Capítulo 31✔️

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Narrador Samantha Romanoff

¿Alguna vez has sentido como tu pequeño mundo se desmorona frente a tus ojos?

Pues eso me acaba de pasar, preferí pasar por alto el tonito y la amenaza implícita de Drag, y decidí prestar atención al mensaje oculto en sus palabras "estás conmigo o en mi contra". Estaba consciente de que la guerra empezaría pronto, lo intuía desde mi cumpleaños. Pero tener la seguridad de que ya inició, me perturbo.

En este mundo las guerras silenciosas, son las que dejan más heridos

Drag al ver que no respondía ni me movía me soltó y salió de la habitación no sin antes asegurarme que regresaría pronto y que quería una respuesta para entonces. Enseguida que sale escucho como le pasa llave a la puerta. De seguro piensa que voy a ir tras de su zorra. Ganas no me faltan, y es que sé perfectamente que si la vuelvo a ver y me vuelve a molestar soy capaz de cometer asesinato.

Pasan veinte minutos y yo sigo en la misma posición. No me puedo mover lo único que mi cerebro puede hacer es procesar el hecho de que estoy frente a un gran peligro. Empiezo a analizar mi situación y la de mi familia.

Los Romanoff básicamente fundaron la Junta. Así qué, una traición por parte de ellos sería intolerable e imperdonable. Mi padre está a punto de jubilarse y dejarme a mí como líder, en teoría claro está. Todavía sigue oculto el traidor en nuestra familia. Drag tiene mucho poder con o sin la Mafia Alemana, ya de por sí, pertenece al alto mando de los ejércitos; y hasta donde sé, es apreciado por su país. El matrimonio con Drag fue una especie de amenaza o advertencia para la Junta, fue como gritarles Sabemos lo que planean y ya tomamos cartas en el asunto. El Fantasma tiene ojos y oídos en todas partes, para muestra está o estaba Edward, además del capital que posee, este sujeto es un enemigo muy listo del cual hay que protegerse. Sin contar que existen por lo menos cinco líderes que quieren ver muerto a Drag, y otros cuatro que quieren ver muerto a Dimitri, en otras palabras, sí el golpe final no lo asesta el Fantasma, existen otros tantos líderes que estarán felices de hacerlo. La Junta, ella siempre ha envidiado a mi familia por sus riquezas; la mayoría de los líderes que la conforman piensan que las reglas están obsoletas, y si no es por mi padre, todo hubiera cambiado hace años. Y por si fuera poco, Drag sabe quién soy y a qué me dedico en mi tiempo libre, si se le da la gana, fácilmente me puede acusar; pero así como Drag averiguó eso, otro lo puede hacer y ahí sí estaría en grave peligro.

En otras palabras, lo que dijo Drag, para mi desgracia, es correcto, es real. Después de pensarlo por lo que parece una eternidad pero en realidad fue una hora, mi decisión está tomada. Lo único que espero, es que ésta vez no me equivoque.

Decido irme a dar una ducha, mi cuerpo sigue sudado y con rastro de sangre de la zorra. Cuando salgo de la ducha, me observo en el espejo de cuerpo completo que Drag posee en el vestidor. Mi silueta sigue intacta, pero mi piel es otro cantar. Sigo teniendo las marcas de los dedos del muerto en mis brazos, la delgada línea que rodeaba mi cuello ha desaparecido. Pero dado a mi reciente pelea con la insulsa, observo que no salí tan bien librada como pensé.

Con el labio roto, unos rasguños en los brazos, la mejilla completamente adolorida y la cabeza a punto de explotar, decido vestirme. Me doy cuenta que no hay ropa para dama en el cuarto. Y una estúpida y pequeña sonrisa se me escapa al saber que ninguna mujer se queda aquí lo suficiente como para vestirse. Sin más agarro un bóxer de Drag que estaba en una de sus estantes.

Espero no se moleste, por la intromisión

Me pongo el bóxer, y veo que hay un mono gris que posiblemente me queda, además de una camisa blanca. Me pruebo lo escogido, y milagrosamente me queda, claro después de hacerle unos arreglos, como amarrar bien el mono y enrollar un poco la camisa para que no se note tanto que es de hombre. Eso sumado a los tenis, me da un estilo deportivo que me encanta.

Empiezo a peinarme el cabello y este se deja hacer tranquilamente. Arreglada y lista, espero a que Drag llegue para darle su tan esperada respuesta. Por suerte la espera no fue tan larga, al cabo de unos minutos después de que terminara de arreglarme aparece Drag.

— Veo que ya resolviste el tema de la ropa— dice mirándome.

— Eh si— digo algo cohibida por su mirada.

Él podrá ser lo que sea, pero el imbécil tiene un aura sexual que lo envuelve y te envuelve sin siquiera poder decidir qué hacer. Cosa que aprovecha a cada instante.

— Espero que ya tengas tu respuesta, pequeña— dice juguetón, aunque sé qué está serio.

— Sí.

— Sí ¿qué?— responde sonriendo.

— Sí, estoy contigo.

— Perfecto— responde, interrumpiéndome.

— Espera. Hay condiciones.

— No esperaba menos de ti. Así que dime, ¿qué quieres? Porque te aseguró que lo tendrás.

— La quiero lejos de ti y de mí.

— Ella estará conmigo hasta que a mí se me antoje lo contrario. A menos claro, que quieras cumplir las funciones que ella tiene para conmigo. Siendo así, ahora mismo la mando a sacar de la mansión.

Muy tentadora su oferta, pero no.

— No.

— Bueno, tú te lo pierdes... Pero no por mucho. ¿Algo más?

— Sí. Quiero seguir peleando, hacer como si no supieras quién soy y obviamente mantenerlo en secreto.

— Perfecto. Pero al menos mis hombres de confianza deben saberlo, así sí ocurre algo te podrán auxiliar— asiento a lo que dice— Lo otro será qué tanto el Ángel de la Muerte como Samantha estén conmigo.

— No podrías dejar a un lado tu lado machista, ¿cierto?— niega— Bien. ¿Eso es todo?

— No lo sé— se acerca demasiado a mí y me vuelve a envolver con sus brazos, sólo que está vez me dejo— Tú dime. ¿Quieres algo más? ¿Hacer algo más aquí, conmigo, en mi habitación?— finaliza con un suave y excitante susurro.

Con Drag me siento como la polilla que se acerca mucho al sol y termina quemada

Obviamente Drag es el sol, y yo la simple polilla

La cuestión es... ¿Me dejaré quemar? ¿valdrá la pena quemarme con tal de saborear lo dulce del pecado? O ¿Simplemente es una ilusión, un escape de la realidad que me rodea?

Ángel De La MuerteWhere stories live. Discover now