23

20 5 0
                                    

Un suspiro salió de mi boca al sentir como besaban mi mejilla una y otra vez. Aún adormilada, sonreí sabiendo que se trataba de él. Me abrazó pegando mi espalda a su pecho.

-Despierta, mi amor. Alguien está buscándote.

Abrí mis ojos lentamente y frente a mi, estaba parada Sasha.

-Creo que tiene hambre.-señaló ella.

Fred me soltó para que pudiese sentarme en la cama. Solo entonces ella pasó de sus brazos a los mios a mi pequeño bebé.

Lo vi mover sus bracitos y mientras bostezaba, sus mejillas se sonrojaban más de lo que ya de por si las tenía. Sasha soltó un suspiro lleno de ternura que me hizo sonreir. Lo acomodé de la manera en la que las enfermeras en el hospital me habían sugerido para amamantarlo.

Alimentarlo no era algo sensillo. Menos por el hecho de que mis pezones eran de un tamaño pequeño. A Fred solía darle gracia lo berrinchudo que se ponía la pequeña bolita roja entre mis brazos cada vez que se frustraba porque no podía sostener mi pezón por mucho tiempo en su boquita. Yo también me frustrasba. Me frustraba no poder alimentar a mi hijo por culpa de estos.

Pero, poco a poco nos íbamos adaptando.

Fred se inclinó, pasaba su mano por su cabecita. Sus cabellos eran dorados y sus ojos azules me tenían tan cautivada. Era mi pequeño bebé. Ni siquiera había necesitado de algo más que mirarlo para amarlo. Para sentir que lo único que quería en mi vida era su bienestar.

-Que feo eres, Dallas.-murmuró su padre ganándose una mala mirada de mi parte.

-Feo tienes el culo.-atacó Sasha.

-Eso es mentira. Dicelo, cariño.-pidió.

Negué con diversión.

Dallas cumpliría tres semanas dentro de dos días y se sentía que había sido ayer cuando casi me desmayaba por el dolor que había sido el sacarlo de dentro mio. Poco a poco los tres nos adaptábamos a vivir con un bebé. Y aunque la mayor parte del tiempo era yo quien estaba con él, pues ambos trabajaban incluso jornadas completas casi diario, solían dejarme dormir un par de horas cuando estaban presentes.

A Dallas le gustaba despertar a media noche a comer y también a hacer sus necesidades básicas. Siempre me lo hacía saber por medio del llanto. Por esa razón aprovechaba para descansar un rato mientras ellos se peleaban por quien tenía el turno de cambiar sus pañales. Odiaban hacerlo. Más cuando era del numero dos.

-Oigan... quería decirles algo.-inició Sasha.

Ambos le prestamos atención en lo que dejábamos que el pequeño rubio, como ella estaba llamándole todo el tiempo, continuara comiendo.

-Invité a Felix a cenar mañana... con ustedes.

Sonreí.

Había empezado a salir formalmente con él un par de meses atrás. Se le veía muy feliz y me alegraba que aquellas inseguridades se hubiesen ido de ella.

-Perfecto, lo pondré a prueba.

-¡¿Qué?!-chilló.-No, no pudes avergonzarme, Virginia di algo.-pidió.

-Es solo para asegurarnos que estás en buenas manos.-le seguí el juego a mi novio.

Sasha se quejó.

-No me hagan esto.

-Es tu primer novio, Sasha. Claro que voy a darme el gusto de avergonzarte frente a él.

Hizo un puchero y se inclinó acercándose a Dallas.

-Cuando seas grande tú y yo huiremos lejos de estas malas personas, pequeño rubio.-Dramatizó.

𝙹𝚞𝚗𝚝𝚘 𝚊 𝚎́𝚕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora