Julio 1376/Diciembre 1374

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29 de julio de 1376

Me desmoroné delante de Aurora, y de Mabel, y de Julius.

En pleno día de la coronación, me puse a llorar como una bebé.

Me odio.

Odio a James.

Odio la vida.

Odio que mis padres murieran.

Odio que Aurora sea tan terca.

Odio que no pude salvarla.

Odio que Walton me metiera en esto.

Odio existir.

Odio no lograr nada.

***

30 de julio de 1376

Hoy comienzo de cero. Mejoraré. Aurora no tiene que enterarse. Encontraré algo para lograr que James le perdone la vida, aun me cueste la mía.

***

1 año y 7 meses atrás...

***

12 de diciembre de 1374

Después de largos días de viajar, llegué al condado de Rhendhein. Me gustaría decir que la pasé muy bien en el viaje, pero no me gusta mentir. Fue apresurado, y al final del camino estaba mi prometido, así que no era demasiado interesante llegar.

Aurora diría que soy afortunada. Que yo si puedo salir, y que pude convencer a nuestros padres de poder visitar al conde antes de que nos fuéramos a casar. Mucho antes. Y que sí, que sí, estoy mucho mejor que ella, pero eso no significa que mi vida sea fácil, como ella cree.

No sé si hice lo correcto al pedir venir a Ment. Por un lado, creo que fue un movimiento brillante: no solo puedo viajar, sino que conozco otros lugares, gente nueva y, de una forma y otra, me voy haciendo a la idea de con quién me casaré. Brillante, claro. Pero también creo que metí un poco la pata, porque, antes, mi compromiso con el conde era algo que estaba lejos en el futuro, una idea en la que ni siquiera tenía que pensar. Ahora que lo conocí... Es una realidad. Y apesta.

No, en serio, ¡literalmente! Quiero creer que el olor natural del conde no es el de un caballo con diarrea, pero hoy que se me acercó así olía. Y eso no es lo peor, sino la forma en la que trata a los demás. Un joven sirviente se acercó para llevarse mis baúles a mi nueva habitación, pero se le cayó y logró que se astillara de una esquina, nada grave, la verdad. Pero el señor enojón se le paró encima y se puso a gritarle como si acabara de patear a su perrito. O a su hijo. O a lo que sea que a este señor sin corazón le pudiera importar.

Sin mencionar cómo largó a mis doncellas de la habitación. Les habló como si fueran sus doncellas, y como si fueran malas personas. Para que conste, no, son buenas personas y las aprecio. Así que no me gustó nadita la manera en la que les habló.

Y cuando me quejé, ¡me calló a mí! Nomás para que te hagas una idea del poco respeto que le tiene a la gente que no sea él. Es insultante.

En fin, me quedan mucho tiempo aquí y ya odio a mi compañía. Ahora que no tengo nadie con quién hablar, quizá retome mi diario y lo haga con más frecuencia, pero se me da fatal. Además, padre ya me regañó por usar demasiado papel, dice que si yo lo voy a pagar. ¡Pues que me deje tener un trabajo o algo primero!

Pero bueno, espero no tener la necesidad de desahogarme seguido, porque hablar con mis amigas ahora mismo es... bueno, imposible.

Hasta... ¿pronto? ¿Mañana? ¿Nuevo aviso?

En fin, tampoco sé despedirme. Ni de mí misma.

***

20 de diciembre de 1374

Ahora resulta que no puedo ni salir a los jardines sin el permiso de su eminencia. ¿Honestamente? Que se vaya al diablo. Es un asco de persona. Si mando un mensaje a casa, ¿padre me dejaría volver? Sé que hizo un trato con el conde para que me quedara por poco más de tres meses, pero, la verdad, estoy cansada.

Odio el lugar. Sí, la solariega está bonita. Tiene jardines bonitos que ahora mismo están cubiertos de nieve, y de vez en cuando salimos al pueblo y todo es maravilloso... hasta que le tengo que mirar la cara de nuevo a ese desgraciado. Ah, ¡cuánto lo odio!

Escribiré la carta a mi padre, aunque todavía no sé si la envíe. No sé, me quiero ir. No puedo ni imaginar tener que pasar las fiestas y mi cumpleaños aquí. Qué purgatorio, ¿qué hice para merecer esto?

***

25 de diciembre de 1374

Ayer, durante el banquete de Navidad, conocía a Walton, hijo del barón de Kimmer. Es el hombre más dulce que he conocido. ¡Y tenemos mucho en común! Me cuenta sobre su baronía, sobre su familia, sobre cómo le gusta bastante todo su trabajo con el ganado, y a veces incluso sembrar. Yo le cuento sobre mi vida y ambos nos sentimos tan... entendidos, supongo.

Como yo, él quiere una vida más allá de lo que tiene. Quiere conocer nuevos lugares, viajar, ir a fiestas, bailar, disfrutar la vida tal y como yo. Es como si hubiéramos nacido para conocernos. Es quizá una locura, pero... Ah, creo que me gusta. ¡Lo que diría Margery si me viera ahora! Seguro podríamos hablar de él hasta que no pudiera aguantar el sueño o algo. Se alegraría por mí.

Y también se entristecería, supongo, porque aunque me llegara a enamorar de él, sería imposible estar juntos. Tengo que casarme con ese asqueroso conde... Solo pensar en él hace que quiera huir, pero tan solo veo a Walton y jamás me quiero alejar de él. Nunca nunca más.

¿Estoy loca? Probablemente. Pero no me importa.

***

¡Hola! Perdón por actualizar hasta ahorita y que haya sido algo tan cortito, mi plan era comenzar la historia con esto más el primer capítulo oficialmente, pero me enfermé y he tenido que descansar y dormir más de lo planeado jajaja, así que me atrasé un poco. Pero no se preocupen, porque en cuanto lo tenga lo publicaré, supongo que este mismo fin de semana. Ya el próximo viernes seguimos como siempre.

Como ven, esta novela tendrá pedacitos del diario de Marie, para conocer su parte de la historia, que sé que a muchas les preocupó, sobre todo al final de LHD.

Muchas gracias por su apoyo, significa mucho para mí. Nos estamos leyendo, espero que estén bien. Les mando un abrazo ❤️

La reina durmiente: el legado © [TERMINADA]Where stories live. Discover now