Capítulo 20

17.4K 2.5K 2K
                                    

Él me observó con cierta confusión durante los siguientes segundos, buscando en mis ojos que estuviera hablando en serio. Su respuesta no fue inmediata como yo hubiese esperado, pero en parte lo entendí por lo repentina que fue mi pregunta.

—Sí. —dijo a la brevedad, sonriendo a medias y conteniendo parte de su agitado aliento para no lucir muy desesperado.

Yo no supe muy bien qué decir después de escucharlo. Estaba feliz, sumamente feliz y no cabía con mi propia emoción. Curveé los labios de oreja a oreja y él hizo lo mismo después de notar que su contestación me alegró de forma indescriptible. Me lancé a abrazarlo como agradecimiento por corresponder a mis sentimientos.

Áureo me recibió con los brazos abiertos, riendo por encima de su intranquilidad. Pegamos los cuerpos todavía más de lo que ya los teníamos, torso con torso. Me sujetó con firmeza por la espalda y giró solo un poco para que yo terminara encima de él. Rápidamente me besó en los labios, aunque con cierta ternura.

Quizás mi peso encima de su cuerpo terminó por sofocarlo con más rapidez que nuestra posición anterior, pues él lentamente se movió por debajo para sentarse aún sin detener nuestros besos. Recargó la espalda desnuda contra la pared contigua; yo me senté sobre sus piernas, rodeándolo con ambos brazos por el cuello.

Dejé que deslizara los dedos por la piel de mi espalda en caricias tenues y sutiles, provocando cosquilleos que me calentaban de más. Áureo podía sentir mis pequeños movimientos encima suyo cada vez que me tocaba, de cómo me arqueaba un poco y me obligaba a mí mismo a pegarme más a su cuerpo.

Yo le pasé una de las manos por el torso hasta la parte baja del abdomen. Me daba miedo ir más abajo. Él también se mantuvo en el límite, justo por donde empezaban nuestros bóxeres. No me agarró de nuevo la nalga como cuando estábamos en mi casa, aunque pudiera hacerlo.

Me despegué de su boca con cierto cuidado. Mantuvimos nuestros rostros muy cerca, nos miramos a los ojos con detenimiento. Mi corazón no paraba de latir con prisa, la cabeza comenzaba a dolerme. Temía ir más allá de lo que ya habíamos hecho, pero también tenía muchas ganas de seguir hasta el final.

—¿Solo nos vamos a besar? —Incliné un poco la cabeza, me obligué a sonreír por encima del temor.

De repente evadió la mirada. Recargó la cabeza en la pared, recuperó el aire. Podía ver que tensaba los labios y pensaba con rapidez.

—¿Qué más quieres hacer? —contestó en voz baja con otra pregunta.

—Lo que quieras —Bajé un poco más la mano, sin quitarle los ojos de encima.

Tiré hacia abajo del grueso resorte de su bóxer, lo suficiente para que lo percibiera.

No podía ni quería parar con lo que hacíamos. Estaba nervioso, ansioso, con ganas de descargar toda esta energía prohibida. Era muy probable que él quisiera lo mismo.

—Creo que es muy pronto para "eso" —enfatizó la última palabra. Lució un poco inseguro.

—¿Coger? —La desesperación me hacía soltar las palabras sin medirme primero.

Los dos abrimos los ojos más de la cuenta cuando me escuché. Apenado, me aparté un poco. Terminé sentado sobre sus piernas, enfriándome. Él asintió a mi pregunta, quizás aturdido por todo. Se le notaba la vergüenza y la excitación entremezclados.

—Podemos... ya sabes... —Cerró el puño izquierdo y lo movió de arriba abajo, como si agitara una botella de jugo antes de abrirla.

Agitar el jugo, claro.

Pero yo sabía que se refería a masturbarnos. No era tener sexo con mi primer novio, con quien apenas llevaba diez minutos de relación. Mi novio... Áureo era mi novio.

El aroma a lavanda [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora