Capitulo 1

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Actualizada 30/06/16

P.D.V Danna

La gente normal duerme hasta tarde los sábados, disfrutando y liberando todo el estrés acumulado en la semana, pero lamentablemente ese no es mi caso. ¡Exacto! Me encuentro a las nueve de la mañana un sábado en un tonta clase de Piano.

El profesor trata de que yo y mis otros dos compañeros aprendamos la estupida escala de Do, ¿pero cómo aprender algo que no quiero aprender?, la mejor manera de perder estas aburridas clases era pidiendo permiso para ir al baño, cosa que a menudo hacia y esta vez no era la excepción. Alcé mi mano para que el profesor pudiera verme y en cuanto me presto atención le pedí el permiso, permiso que claro me concedió.

Camine hasta el baño y me di cuenta que el lugar estaba tan vacío y era tan depresivo todo aquí,  me entró un escalofrío inmenso así que mejor seguí con mi camino.

Me coloqué frente al espejo y saque de mi bolso mi pequeño estuche de maquillaje y comencé a retocarlo, comencé a tararear una canción, desconocía su nombre pero claramente me la sabia, sin pensarlo dos veces comencé a menear mis caderas al ritmo de mi tararear, pero algo me hizo parar en seco. Una puerta de algún baño se había cerrado con demasiada fuerza, provocándome algo de miedo e incomodidad.

Un poco más calmada me acerqué al espejo y me concentré de nuevo en mi maquillaje, mientras arreglaba mi labial pude observar como algo se movía dentro de las sombras, me giré para ver qué ocurría.

- ¿Hay alguien ahí? - pregunté, aunque era algo tonto puesto que claro está nadie tiende a responder esa pregunta.

Cerré los ojos y tape mis oídos al momento en el que las puertas se comenzaban a cerrar de golpe, una después de otra. Abrí levemente mis ojos y pude ver a dos hombres vestidos de negro acercándose, uno hizo una seña con la mano y lo siguiente que recuerdo es un golpe en mi cabeza.

(...)

Mi cabeza dolía y estaba casi segura de que en cualquier momento estallaría, me preparé mentalmente para cualquier cosa que pudiera suceder. Con mucho esfuerzo y dolor abrí mis ojos, trate de tallarlos con mis manos pero estas se encontraban atadas a mi espalda.  No tenía ni la más remota idea de dónde estaría, y eso sin duda era lo que más me aterraba.

- ¿alguien me escucha? - pregunté, sin obtener respuesta alguna.

La habitación estaba demasiado oscura, no podía distinguir nada así que trate de hacer lo mejor para visualizar algo.

Lo que parecía ser una puerta se abrió dejando entrar un poco de luz, aunque no lo crean mi corazón se aceleró al máximo, me emocioné al ver un pequeño rayo de luz.

- ¿hay alguien ahí? - pregunté.

La puerta se cerró con fuerza y la oscuridad volvió a reinar en la habitación.

- bueno, creo que has despertado ya - habló alguien.

- ¿dónde estoy? ¿Qué hago aquí?

- en estos momentos estas en el país de nunca jamás, en donde no envejecerás y vivirás feliz por el resto de tu vida - Dijo la persona de la que aún no había visto nada.

- ¿qué quieres? - pregunté ya harta de sus respuestas tan sarcásticas.

- ser el rey del mundo, pero no se puede.

- quiero irme - dije - ahora, quiero irme ahora, ¡devuélveme a la escuela o llévame a mi casa! - grite enojada y al borde de las lágrimas.

- con la pena cariño - sin saber que se encontraba tan cerca de mí, colocó un dedo en mi mentón y luego apretó mi mejilla.

- me lastimas imbécil - exclamé con un poco de dolor.

- cariño te aconsejo que no me alces la voz nunca, puesto que te ira peor - dijo suavemente - ¿tienes hambre?.

- no - exclamé - solo quiero largarme.

No recibí respuesta alguna ante aquello y cerré mis ojos con cansancio, estaba aterrada, tenía frío y claro que tenía hambre, mi estómago comenzaba a sonar, pero no probaría nada que me ofrecieran.

Abrí mis ojos ya que sentí un poco de luz y al abrirlos me encontré con dos caras enmascaradas de negro, cubrían la identidad de aquellos evidentemente hombres. Uno tomo mi mandíbula con brusquedad y medio abrió mi boca, mientras el otro acercaba una cuchara con lo que fuera eso, aunque no se viera nada comestible, me hicieron comer a la fuerza, claro llore ya que el agarre en mi mandíbula era demasiado brusco y dolía demasiado.

Al terminar mi "comida" los dos hombres salieron de aquel lugar, habían olvidado el pequeño detalle de apagar la luz así que pude visualizar mucho mejor el lugar. Para ser un área evidentemente de secuestros no estaba nada mal.

Cada minuto que pasaba tardaba más que el anterior y eso comenzó a molestarme, estaba desesperada necesitaba salir. No sé cómo pero de alguna extraña manera me comenzó a dar demasiado sueño pero no podía dormirme, moría del frío y no había nadie a quien pedirle ayuda.

- ¿alguien? ¿Hay alguien ahí? - grite más fuerte que las veces anteriores.

Las luces se apagaron y sentí un escalofrío recorrer toda mi espalda al escuchar la cercanía de la voz.

-  ¿qué ocurre?

- muero de frío - dije.

- ¿acaso la niña pequeña tiene sueño pero necesita su manita? - dijo de manera burlona.

- por favor - pedí

- lo siento cariño, tendrás que morirte de frío, mañana veremos si sobrevives.

- eres un animal incapaz de sentir compasión por alguien- grite furiosa.

Recibí una cachetada de su parte.

- te he dicho que no me alces la voz.

Sin más, no volví a escucharlo así que deduje que había salido de la habitación. Acomode mi cabeza hacia un costado, sabía que al despertar me dolería, pero al parecer pasaría la noche en una incómoda y diminuta silla.

Aún no me dormía cuando vi abrirse la puerta, por ella entraron dos hombres e imagino que dedujeron que dormía, puesto que simulaba estarlo, y eso les dio la confianza de quitarse aquella máscara que cubría sus rostros.

¡Mierda!

Enamorada de mi secuestrador || Mario Bautista || Terminada (editando)Where stories live. Discover now