𝟑. 𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐬𝐜𝐞𝐧𝐬𝐨 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐭𝐢𝐬, 𝐆𝐮𝐬𝐭𝐚𝐛𝐢́𝐧

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— ¡Pídele un ascenso al viejo! — llevaban más de media hora discutiendo, Dan insistía en que Fred fuera y le pidiera un ascenso al superintendente. Mas, el de pasamontañas blanco se negaba rotundamente a ir, pedirle un ascenso y terminar ganándose unos porrazos que le terminarían dejando inválido.

— Ya te dije que no, coño. Ya fue mucha suerte que hubiéramos ganado este puesto — Fred (o Gustabo fuera de esa máscara), se cruzó de brazos y se recostó en la parte delantera de 'calvo', su patrulla. Miró de reojo la comisaría; estaban en el parking de esta, esperando que saltará algún código, mientras sucedía terminaron en esa situación.

— Pero tío, fuiste tú el que nos hizo ganar este puesto, no va a ser tan difícil está vez. — el de máscara negra estaba frente al mayor, mirándolo con ojos de cachorro, esperando ser así aceptado.

— ¡Fue por un aporrear un civil, subnormal! ¿Qué quieres que haga ahora? ¿Voy y golpeó a tu rusky de mierda a ver si nos ascienden a comisarios? Vete a tomar por culo.

Fueron unos cuantos segundos de silencio donde Dan parecía cuestionarse las palabras de su mejor amigo y compañero de trabajo, en parte había razón en las palabras del rubio.

— Ve y aporreas otro civil... Es una opción viable. — se encogió de hombros mostrándose despreocupado ante esa estúpida idea.

— Mira me cago en tus muertos, ¡No voy a aporrear a nadie! Qué ahí si nos meten a perpetua y todo por tu puta obsesión de ser inspector. — el ojiazul se enderezó dejando caer sus brazos a cada costado de su cuerpo. Se dio media vuelta con la intención de meterse a su patrulla, pero las manos de su compañero atrapando su brazo derecho le hicieron frenar.

— Mira, mira. Le dices de forma tranquila, si te amenaza o algo le dices que es una broma, ¿Qué te parece?

Gruño por lo bajo antes de soltarse del brazo y enfrentarlo, siendo claras los centímetros de altura que le llevaba el menor, pero eso no imponía tanto como la postura rígida - y claramente enojada - de Gustabo.

— Voy, le digo que tú, —hizo énfasis en la última palabra— quieres un ascenso de mierda. Si no resulta y me termina golpeando voy a tu puta casa y la quemó. — amenazó dándole pequeños empujones con el dedo índice de su mano izquierda.

El chico de ojos heterocromos asintió frenéticamente dando un par de pasos hacia atrás para darle paso a Fred.
Este último suspiro dando 1/4 de vuelta, emprendiendo camino, está vez hacia comisaría. Subió las escaleras y camino tranquilo hasta llegar a las puertas que daban a la recepción. Agarró las barandas de metal que había en las puertas de cristal y empujó, abriendo y dando paso al lugar lleno de civiles.

Aceleró su paso esquivando toda persona que disponía a acercarse y pedirle ayuda en una denuncia (las cuales podía asegurar que eran una mierda). Ya por fin se adentró a una de las tantas puertas azules que rodeaban el lugar y subió las escaleras Interminables.

— Me cago en tu puta existencia, Horacio. — susurró el ojiazul cuando pudo llegar al piso correspondiente donde estaba la oficina de su superior.

Avanzó un poco más hasta lograr llegar a su destino, con sutileza golpeó la puerta del despacho, esperando impaciente la orden de poder ingresar.

— Adelante. — fue la voz de su jefe darle la oportunidad de abrir la puerta, encontrándose con la amplia oficina, y con Conway sentado en su silla de cuero, frente a su escritorio, mirando fijamente unos papeles que tenía en sus manos, frunciendo el ceño ante las diferentes cosas que sus iris cubiertos por los lentes iban leyendo.

— Buenas, super— con un saludo el rubio terminó de adentrarse al lugar, cerrando la puerta detrás suya y caminando hacia el escritorio del azabache, quedando frente a la madera del lado que daba hacia la salida, con sus manos detrás de su espalda y su espalda rígida.

Semana Norteña || IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora