31 Days of December

31 de diciembre, primera parte

Nunca había sido una persona inestable mental y emocionalmente, pero en el último mes me lo había cuestionado más de lo que me gustaría admitir. De cierto modo no era todo mi culpa, pues no sabía que al enamorarme de Robert significaría el reencuentro de nuestras familias y que el futuro de la editorial dependiera de ello. Sí tan sólo me hubieran advertido, o si me hubieran dado un pequeño avance, quizás hubiera estado preparada para todo lo que iba a venir. Pero no era así, esto era mi realidad y tenía que vivir con ello, quiera o no. No me arrepentía de ninguna de mis decisiones, pero si que había pagado caro por ellas.

Como todas las noches en la última semana me la pasé pensando y analizando cada detalle, cada decisión y cada error que había tomado en los últimos días, lamentándome más por unos que por otros, atormentándome a mi misma. Estaba determinada en hacer que Robert volviera, pero al pasar tiempo conmigo misma me hizo cuestionarme si realmente era capaz de hacerlo o si al menos era una buena idea; ¿cómo se supone que lo haría? ¿llegaría simplemente con él y le diría que regresáramos? ¿me tendría que disculpar? ¿me aceptaría de vuelta? Imaginé posibles escenarios de lo que podría pasar: desde un ferviente encuentro con un apasionado beso, hasta un golpe en la cara y una pierna rota, cruzaba los dedos para que pasara lo primero. Había pensando un plan pequeño y sencillo con Anne, Ettan y mis padres, todos apoyaban la idea de que lo mejor sería hablar con Robert y dejar muchas cosas en claro, en la espera de que nuestra relación se salvara. Ta parece que todo el mundo nos quería juntos.

-¿Estás ahí?-preguntó Anne pasando una mano frente a mi cara para llamar mi atención.

-Si, perdón,-respondí.- ¿preguntaste algo?

-Solo decía que te has quedado sin una ceja.-respondió de manera seria.

De inmediato miré al espejo que estaba frente a mi para ver que aun tenía la ceja, Anne de inmediato comenzó a reír a carcajadas mientras yo intentaba recuperar el aliento, fue una buena broma.

-Anímate, has estado seria desde que hemos llegado.

-Lo siento, sólo estaba pensando...

- En Robert.- asentí.

- No sé si podré hacerlo, no sé que hacer.-dije con un puchero.

-Creo que lo primero que deberías hacer es relajarte, no lo lograrás si estás a media crisis nerviosa, disfruta de este momento.-cerró los ojos para que le pudieran ponerle un facial.

Nos estábamos preparando para una fiesta de año nuevo que habría esta noche en el centro de Seattle, mamá nos había hecho una cita para que nos arreglaran  y consintieran, más que nada para animarme de mi depresión de los últimos días. Anne aceptó gustosa la oferta, yo repelé un poco no muy convencida y animada, lo único que quería hacer era estar en casa comiendo todo lo que tendría en el refrigerador y viendo películas en Netflix.

Dejé que terminaran de trabajar mi piel en lo que pensaba en la situación: al parecer Robert estaba invitado a la fiesta de esta noche, aunque no era seguro que fuera pues no había confirmado su asistencia, o al menos eso había escuchado mamá a través de su contacto. El plan era el siguiente: arreglarme de tal manera que quede impresionado y maravillado conmigo, llamar su atención y acercarme a él para que podamos hablar, después de eso sería improvisar. Sonaba como un mal plan, y hasta cierto punto lo era, pero lo que menos teníamos era tiempo e imaginación para idear algo más, era la última oportunidad, ya que se rumoreaba que regresaría a Londres después de esta noche.

Cuatro horas fue lo que nos llevó para estar totalmente listas; Anne había optado por un look más sencillo y romántico, a final de cuentas ella no tenía que impresionar al chico que le gustaba pues ya lo tenía comiendo de su mano, pero yo si que tenía que hacerlo. Escogí un vestido entallado, dorado y brillante, siendo diferente a los últimos dos que había usado tanto en la fiesta de los Bennet como en navidad, si lo iba a sorprender me aseguraría de hacerlo bien.