuvo un segundo para luego latir con una intensidad increíble dentro de mi pecho, intensidad que aumenta cada vez que inicias un nuevo capitulo para así estar conmigo y yo, yo me siento tan cerca de ti que me muero de amor cada que vuelves.

Imagino que, si voy a morir, probablemente sea porque mi corazón no soporta la distancia entre mis letras y tú, mi amor, y decide salir velozmente de mi pecho para correr a ti y sentir tu calor, tu amor, tu piel.

Pero no te distraeré más, vamos al inicio, a ti llegando con una sonrisa hermosa a esa librería solitaria en medio de aquel invierno obscuro, ese día, donde el frio no entro contigo, sino, un calor abrazador y un olor dulce, como a flores del campo junto con tu característico café, el que portabas en tu mano derecha, que por cierto también olía delicioso.

Delicioso como todo acerca de ti.

Si me permites divagar un poco, quisiera mencionar que sigo sin entender como te gustaba tomar café frio, café frio en invierno, uno tan característicamente helado como ese en el que te conocí, y lo menciono porque ese fue el último para mi, desde entonces todas mis estaciones han sido cálidas y dulces, como tú.

Yo era un simple extraño que te observaba caminar por entre los pasillos buscando un libro que te atrapara, así como me atrapaste a mí, y fue cuando te acercaste, mi corazón latió a una velocidad ensordecedora que me hizo vibrar, me miraste y yo me sentí muerto, y fue ahí, justo en ese momento en donde pensé que todo estaba completo, alzaste tu mano, llevándola hacia donde yo me encontraba, pero no, te detuviste un segundo y al final no me elegiste a mí, fuiste por el que estaba justo a mi derecha, lo tomaste y con una sonrisa suave fuiste a una de las mesas, la del rincón, y te sentaste a leer ahí, por horas, cuatro y media para ser exactos, y yo, yo solo te observaba muerto de amor porque sabia que aunque no me habías escogido a mi tu estabas feliz y imaginaba que así, con esa delicadeza, en otro tiempo, me hubieras leído a mí. 

En otra vida / Becky BautistaWhere stories live. Discover now