༒12

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A lo largo de su vida, los momentos felices podía contarlos con los dedos de su mano.

Jimin no podía creer que catalogara "momento feliz" cuando estaba con Jungkook, ese pequeño espacio de tiempo que le dedicaba era todo para él y no llegaba a comprender por qué.

Cuando estaba a su lado era todo más sencillo, no necesitaba fingir nada, todo y cada una de sus acciones salían con fluidez y a Jungkook parecía encantarle como él se comportaba.

Solo había un pequeño problema que se hacía presente cada vez que Jungkook se marchaba.

Se miró sobre el gran espejo de la que ahora era su recámara, estaba semi desnudo, su trabajo lo hicieron perder el pudor totalmente y no le importaba solo andar con bragas por todo el pent—house, pero ese no era el punto en ese momento.

Y es que tenía miedo de lo que empezaba a sentir, era igual de profundo que la primera vez que supo que sería padre, aún que eran sentimientos muy diferentes, de nuevo sentía esa chispa en su interior y esa agonía de saber que su amor jamás sería correspondido, solo bastaba ver como Jungkook lo abandonaba al terminar con él, para Jeon, Jimin era solo su puto personal.

Una lagrima mojó su mejilla pero la limpió con brusquedad y es que estaba enojado consigo mismo, ¿cuándo iba entender que la felicidad no fue creada para él?

Dos toques sonaron sobre su puerta.

—¡Ya está listo el desayuno! —Sansa dijo detrás de la puerta cerrada.

—¡En un momento voy, gracias! —contestó mirándose por última vez.

Abrió uno de los cajones y sacó una de las pastillas anticonceptivas. Se asustó cuando no vio ninguna restante, tendría que decirle a Sansa que las comprara, Tenía que tomarse una lo antes posible.

Se vistió y bajo a la cocina donde Sansa había cocinado algo para él. Mientras comía con calma y en silencio no pudo evitar pensar que a pesar de todos los lujos de los que ahora podía gozar seguía sintiéndose vacío.

No había día en que Jungkook no le llevara algún obsequio como si se estuviera disculpando de algo que no entendía. Era extraño, desde que lo conoció siempre había pensado eso.

Después del beso que se dieron, nunca más volvió a besarlo de nuevo, y ni hablar de tocarlo. Aún con todas sus extrañeces podía notar que dentro de él había un buen hombre con un gran corazón que cubría a toda costa con su frialdad y le llamó la atención del porque era así.

—¿Se siente bien? —Sansa lo miró extraño.

Jimin estaba mirando a la nada mientras mantenía el cubierto sobre el aire. Parpadeo un par de veces dedicándole una gran sonrisa, negando. Picó un pedazo de fruta con el tenedor llevándolo a su boca.

—No es por ser indiscreto, pero ¿desde cuando trabajas para el señor Jeon? —preguntó sin querer parecer entrometido. Era poco lo que conocía de él, talvez preguntando podía saber más.

Sansa lo sopesó.

—Desde hace unos tres años... Yoongi fue quien me contrató.

Jimin mordió su labio, no quería preguntar más haya o incomodarla, pensó que esa sería toda su respuesta pero Sansa siguió hablando.

—El señor Jeon jamás se encuentra en casa, casi siempre come fuera pero las veces que pide que le cocine le hago estofado de marisco. De verdad le gusta ese platillo siempre come de más —rio mientras limpiaba la isleta y acomodaba el lugar—. Pero usted debería conocerlo más, es su novio ¿no?

Jimin bajó la mirada, Sansa no sabía qué clase de relación tenían ellos.

—Usted es al primero que conozco —siguió hablando sin ver el semblante triste de Jimin, le daba la espalda enjuagando algunos trastes en el fregadero —Bueno... usted y a una tal Jennie.

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