𝐭𝐫𝐞𝐬

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La libertad.

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Yacía con la cabeza baja, observando su lápida. Ahí yacía Erwin Smith, comandante, líder, amigo y hermano, había entregado su corazón, y muerto como todo un soldado. No había manera de sentir consuelo ante su ausencia, aún trabajaba con eso, pero podía estar aquí frente a esa tumba y no sentir impotencia. El día estaba nublado, como si supiese que estaría aquí, sintiéndome como aquel día. Aunque los días pasarán, los sentía grises, no llegaba un día que pudiera volver a sol desde que te fuiste. Mis manos estaban colocadas en mis bolsillos, mi cabello estaba amarrado en una coleta alta. Llevaba en mi cuello aquel pañuelo color blanco, ese que solía a veces amarrar en mis correas. No traía su capa, quería cuidarla más que nunca, pero si traía el recuerdo de nuestra madre en mi ser. Al menos, ambos se han reunido en la otra vida, esa que nos inculcan cuando crecemos, que más allá de la muerte, en otro mundo alterno, están los que se han ido de este; viviendo de manera plena. Me era inevitable vivir sin ellos, o recordarles, lo más difícil de vivir en este mundo. Morir era simple, todo se detenía, mueres. La parte difícil era ver a la gente a tu alrededor morir, porque tienes que seguir viviendo sabiendo que ellos se han ido, pero tú sigues aquí. Si, esa era la parte más difícil.

Sobrevivir, y ver morir a las personas, saber que pudiste haber hecho más, pero no lo hiciste. Todo se detiene, todo duele, y deseas tener un objeto para retroceder el tiempo, y llegar a tiempo, pero no es así. Estaba consiente que cada victoria traería un sacrificio con un gran costo, uno del que no podía ser capaz de sobrellevar, un costo de dolor y tragedias, pero aún así, estaba aquí con la esperanza de que tú sacrificio haya valido la pena, y que al final, la luz arrope a este oscuro mundo, y les haga brillar con esperanza. Continué mirando su lápida, sentida en emociones que me eran difícil de sacar de mi cabeza. Sentía alivio, volví a donde tanto me costo regresar, pero era difícil saber que muchos como tú, no podrían estar aquí. Me preguntaba, ¿a quien más tendría que ver morir? Era una preguntaba que me atragantaba por su amargo sabor, me era difícil imaginar a uno de los que quiero, morir sin más. Cerré los ojos, sabiendo que Eren y Armin no tendrían una larga vida, que no podrían ver infinitudes de cosas más allá de estos muros, ese era el costo más grande la humildad, no tener el tiempo suficiente para vivir. Giré mi mirada ante sentir leves pasos, observando sus azulados ojos mirarme de manera neutral, y como sus manos sostenían varios ramos de flores, las cuales lucían realmente relucientes.

-Sabía que estarías aquí.-me indicó Armin, acercándose a mi lado.-Vengo siempre a traerle flores, suponía que era algo que harías si no te hubieses ido.-comentó, arrodillándose y dejando las flores aún lado de aquella tumba.

-Sin duda.-le acepte, viéndolo arrodillado.-Gracias, Armin.-le agradecí cuando se levantó, quedándose a mi lado.

-Es lo menos que hubiese podido hacer.-dijo, mirándole.-Después de todo, es por él que aún vivo.-musitó, de manera entristecida.

-Armin.-le llame, viendo esa mirada, aquella apagada que me hacía sentir culpable por todo lo que tuvo que aguantar luego de haber sido el elegido.

-Cuando te fuiste, sentí un vacío que no pude llenar o aliviar. Era como si hubiera perdido una mitad de mi ser, me sentía culpable.-me interfirió, antes de que pudiera empezar hablar.-No podía ver de lejos a una persona que me hacía sentir que era valiente, y es por eso que no podía dejar que ese día murieras.-le miraba, sintiendo esa presión en mi alma cuando vi sus ojos húmedos.-Viviría como un cobarde, y con sufrimiento, él tú morir, me haría morir por dentro, y prefería ser yo, antes de que fueras tú.-sus lágrimas se desprendían, mientras que yo recordaba ese agrio día, y lo difícil que fue.-Por eso hice que tus cables se desprendieran, y volaras con el vapor, estaba dispuesto a morir por la persona que me hizo sentir que no estaba solo, que tenía un propósito, no podía perder a mi hermana.-explicaba.-Así que, podría haber soportado tu ausencia, estando lejos, pero jamás podría haberla soportado, si ya no hubieses estado aquí. Así que dime una cosa, ¿aún estás enojada conmigo?-me pregunto, mirándome con sus ojos humedecidos, los cuales soltaban lágrimas de a poco.

𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐔𝐒 ── 𝐒𝐍𝐊Where stories live. Discover now