Capítulo 20

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Yoshida sostenía a Kageyama del cuello mientras lo miraba con los ojos llenos de enojo.

─ ¿Tienes idea de lo que hiciste? ─ dijo mientras apretaba aún más su agarre alrededor del cuello del azabache, quien luchaba por conseguir un poco de aire que llegara a sus pulmones. ─ Ese hombre es alguien con mucho dinero y por tu culpa perdimos la mitad de lo que ganamos. Todo por un estúpido niño.

Cuando terminó de decir esas palabras lo arrojó al suelo con rudeza, haciendo que el ojiazul soltara un quejido mientras tosía buscando recuperar el aire que había perdido.

Tobio miraba a Yoshida con miedo, parecía que era el mismo demonio al que miraba a los ojos en ese momento. Su cuerpo no podía dejar de temblar al sentir la mirada asesina de ese hombre sobre él.

─ Eres un estúpido demonio que no entiende nada ─ Le dio una patada en el estómago haciendo que Kageyama se retorciera en el suelo polvoriento.

Cuando estaba por darle otro golpe una voz se escuchó en el lugar.

─ ¡Espera! ─ Dorian miraba a Yoshida de manera un poco insegura y temerosa, ahora no estaba tan seguro de haber abierto la boca.

Todas las miradas se posaron sobre él haciéndolo sentir pequeño en su lugar. Tobio lo miraba con asombro y agradecimiento por su inesperada interrupción. Yoshida lo miró iracundo, estaba esperando una respuesta, y si no era lo que quería escuchar, entonces todo estaba acabado para Dorian.

─ Si lo sigues golpeando no podrá pelear mañana. Si gana podrías recuperar el doble de lo que perdiste hoy ─ dijo de manera segura, algo que lo sorprendió hasta a él mismo.

Yoshida gruñó pateó una vez más a Kageyama, quien soltó un quejido mientras se hacía un ovillo en el suelo cubierto de polvo. Yoshida chasqueó la lengua y se apresuró a salir de la jaula con el ceño fruncido.

─ Si no ganas juro que te mataré ─ Esas frías palabras hicieron a Tobio temblar en su lugar, sabía que no lo mataría, pero le daría una golpiza lo suficientemente fuerte como para que deseara estarlo.

Las personas comenzaron a dispersarse por el lugar, nadie prestó atención en el momento en que Dorian entró a la jaula de Kageyama, quien seguía mirando en la dirección por la que Yoshida se había ido del lugar.

─ ¿E-Estás bien? ─ dijo Dorian mientras se agachaba para quedar a la misma altura que el ojiazul, quien parecía estar perdido en sus pensamientos más profundos.

─ Lo viste, ¿no es así? ─ dijo Kageyama sin mirarlo.

─ E-eh ─ Dorian no sabía de qué estaba hablando el chico, parecía que ya había perdido la razón.

─ A Ev... Al niño, él... ─ No pudo terminar su frase, las lágrimas se arremolinaron en sus ojos y en poco tiempo comenzaron a caer por su mejillas, haciendo que Dorian abriera sus ojos ante la sorpresa. ─ Él... lo hizo sin que yo dijera nada.

Dorian dudó por un momento, pero aun con la inseguridad gobernando su cuerpo, le dio un abrazo al azabache. Dejando que llorara, sintió su pecho encogerse al escuchar los desconsolados sollozos de Kageyama.

No sabía a qué se debían esas lágrimas, si a la alegría de que alguien, además de él y Arabella, por fin había hecho algo por él, o si era tristeza porque jamás lo volvería a ver.

De cualquier manera, dejó a Kageyama llorar mientras él se limitaba a observar su cuerpo maltratado. Jamás lo había dicho, pero sentía una increíble admiración por Kageyama, porque, a pesar de todo, seguía decidido a escapar, algo a lo que él se había rehusado a que pasaría.

Bajo el calor de tus alas [Kagehina]Where stories live. Discover now