*Cuarenta y cinco*

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Voy a mi habitación y decido hacer lo que no pensé que haría, sin embargo, no hacerlo sería muy injusto. No después que él me escribió. Sería muy injusta si no le despidiera de forma honesta. Tomo mi teléfono subo a mi cama y le envió un mensaje.

"Lo siento no quise herirte, solo que fue inevitable. Deseo que todo salga bien en tu operación, de corazón.", escribo y envío, dejo el teléfono sobre la cama y camino hacia el baño para quitarme la ropa y colocarme el pijama. El teléfono suena deteniéndome, quiero seguir caminando, pero no puedo, y me enojo porque una parte de mí quiere tomarlo.

¡Diantres!

Me devuelvo a la cama y lo tomo antes de que se cuelgue, al ver su nombre, sé que será así, y le odio por eso. porque me recuerda que no solo él no puede resignarse.

—¡Luke! —contesto agitada.

—¿En serio lo sientes? —pregunta al otro lado y yo suspiro hondo, muy hondo.

—Sí... —esbozo.

—No te estoy culpando Allie.

—Pero yo si me siento culpable por no poder ser clara.

—Ya lo sé todo.

—Luke...

—También me tomó por sorpresa.

—Yo...

—No pueden esconderme eso, Allie, en qué mundo creen que viven —le escucho quedarse en su estilo pedante.

—No... iban a hacerlo...

—De entre todos tú...

—Luke...

—Sabía que tu padre estaba en la lista, es por eso que me atreví a conocerte.

—¿De qué hablas?

—No te tropecé en el aeropuerto por casualidad, estaba molesto, pero quería conocerte.

—No... entiendo...

—Lo presentí Allie, y mamá se molestó conmigo por querer buscarte. Ella me dijo que no estaba bien, que al final solo nos dañaría; pero no me importó. Quería conocerte, aunque ya lo había hecho antes.

—¿Antes?

—Cuando caíste al río —menciona un recuerdo que no quería remover y entonces la realidad de esos ojos azules como el océano vuelven a mí y aquel día en el lago, ahora entiendo que era eso lo que quizás recordaba.

Mamá no lo sabe, papá nunca se lo contó, solo porque finalmente no pasó a mayores, aunque me gané un trauma de por vida.

—¿Eras tú?

—Así es, por eso te salvé por segunda vez, pero no quiero esto, Allie. No quiero que sea realidad, porque si es real tu ya no me volverás a hablar.

—Luke...

—Pero supongo que así tiene que ser, si lo hacemos, será mucho más cruel que mi enfermedad.

—Luke...

—Pero sin importar que, te quiero Allie. Pero al igual que ocurre con las luciérnagas, ese sentimiento debe morir por el bien de los dos.

—Luke... —pronuncio una vez más y espero que me corte, pero no lo hace, su respiración al otro lado me da impulso para creer que quiere que sea yo quien diga lo siguiente en esta conversación—, amé... la noche de las luciérnagas —añado y me quedo en silencio.

—Yo también Allie, y espero verlas otra vez.

—Lo harás.

—Así espero —dice y me cuelga.

Suspiro hondo, muy hondo llevando el teléfono a mi pecho, dejándome caer en la cama. Un poco contenta en medio de todo, porque Luke no me odia y ahora estoy entendiendo que su alusión a proclamarse veneno, no es por él, es por su enfermedad, y ruego que él gane esa batalla.

***

Un chico malo en mi verano✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora