16 de diciembre

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Pasé gran parte de la noche pensando en todo lo que había pasado en los últimos días y el como le tomé tanto cariño a esos lindos ojos azules, eso me seguía asustando un poco. No podía negar que era guapo, bueno, es una maravilla. Aceptar que me gusta verlo me hace sentir como una adolescente; me ruborizo e intento ocultar el rostro entre mis manos mientras suelto una risita, y me gusta hacerlo. También descubrí que estoy loca por su acento, prestando más atención al como lo dice que lo que realmente dice, ahora entendía el porque resaltaban tanto eso cuando me hablaban de él.

Tomé mi teléfono, que estaba sobre el escritorio de mi oficina, con la intención de mandarle un mensaje a Anne pero me distraje con el chat de Robert, que aun no borraba. Abrí su foto de perfil y la miré intentando prestar atención a cada detalle de ella.

 Abrí su foto de perfil y la miré intentando prestar atención a cada detalle de ella

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En definitiva no era su mejor foto, pero lograba llamar la atención. Me gustaban los pliegues que se hacían a cada lado de su boca y el pequeñito hoyuelo que se le formaba en el lado derecho, cuando sonreía se notaban aun más. Pasé más de cinco minutos viendo la foto cuando me llega una notificación de un mensaje, era de él. De inmediato aventé el teléfono dando un golpe seco contra el escritorio, mi corazón latía con rapidez y mi respiración estaba acelerada. Lo volví a tomar con miedo y con la mano temblorosa abrí el mensaje.

"hola" decía su mensaje, muy expresivo. 

"hola" respondí, lo leyó inmediatamente.

"estás en la editorial?" ¿qué?

"si, es mi trabajo, tengo que estar aquí" a veces si que era pero idiota.

"te veo en el recibidor en 5 minutos" mi teléfono volvió a golpear con el escritorio.

Los nervios me estaban comiendo viva, sentía que me podía dar un paro cardiaco en ese preciso momento. Tomé un pequeño neceser que tenía guardado y rápidamente fui al baño para lavarme los dientes y mojar mi rostro con agua fría, a la vez que hacía respiraciones para calmarme. Verifiqué que mi maquillaje no se hubiera arruinado, me arreglé el cabello y regresé a la oficina. Le susurré a Madeline un adiós y entré en el elevador, su cara era un poema pero no dije nada, no podía.

Al abrirse las puertas del ascensor mi corazón se paró definitivamente, estaba ahí, mirándome con esos intensos ojos azules. Me sentía pequeña, quería abrazarlo pero no me movía, estaba estática.

-Isabel.-ronroneo mi nombre de una manera exquisita.

-Robert.-logré decir.

Aparentaba la imagen de un hombre rudo y elegante, pero sus ojos delataban las mismas ganas de abrazarme, cosa que hizo, tomándome de la mano y jalándome hacia él. Escondí mi rostro en su pecho y aspiré su perfume, haciéndome sentir mariposas en el estómago. Podía oír su corazón, que latía con rapidez.

-Lo siento,-dijo a lo bajo.- soy un imbécil.

-Creí que eso lo tenía que decir yo.-rió.

-Por favor, hazlo.-tomó mi rostro entre sus manos.

31 Days of DecemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora