POR TI:

533 51 25
                                    

Bajó del tren faltando 10 a las 12. Palpó sus bolsillos para asegurarse de que el sobre siguiera ahí y suspiró aliviado. Por esas fechas las fiestas y el trabajo se volvían habituales y por tanto, la jornada terminaba mucho después de la hora estimada, eso traía más trabajo y para su suerte más dinero.

Cerró el zipper de su chaqueta pesada; una amarilla con franjas negras que a Sasuke no le gustaba. Con sus manos torpes por los guantes se acomodó el gorro tejido, y revisó su móvil para responder el último texto que él había enviado, tecleó rápidamente un "Ok" y una sonrisa antes de salir de la estación, adentrándose en la calle cubierta de nieve. Naruto recorrió a prisa el mismo camino de siempre, rumbo a casa, tiritando de frío.

Metros delante, en la esquina, la lucecita del minisúper alumbraba la calle solitaria. A esa hora y con ese clima la gente volvía temprano a casa y él era el único tonto caminando entre la nieve. Se apuró a entrar para escapar un poco de la insipiencia del clima. Al cerrar la puerta, la campanita atrajo la atención del dependiente que desvió la mirada de la lectura para saludarlo con una sonrisa amistosa.

- ¿Recados de última hora? - preguntó Kakashi apagando el televisor del lugar, a sabiendas de que sería el último cliente de esa noche.

-Sí, ya sabes cómo es esto, jamás se termina. - comentó el muchacho con cierta resignación y un poco de orgullo pintando su sonrisa.

Kakashi negó. -Anda, date prisa quiero ir a casa, mis perros me esperan.

Naruto soltó una risilla.

Se metió entre los pasillos, silbando alegremente, tomó un frasco de mermelada, un paquete de pan y un galón de leche. En el refrigerador vio una tartita congelada y chiquitita, la tomó y la nostalgia acarició su memoria, sonrió entre suspiros. Tras pensarlo un momento, la devolvió a su sitio, en un par de días podría comprarla. Escuchó a Kakashi poner los seguros de la puerta y apagar las luces de los pasillos por los que ya había pasado, se apuró, tomó todo lo que necesitaba y se dirigió a la caja.

Puso la canasta sobre el mostrador y Kakashi comenzó a cobrar los productos.

- ¡También cobra esto por favor!- De la chaqueta sacó una hojita húmeda que desdobló sin cuidado.

- ¡Fui! - expresó el hombre, viendo la cantidad del recibo de luz.

-Sí, sí, ya sé, es mucho más elevado que el último recibo que pague ¡Nadie me dijo que la calefacción costaba tanto!

-Todo cuesta Naruto.

-Sí, lo sé - respondió en un puchero. -es que era más fácil antes...

-Es una temporada, lo están haciendo bien - comentó Hatake con cierta pena, recibiendo una sonrisilla resignada como respuesta.

Mientras pasaba los artículos por la caja registradora, notó que la mirada del chico se desviaba hacia la parte baja de la vitrina de cristal a su lado. Después, avergonzado, miraba hacia la zona de las revistas o revisaba el móvil, fingiendo que no pasaba nada. Sonrió enternecido y con cierta picardía. « ¡Vaya forma de aprender la lección!» pensó Kakashi con algo de ironía. Los niños no deberían pasar por eso, no solos, no así.

- ¿Qué color quieres? - preguntó con ese tono plano e indefinido que a Naruto le costaba entender. Bien, tal vez no podía hacer mucho, pero podía ayudar a su manera ¿no?

- ¿¡Q- que?!

-Eso ¿Qué color prefieres? blanco, rojo, negro, azul, hay de sabores si lo prefieres, pero los tengo en la bodega - esta vez lanzó el comentario con malicia para suavizar el ambiente.

REBANADAWhere stories live. Discover now