ᵘⁿᵒ

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Seonghwa, desganado, se sentó en el sofá de su departamento, solo.
Sentía que necesitaba compañía. Su familia vivía en otra ciudad, no tenía muchos amigos ni pareja. Era un joven recién graduado de la universidad, con un empleo medio, y un apartamento pequeño.

Había llegado de su oficina, era viernes, último día de trabajo, decidió salir a caminar para ver si podría distraerse de alguna forma.
Salió a la calle y comenzó a pasear. El atardecer se acercaba, por lo que la ciudad estaba bañada con los últimos rayos de sol.

Mientras pasaba por una cuadra cercana, un movimiento negro en una vidriera captó su atención.
Se detuvo y observó de que se trataba.
Un gato negro lo miraba con sus ojos dilatados y pura curiosidad.
Seonghwa sonrió y saludó al animal a través del cristal.
El gatito levantó una pata y la apoyó en la superficie. Park se agachó, llevó su dedo índice y simuló tocar la patita del felino del otro lado del vidrio.

—Parece que le caíste bien. —Habló un muchacho apoyado en la entrada del local.

El peligris se levantó.

—¿En serio?

El chico, que a juzgar por su uniforme parecía trabajar allí, asintió.

—¿Te interesa? —Preguntó señalando al gato negro, el cual seguía mirándolo.

—¿Perdón?

—Si quieres adoptarlo.

—Oh...

Seonghwa nunca había tenido una mascota. Sus padres nunca se lo permitieron, por lo que no sabía cómo se sentía. Sin pensarlo mucho, y con la idea de que la compañía de aquel animalito no le haría daño, aceptó.

—De acuerdo, ¿Que tengo que hacer?

—Sígueme.

Park caminó detrás del empleado, dentro del lugar. Solo le hizo anotar algunos datos. El peligris además compró comida, un arenero, y un acolchado puff.

El chico se aproximó al minino en la vitrina, lo cargó en brazos y se lo ofreció a Seonghwa. Éste no sabía cómo sostenerlo.

—Solo deja que se acomode en tus brazos.

Park tomó al gatito y lo apoyó en su antebrazo. El felino se dejó cargar y rápidamente se relajó en las manos de su nuevo dueño.

—¡Gracias por adoptarlo, espero que se lleven bien, adiós! —El encargado agitó su mano despidiéndolos.

El peligris llegó a su casa, cargado de productos. Se adentró en el lugar y dejó a su nuevo compañero sobre el sofá, mientras acomodaba el arenero en una esquina y su camita en la habitación.
Volvió a la sala y se sentó al lado del animalito, el cual lo miraba espectante.

—Bueno, hola. Soy tu nuevo dueño.

El gato, cohibido, se quedó en su lugar.

—Emmm, debería ponerte un nombre, ¿No?

Seonghwa se sintió idiota por hablarle sabiendo que no iba a responderle.

—Okay, te llamaré... Sangie.

Park observó por unos segundos al felino azabache. Era muy tierno. Sus orejitas eran grandes y su pelaje muy suave.
Levantó una mano, con el impulso de acariciarlo. El gatito se alejó temeroso.

—No voy a hacerte daño, Sangie.

Siguió extendiendo su brazo, hasta que la punta de sus dedos llegaba a rozar la naricita del minino.
Seonghwa pasó su dedo índice, acariciando la nariz y frente del gatito, para luego pasar su mano por su cabeza.

i won't bite ;; seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora