Nochevieja (Parte 1)

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Habían decorado la roulotte unos días después de comprar las decoraciones gracias a la insistencia de Maca. Luces de colores, ornamentos y toda clase de adornos brillaban dentro y fuera de la caravana embelleciéndola. Su pequeña casa estaba más que lista para recibir la Navidad, fecha para la cual faltaba muy poco. Más allá de decorar la roulotte, no tenían ningún tipo de plan para celebrar las festividades. Iban a pasar Nochebuena y Nochevieja en casa, quizá cocinando, bebiendo un poco de alcohol y simplemente disfrutando de la compañía mutua. Ninguna de los dos era capaz de aceptarlo abiertamente, pero el simple hecho de estar juntas en su hogar hacía de estas navidades una de las mejores que habían tenido en mucho tiempo.

Desde la noche que fueron al cine un par de semanas atrás, y que compraron las decoraciones navideñas, Zulema no había podido dejar de pensar en la cámara polaridad que había visto en el escaparte de una de las tiendas a las que entraron. Su primer pensamiento había sido que era patético tener tantos deseos de comprarla, pues no tenía sentido, ¿para qué iba a usarla de todos modos? ¿Qué recuerdos podría querer guardar de su vida actual? Vivía en una simple caravana, se escondía de la policía, robaba para vivir, y estaba volviéndose cada día más loca. Había momentos donde sentía que su cabeza no funcionaba como antes, tal vez era la edad, o los traumas constantes desde que era una niña, o quizá simplemente su cerebro se había cansado luego de luchar tanto. Pero lo cierto era que ya no era la de antes, se estaba haciendo mayor, cada día estaba más cansada y le pesaba más la vida y los demonios que cargaba a sus espaldas. Sus únicos momentos de paz se los tenía que agradecer a Macarena, sin ella estaría perdida, la rubia era lo único que le quedaba. Pero sabía que no se quedaría con ella para siempre, y eso le dolía. Maca nunca se lo decía con todas sus letras, pero siempre hablaba de su sociedad como algo que tarde o temprano estallará y las hará separarse. Quizá no era tan mala idea decidir comprar la cámara después de todo, así podría tener recuerdos para cuando su matrimonio de conveniencia caducara. Pero a decir verdad, ella no se veía a sí misma jugando con una camarita, tomando fotos a todas horas, en realidad le parecía patético. Pero eso no significaba que no quisiera tener esos recuerdos de alguna manera u otra. Por eso se encontró a sí misma una tarde, pocos días antes de Nochevieja, frente a la misma tienda donde vio antes la cámara. No quería que terminara el año sin tener dicho aparato entre sus manos. Había decidido dárselo a Maca como regalo, a ella sí que le gustaría tomar fotos. Y tal vez así, si veía en papel lo que tenían juntas, no querría irse tan pronto.

...
Se sintió ridícula entrando a la tienda y tomando una de las cámaras de la variedad que estaban a la venta. Pero más patética se comenzó a sentir cuando llegó a la caja registradora para pagar y tuvo que tener interacción con la cajera. Las interacciones humanas no eran lo suyo, y siempre resultaban incómodas. Pero tenía que hacer esto rápido si quería salir de allí lo más pronto posible con la bendita cámara y limitar el tiempo de socialización con el resto de personas en el lugar.

—¿Es todo lo que va a llevar? —preguntó la cajera mientras tomaba la cajita con la cámara dentro y la pasaba por el sensor de cobro.

—Eh... sí. —respondió Zulema evitando mirar a la joven a la cara, de repente algo captó su atención y estiró la mano para tomarlo. —Y esto. —le entregó un rollo de papel de regalo de color dorado.

—Ah, ¿es un obsequio? —cuestionó la chavala intentando hacer conversación, pero Zulema no estaba de humor para pláticas.

—Sí. —respondió tajante.

—¿Para su hija?

Zulema tragó con dificultad, esa palabra dolía, el simple hecho de escuchar que alguien hacía referencia a su hija, una hija que tuvo y que ya no vivía, era como si le clavaran un puñal en el corazón.

Bajo un cielo de nubes blancasWhere stories live. Discover now