Capítulo 1: Impotencia aprendida

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Tomó un corredor entero repleto de pinturas rubias gritando Sangre Sucia Inmunda antes de que Hermione aceptara que la Mansión Malfoy no tenía pinturas de Salazar Slytherin. "Pero en el vociferador de tu padre," ella insistía, y Abraxas Malfoy intentaba interrumpir y contrarrestar los argumentos de Draco mientras él explicaba que era un invento de su padre, nada más.

"Tengo mucha sangre antigua", Draco le dijo, "Pero ninguna del fundador de Slytherin"

"La fundación de Hogwarts es tan fascinante", Hermione comentó emocionada, solo para que Abraxas Malfoy interviniera de nuevo.

"Nunca se te debió de haber permitido la entrada en los sagrados pasillos de Hogwarts, deshonrosa mocosa."

"Silencio, Abuelo", le dijo Draco.

Llevó a Hermione fuera del corredor de retratos, y hacia el exterior en donde dos escobas les esperaban: La vieja Cometa 260 de Draco para Hermione, y su nueva Nimbus 2001 para él. Hermione se había reído al imaginar los celos de Ron cuando la vio, solo para que Draco le contara que había convencido a su padre de no comprarle al equipo completo de Slytherin las mismas escobas. La Nimbus rugía más rápido en el cielo que las escobas de la escuela, como el contraste entre su propia varita de unicornio y la varita de nogal en su bolsillo ahora. Le reconfortó que sería capaz de satisfacer a su padre al lograr entrar al equipo de Slytherin haciendo una prueba como todos los demás.

Y tendría una mejor escoba que Potter este año, pero no es como si marcara alguna diferencia. Potter obtendría su Saeta de fuego en el tercer año de todas formas, y aún así podía volar mejor que Draco con o sin esa escoba. Draco seguía soñando con Harry Potter volando. Algunas veces en partidos de Quidditch, con Hogwarts y sus brillantes banderines como un manchón de color detrás de él bajo la luz del sol. Y algunas veces era de noche, deslizándose lentamente a través de las masas de sombra, sus brillantes ojos verdes mirando ingenuamente a quien fuera que hubiera ganado el derecho de estar a su lado.

Si, solo sería la mejora de la escoba de Draco en esta ocasión. No habría tenido ningún remordimiento en dejar que su padre comprara su lugar en el equipo de nuevo, pero no valía la pena soportar lo fastidiosa que se pondría Hermione si se enteraba. Sin mencionar la hostilidad adicional que avivaría en Potter hacia él, lo que Draco justificó temer con el fundamento de que ya estaba grande para pelear con niños. Y entonces su padre accedió a dejarlo jugar Quidditch a su manera, y retirar su asistencia con una exasperada pero tolerante mueca.

Eso había sido parte de su acuerdo: Tolerar a su única amiga hija de muggles, permitir correo y visitas, a cambio de obedecer a su padre y jugar para Slytherin ese año, a pesar de haber estado en contra. Habían dado vueltas a eso por semanas antes de llegar a un acuerdo, ayudado por la determinación de Draco de no permitir a su padre acercarse a un radio menor de metro y medio de él, y levantar su varita cada vez que su padre parecía tener intención de ponerle las manos encima.

Mantuvo las palabras de Severus sobre usar Langlock en mente, pero solo tuvo que usarlo una vez. Después de recibir la tercera carta de Hermione, su padre intentó arrastrarlo a los calabozos como solía hacer. Draco había conjurado Langlock lo suficientemente fuerte para enviar a su padre retumbando por las escaleras. Había esperado la golpiza de su vida, pero en su lugar consiguió extraer algunas garantías a cambio de remover el embrujo. Aparentemente su padre valoraba el uso de su lengua. Si Draco había inventado algunas presuntas consecuencias de deterioro en caso de que no se removiera rápidamente el hechizo, bueno, eso era culpa de su padre por creerle.

A cambio, la primera concesión de Draco había sido una que no le había dolido para nada aceptar: un voto solemne de no enviar correo o recibir visitas de la única especie que su padre odiaba más que cualquier muggle o sangre sucia en el país: Un Weasley.

Draco Malfoy y el Heredero de Slytherin (#2)Where stories live. Discover now