Capítulo 10: ¿Por qué soy mala persona?

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Todo a mi alrededor era tan monótono y vacío, el ambiente se veía tan apagado que, por alguna razón, lo relacioné a cómo me estaba sintiendo.
El trayecto que recorrí hacia el colegio resultó ser mucho más corto de lo acostumbrado, suponía que era debido a la escasez de personas a mi alrededor y la falta de tráfico, puesto que, había salido mucho más temprano lo que acostumbraba. Como mencioné, todo estaba triste, había poquísima gente caminando sobre las veredas y el cielo estaba gris, daba la sensación de que en cualquier momento se desataría una fuerte lluvia.

La inestabilidad del clima de invierno siempre ha sido algo muy marcado, sobre todo, en esta zona del país —la costa —. Literalmente, hay días en los que hay lluvias torrenciales que son capaces de inundar ciertas zonas de la ciudad, dañar los motores de los autos e incluso, casas, sin embargo, también existen días en el que el calor es infernal e insoportable, tanto así, que muchos solemos sentirnos sofocados, a punto de una insolación que es capaz de desmayarnos y debilitarnos.

Cuando llegué al colegio, pocas personas estaban a la entrada, lo que me permitió entrar al lugar con facilidad y sin que revisen mi uniforme de pies a cabeza. Que le enviasen un informe a mis padres porque uso mal una parte del uniforme, es realmente estúpido, porque se supone que las prendas deben hacernos sentir cómodos.
Me introduje en el pasillo esquivando a la gente que caminaba a mi alrededor, no quería estar a la vista de nadie, ni siquiera de mis amigos, así que, decidí desviarme hacia las escaleras que estaban a un lado. Estas tenían forma de espiral y dirigían a las personas a distintos puntos de la infraestructura, por lo que me fue sumamente fácil llegar a la terraza.

Esta zona en específico no cuenta con un techado, ni siquiera de lámina. Tiene una buena vista de toda la infraestructura, la cancha sintética de fútbol, los árboles que decoran la entrada lateral, las casas e incluso edificios cercanos.

Caminé lentamente hacia el borde, para poder observar durante unos segundos, la distancia que me separaba del suelo. El panorama era muy bueno y la ventisca que acompañaba el día, logró mover mi cabello de un lado a otro, lo que me hizo dar cuenta que este se encontraba más largo de lo habitual.
Dejé que mi skate, el cual aún seguía sosteniendo, reposara en el suelo, luego, metí mi mano en uno de los bolsillos más pequeños de mi mochila para poder extraer el último cigarrillo que me quedaba, finalmente, de mi bolsillo saqué el encendedor que había usado para decorar mi piel la noche anterior y encendí el cigarrillo.

Lo mejor de este lugar es que es desolado, pocas personas vienen aquí y, cuando sé que tengo compañía, nunca son maestros, los que suben suelen ser parte del personal de mantenimiento de la institución o parejas que vienen a hacer sus cosas asquerosas porque no pueden aguantarse para otro rato, he visto cosas realmente repugnantes.
Rodé los ojos por recordar aquellas cosas y boté un poco del humo del cigarrillo, a través de mis labios.

Estas cosas siempre me han parecido estúpidas, ¿Por qué no pueden calmar sus deseos carnales en otros momentos? ¿Por qué las personas siempre deben depender de alguien?

No es que yo necesite depender de alguien, pero siempre he sentido la necesidad de sentirme protegido y querido por alguien a quien nunca se le ocurra abandonarme, aunque no es posible, porque todos, en algún momento, se van. Espero algún día encontrar a alguien especial, que sea capaz de entenderme y aceptarme por cómo soy en el interior, sin embargo, sé que es algo prácticamente imposible.

¿Quién querría estar conmigo de esa forma?

Tomé una nueva calada del cigarrillo, pero en esta ocasión llevé el humo hacia mis pulmones, para luego, sacarlo por mis fosas nasales.
Fumar hace que me relaje un poco en ciertas ocasiones, quita mi estrés, no obstante, no he encontrado nada que se compare a la sensación de autolesionarme, eso es mejor.

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