Capítulo 43✔️

48 8 2
                                    

Narrador El Fantasma

Veinte años han pasado, ahora sólo queda esperar unas horas más. Sé qué la heredera no dejará que su amado amigo sufra más de lo necesario. Y mientras espero mis chicos le han dado la mejor bienvenida posible, el pobre apenas puede respirar sin dolor.

Sentado en mi despacho, observando la luna sólo puedo concentrarme en recordar. Pasé un infierno por ellos y ahora ellos lo pasarán. Mi venganza será consumada y tendré aquello que una vez fue mío por derecho.

Veinticuatro años atrás

Mi hermano mayor y yo siempre estábamos juntos, mamá y papá decían que en vez de hermanos parecíamos siameses, aunque eso fuera una gran mentira, pues en nuestra familia a pesar de que los embarazos eran gemelar, solo uno lograba nacer.

Yo siempre fui la sombra de mi hermano. Y nunca me había importado, porque nuestros padres nos daban lo mismo, hasta que la vimos. Una hermosa mujer, rubia, alta, ojos color esmeralda, sonrisa y cuerpo perfecto. Y lo mejor, según mis padres, de excelente familia.

Mi hermano era el de las conquistas, el alma de la fiesta y el digno de mirar. Yo en cambio, prefería leer un libro o estar al aire libre. Pero conocerla hizo que todo mi ser cambiara.

Una noche mi hermano me convenció de acompañarlo a una fiesta. Todo parecía normal y aburrido, hasta que la vi, sentada con una amiga. Ella vestía un jeans gris oscuro con un jersey blanco, unos tacones que la hacían ver más elegante y estilizada. Al verla volví a quedar fechado por ella. Aproveché la ocasión y gracias al sin fin de copas que había ingerido, pude entablar una conversación sin trabarme.

Pasamos toda o casi toda la noche hablando juntos. Me dio su número, para ponernos de acuerdo y salir en otra oportunidad. Los meses pasaban y ambos nos veíamos con mucha frecuencia, aunque lamentablemente nos veíamos a escondidas, pues ella alegaba que sus padres no la dejaban salir con chicos.

Veinte años atrás

Mi relación con mi hermosa, iba de maravilla o eso pensaba yo. Aún seguíamos viéndonos a escondidas, pero con más frecuencia. Ella en mis veinticinco años de vida era mi primer amor, mi primera vez, mi todo.

El playboy de mi hermano no hacía más que coleccionar mujeres. Hasta que una chica por fin lo atrapó, él estaba enamorado de ella a más no poder. Y según él, la chica estaba igual. Por fin, los hermanos más adinerados y deseados estaban flechados por Cupido.

Un día, mi hermano nos informó a mis padres y a mí, que traería a su novia a casa para formalizar más la relación. Todos en la casa estábamos muy emocionados, los arreglos en la misma se empezaron a realizar.

Cuatro días después el tan esperado día llegó. Mi hermosa no pudo asistir porque sus padres la habían llevado a un viaje familiar. Y por primera vez no me importó, total el protagonista hoy era mi hermano.

Todos estábamos en la sala esperando, mi hermano por poco se comía las uñas, mi madre irradiaba felicidad, mi padre se mostraba orgulloso de su primogénito y yo, simplemente estaba contento y orgulloso por mi hermano.

Pero mi felicidad duró hasta que la novia de mi hermano entró por esa puerta. Mi hermosa estaba con un vestido blanco que mostraba la pureza que obviamente no tenía.

— Madre, padre, hermano, les presento a mi novia— dijo orgulloso mi hermano.

— Buenas tardes— dijo apenada, sin dejar de mirarme.

— Lo siento, pero debo retirarme— digo, tratando de controlar las ganas de destrozar todo a mi alrededor.

— Hermano, esto es importante para mí. Quédate, por favor— me pidió.

— Ésta vez no puedo.

No espere respuesta por su parte o de mis padres y salí de la mansión. Agarre mi auto y maneje sin un rumbo fijo, las lágrimas se aglomeraban en mi rostro. La mujer a quien tanto amé. La única persona a la que le confíe mis miedos, mis secretos. Era la misma que se revolcaba con mi hermano.

Diecinueve años atrás

Regreso de mi viaje en Inglaterra, sólo porque mis padres me lo han pedido. Papá enfermó y estaba muy grave, su último deseo era tener a sus dos hijos haciendo las pases. Con mi hermano no volví a hablar, y ni contar de la que ahora es su esposa. Nunca le dije a nadie, quién era realmente ella, preferí alejarme de todo y todos.

— Hermano, qué gusto verte— dice abrazándome— Lástima que sea en éstas circunstancias.

— Sí. Es una lástima... Veo que ya te casaste.

— Sí. Ella es la mujer más honesta y más pura del mundo.

Me enoja que le vean la cara de idiota a mi hermano, así que, hago lo que debí hacer hace un año.

— Sabes, me gustaría felicitarla.

— Claro... Le dará mucha emoción... Mira allí está— la señala— Amor ven, ¿recuerdas a mi hermano?— pregunta.

— ¡Oh!— dice totalmente pálida— Si...

— Claro que me recuerda, hermano. Así como también debe recordar las noches en las que la hice mía, ¿o no?— digo sátiro, terminando mi bebida.

La cara de mi cuñada pasa de pálido a verde amarillento, y la de mi hermano pasa de pálido a rojo. En un momento lo tengo al frente y al otro me empuja contra la pared agarrándome del cuello.

— ¿Qué mierda dijiste? Ella es mi mujer, y como tal debes respetarla— me reprocha, inocente de todo.

— Dile, dile hermosa, dile las veces en las que nos escapábamos del mundo y nos íbamos a nuestra cabaña y esperábamos el amanecer juntos después de hacer el amor toda la noche... ¡Dile!— le exijo.

— ¿Es cierto?— pregunta mirándola, y al no obtener respuesta la agarra por los brazos— ¡Habla!

— Yo... Sí... pero no es como tú crees amor. Él...— me señala, con bastante repulsión— Me perseguía, me acosaba... Al principio si estuvimos juntos de mutuo acuerdo. Pero cuando quise terminarle, él se volvió agresivo conmigo, me amenazaba con hacerme daño.

Obviamente todos le creyeron a ella, dado a que en el pasado tuve episodios de violencia. Sin embargo, yo jamás la había hecho daño. La amaba tanto como para hacer semejante aberración. Mi madre, como jefa de la familia me pidió desalojar la mansión, me desheredaron después de la muerte de mi padre. A nadie le importó si tenía un techo o alimento.

Mi hermano quien alguna vez fue mi gran amigo, me abandonó y prefirió escuchar las mentiras de esa mujer. Los meses pasaban y las drogas se volvían mi mejor aliada. La voz en mi cabeza cobraba fuerza cada vez más. Hasta que un día esa voz me incitó a buscar a esa mujer, a reclamarla como mía, como lo fue desde un inicio.

Hice todo para que nada saliera mal. Planee durante meses, y el día acordado la tomé y la lleve conmigo a nuestra cabaña. Todo el tiempo estuvo drogada, al igual que yo, y mientras ella me pedía perdón, me rogaba por que la dejara ir. Sus llantos y súplicas eran música para mis oídos.

Todo estaba resultando como yo quería, hasta que el imbécil de mi hermano apareció con un ejército. Me golpeó hasta más no poder, dejándome inconsciente, luego me abandonó en la cabaña, y por si fuera poco la incendió conmigo adentro. Parte de mi cuerpo quedó quemado, y hubiera muerto de no ser por mi sirviente, mi fiel sombra.

Meses después de mi recuperación, mi sirviente me informaba de todo lo que ocurría con el que se hacía llamar mi hermano. Decidí vengarme, me cambié el nombre y la nacionalidad. Hice mi fortuna y me consolide.

Pero para poder estar satisfecho, mi venganza debía estar cumplida.

Sabía que si quería consumir mi revancha, debía esperar pacientemente. Y así lo haría. La paciencia tendría su merecida recompensa.

Ángel De La MuerteWhere stories live. Discover now