💌Prólogo: El cupido travieso y los dos destinados

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Jimin jamás fue como los demás cupidos

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Jimin jamás fue como los demás cupidos. Siempre hizo lo que creyó correcto y no lo que le decían que era correcto. Y esta vez no fue diferente.

Todo empezó en un día soleado en la capital de Corea del Sur, Seúl. El ángel rubio sobre-volaba la ciudad con aburrimiento. Una toga corta blanca era lo único que cubría su cuerpo. Sus pies estaban descalzos y sus alas abiertas en todo su esplendor.

Jimin observaba impasible el movimiento de los humanos varios metros debajo de él. Muchas veces se preguntó que tal sería vivir como uno de ellos. Su curiosidad siempre fue mayor que la de los demás ángeles.

En medio de su tranquilo vuelo, se encontró con un gran cartel con la imagen de Kim Taehyung en él. El hombre castaño era el rey y monarca de ese país. El rubio sintió que su corazón se apretó cuando observó bien la imagen.

Taehyung siempre fue un hombre amable y brillante. Sus sonrisas eran las más cálidas que Jimin había visto en su vida. Sin embargo, dos años atrás, cuando el rey perdió a su esposa e hijo en un accidente, su sonrisa desapareció. El dolor emocional fue demasiado para él.

Aquellas 2 personas eran su única familia, por lo que el soberano se quedó completamente solo luego de su muerte. Ahora, rara vez se le podía ver con una expresión de felicidad, y la mayoría de ellas eran fingidas.

— ¿Aún no sonríe? —Jimin se preguntó con tristeza—.

El joven ángel apartó la mirada y continuó con su vuelo, esta vez buscando alguna pareja para espiar un rato. Él amaba el amor y por lo tanto le gustaba observar como las personas lo expresaban.

En su camino, se encontró con muchas escenas terribles que solo le recordaban la fealdad que poseían los humanos. Desde asesinatos, robos, estafas y traiciones hasta el bullying y la intimidación.

Sin embargo, una escena en específico lo hizo detenerse.

— ¡Ya tienes 18! ¡Puedes mantenerte por ti mismo! ¡Sal de mi casa de una maldita vez! —gritaba una señora avejentada, empujando a un joven pelinegro de la puerta de su casa y lanzándole una maleta a medio cerrar—.

— P-Pero, señora Hye, yo no tengo a donde ir.

— ¿Crees que eso me importa? Te cuidé durante los últimos 3 años, desde hoy ya no eres mi problema. No vuelvas más—y la mujer cerró la puerta en la cara del joven—.

Jimin se sintió incluso peor. El chico de espaldas a él desprendía un Aura tan pura que era casi imposible que un humano la poseyera. Se parecía más a la de un ángel.

Ese pelinegro, probablemente, después de su muerte se convertiría en un ángel de alto rango. Quizás hasta en un Serafín.

Finalmente, el aún adolescente dejó de observar la puerta de la casa y se agachó para recoger las pocas cosas que se habían salido de la maleta, limpiando algunas lágrimas de sus mejillas.

Cuando se levantó, Jimin pudo observar bien su rostro por primera vez; y entonces, una voz en su cabeza le susurró el nombre de aquella alma: Jeon Jungkook.

Y quizás el rubio hubiera seguido su camino para evitar que la tristeza lo carcomiera. Lo hubiera hecho si no fuera por las sensaciones que lo invadieron.

Jimin sintió como su corazón se aceleró, su piel se erizó y sus cabellos se crisparon. Y cuando miró a los ojos negros de Jungkook, en la cabeza del rubio apareció la imagen de Kim Taehyung. Y entonces lo supo.

Supo que iba a meterse en problemas nuevamente.

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En el amor no hay reglas [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora