•||27. La última hechicera Ninsel||•✓

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OMNISCIENTE

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OMNISCIENTE.

En jilhonw la lluvia botaba constantemente contra los ventanales de aquella bonita y acogedora casa. Para ellos había sido difícil adaptarse a algo nuevo y diferente de lo que conocían, era un hogar lindo, pero a pesar de ser grande y acogedor, los mellizos estaban acostumbrados a la vida palaciega en Caedonia, dónde tenían sirvientes a su disposición y podían ser caprichosos cuánto quisieran solo para conseguir lo que querían, pero eso había cambiado con su estancia en la casa de Macca y Relson.

Cada vez que acompañaban a Macca al mercado, los mellizos veían a los niños elfos juguetear con trajes maltrechos en la mayoría y otros se burlaban en la cara de los niños por ser como eran. Ágatha y Haines usaban su magia en secreto para hacer pagar las crueldades de esos pequeños elfos, y les daban una lección que los hacía estremecer de miedo, pero nunca se revelaban ante ellos.

Querían encajar en el pueblo, querían ser solo elfos y no una mezcla de especies como lo que eran, querían dejar de tener ansias de juegos atroces y poco comunes entre los niños elficos, pero no podían evitar sentir esas ansias. Sin embargo, últimamente habían dejado de matar animalitos, ni muchos menos hablaban de los cuentos interesantes y horrorosos que su mamá y papá les contaban, simplemente, eran niños normales en lo que respecta a un mundo de criaturas fantásticas.

Pero ni Agatha ni Haines se acercaban a ningún niño, ni siquiera en los cursos infantiles a los que Macca los llevaba. A parte, los mellizos creían rotundamente que esos niños no eran dignos de estar ante la presencia de dos importantes seres oscuros que en algún futuro gobernarían Serdnol y Caedonia.

Las ondas suaves, gruesas y rubias de Ágatha caían sobre su espalda mientras veía a través del enorme ventanal, la naturaleza que se estremecía por la lluvia y el viento que la azotaba, se preguntaba si sus padres quizás la extrañaban, si quizás estarían pensando en ella en ese mismo momento, así como ella lo estaba haciendo y quería pensar que sí, pues no quería ser olvidada ni mucho menos, despreciada por ellos.

Pensar en sus padres era cada vez más constante, ya no importaba si era día o si era noche, en su mente persistía el pensamiento de ellos, de lo que hacían y de lo mucho que los extrañaba; Ágatha no tenía dudas del amor de ellos hacia ella y su hermano y en el fondo sabía que nunca se atreverían a abandonarlos, así que, con ese pensamiento en mente se movilizó hacia la cama tras cerrar la ventana y se cubrió con la manta antes de que siquiera el trueno la sobresaltara.

—Agui— Escuchó a su hermano cubierto por los cobertores. —¿Crees que ellos volverán por nosotros?

—Papá aseguró que volvería— Le dijo a su hermano, recordando el día en el que su padre la dejó en brazos de Macca y lo mucho que lloró porque no quería que la dejara en esa casa. —Él dijo que era por nuestro bien.

—¿Y si nos olvidan?

Ágatha se estremeció, ese era su peor miedo, ser olvidada por sus padres. A pesar de ser la princesa y primogénita de los próximos reyes de Caedonia y Serdnol, nunca pudo encajar con las niñas y niños de su hogar natal, la mayoría prefería al principe Haines por su simpatía y gracia, así como Kiara, la niña que jugaba con él cuando su padre los dejó ahí. Y por esa razón, porque ella creía que era difícil de apreciar, porque no solía encajar en ningún lado, tenía la sensación de que se olvidarían de ella, pero sin duda, si se mantenía cerca de Haines, nunca ignorarían su presencia.

CAEDONIA: Un Reino Entre Llamas, Vientos Y Mareas. (CDLS II)Where stories live. Discover now