Un ensayo sobre los acontecimientos que podrían dar al traste con la actual humanidad. No acabar con ella, sino renacer y cambiar totalmente el triste panorama de la Tierra.
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Escribir sobre algo que puede llegar a suceder es quizás una tarea requerida de Fe. Y la Fe es el resultado de la Sabiduría al igual que ella lo es del Conocimiento.
Todos deberíamos tener fe, tal tenencia otorgaría a la sociedad, especialmente la occidental, un alto status de sapiencia. Saber y conocer es acceder al conocimiento. Y cuando decimos que tenemos conocimiento se supone que tenemos plena consciencia de la verdad de los hechos. Tal verdad, cuando anida entre el corazón y la mente humana, denota sabiduría. Y entonces, solo entonces, cuando una persona puede decir que tiene Fe.
Tener fe es pues un requisito imprescindible para exponer una supuesta verdad a los demás, aun a riesgo de que a nadie le interese la verdad. La insistencia en la fe, para transmitir algo que conocemos y creemos puede ser interesante para otros, debería ser el secreto que se transcribe en un texto pero cuyas letras no son visibles.
El tiempo que nos ha tocado vivir, puede que sea una oportunidad mas espiritual que económica y social. Muchos de los grandes investigadores y escritores que se han marchado, hubieran dado incluso su propia vida por estar en estas décadas del siglo veintiuno.
En estos momentos en los que un bichito nos tiene a todos encerrados y tremendamente individualizados, resulta fácil decir, ¡esto es el fin! Incluso resulta fantasioso y como vestido de una acidez mágica. Pero la verdad no tiene pasado ni futuro, sencillamente es.
La individualidad que el bichito procura en el ser terrestre, tiene básicamente dos vectores de conocimiento, que el hombre debería aprovechar o como se dice vulgarmente, "sacar provecho". Es momento de buscar a Dios. ¡Si! tal y como suena. El ensimismamiento social ha de ser útil para que todo individuo, con consciencia, se pregunté ¿Quién es o quién soy? Este primer vector de conocimiento que conduce a la sabiduría o debería conducir, ha de llevar de la mano a todo ser terráqueo a otra segunda pregunta, ¿Tengo Alma? Una tercera, ¿A qué Dios venerar? Una cuarta, ¿Qué es la vida y qué la muerte?
El segundo vector, directamente nos conduce hacia los demás. Nadie estamos solos a pesar de que el camino de la vida a la muerte y de esta a la vida, es algo individual. Aquellos a los que llamamos "los demás" son esenciales para nuestro caminar. ¿Qué hacemos por los demás? ¿Acaso el ser humano ha de ser alguien al que solamente le importa su ego? Engordar nuestra cartera, tener una gran casa y un lujoso coche o incluso estar junto a otra persona a la cual le brotan los euros por los bolsillos. Eso denota que los demás nos importan muy poco o casi nada. Preguntarán, ¿Y todo esa plática, qué tiene que ver con el posible final de los tiempos? Y mas aun, ¿Qué es eso del final de los tiempos?
De tal cosa, de la que no se acostumbra a hablar y los que lo hacen inmediatamente son tachados de Casandra, maldecidos como a brujos de mente exótica, va la verdad sobre el final de los tiempos. De una majadería que viene de muy antigua, de cuando el hombre buscaba el conocimiento que anida dentro del ser y no en los triunfos foráneos.
Dado que no se acostumbra a visitar librerías, yo personalmente opto por escribir pequeños artículos, que no cansen a la gente y pueden serles útiles. Útiles cuando de golpe un día y así, como de golpe, vean llegar a Santa Rita a lomos de los caballos del Apocalipsis.
