Capítulo 7: Entra en mi Vida

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Terminó de hacer los dobleces que le faltaban para lanzar aquel origami que tenía escrito las disculpas por dejarlo ayer solo, no fue un buen gesto de su parte y lo tenía en claro, él estaba siendo tan amable y ella tan tonta al abandonarlo.

Vió que el origami llegó al balcón de Julio y se dio media vuelta para bajar a donde estaba su padre y que desayunen juntos, al llegar ahí se sentó frente a él y tomó su sandwich de queso que estaba servido.

__¿Hiciste nuevos amigos en la universidad, Isa?__preguntó su padre esperando ansioso su respuesta.

Claro que había hecho amigos, o mejor dicho uno, pero estar junto a él valía más que estar con diez personas, porque Julio le transmitía paz, aunque no era la persona más pacífica del mundo que digamos.

__Si, los amigos de Jandino ya sabes__mintió, la otra vez su padre había dejado en claro que no quería que se juntara con ninguno de la familia Peña y si le decía que paraba tiempo con Julio no sabía como reaccionaría.

__Me alegro por ti, además que en el corto tiempo que estuvimos aquí te he visto con una gran sonrisa y extrañaba verla, voy a tener que agradecerle a Jandi por eso.

Lo que Miguel no sabía es que Jandino no era el causante de su felicidad, Isabela tampoco lo entendía, pues se sentía más feliz de lo normal pero no sabía el porqué, sin embargo el causante vivía frente a ellos.

__Supongo que es porque estoy sin Alexander, algún dia te contaré la verdadera historia.

Escuchó a lo lejos como una puerta se cerraba y esperaba que fuera Julio para que puedan ir juntos a la universidad, así que se despidió de su padre lo más rápido posible y se paró de el asiento con su maleta para salir de su casa, al estar afuera se dió cuenta que si había acertado, Julio estaba adelante de ella caminando así que trotó para alcanzarlo.

Le pareció un poco descortés de su parte que la haya visto y que ni siquiera se dignara a saludarla, pero bueno, debía acostumbrarse a como era él.

__¡Ey! ¿cómo estás?__dijo alegre hasta que vió como su rostro tenía una expresión nula y su sonrisa desapareció de inmediato.

Una chalina le envolvía su cuello junto con una casaca gruesa que lo abrigaba del frío, sus ojos mieles estaban apagados y rojos, además que su mejilla estaba inflamada, algo le había pasado a Julio y de eso estaba segura.

__Bien__soltó susurrando pero su respuesta era fría__por cierto leí lo que escribiste, tranquila todo bien.

__¿Qué te pasó?__preguntó preocupada poniéndose de puntillas para ver su mejilla.

Frotaba delicadamente esta tratando de no lastimarle más de lo que estaba, sabía que eso no era un accidente y era ocacionado así que él no le podría mentir, le preocupaba verlo así.

__Me quisieron robar cuando estaba llegando a casa anoche, solo fue un pequeño golpe y no llegaron a quitarme nada__dijo restándole importancia a lo que había dicho.

__Es mi culpa, no debí irme con Jandino, lo siento__se sentía culpable, si ella hubiera estado con Julio quizás nada de eso hubiera pasado.

__No, es mejor que no hayas estado, eres demasiado débil y no te hubiera podido usar como escudo protector, no hubieras servido de ayuda.

Al decir esto río un poco haciendo que la chica se tranquilizará, le gustaba ver su sonrisa, esta era capaz de alegrarle el día, el tenía un poder en ella y ella en él, cosa que ninguno de los dos podía explicar.

Ambos caminaban contándose anécdotas o sobre su vida, conociendo un poco más, sin darse cuenta se estaban adentrando poco a poco en la vida del otro. Isabela se sentía cómoda a su lado, como si cuando estaba con el nada le faltase, Julio olvidaba todo cuando veía aquellos ojos café y esa sonrisa que era como su pequeño cofre de esperanza, ella era especial.

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