JESS

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Siento que se me va a caer la nariz. 

No quise ir a trabajar porque sé que estarás ahí. 

Creí que te gustaba. 

A veces te atrapaba mirándome y luego garabateabas en tu libreta. Jamás creí que sería Paula. 

Estúpidas ilusiones. 

Recogí mis llaves y me coloque el abrigo. No hay limones en casa y tengo que ir a comprar antes de que llegue mi madre. 

Le gusta de esa bebida igual que tú. 

Nunca me pudiste decir tu nombre, lo averigüé después de tanto tiempo, Finn.

Ojalá me hubieses enseñado lo que hacías toda la tarde en esa libreta. Ahora sé que dejará de importarme después. 

Pero parece que tú no quieres eso. 

Estás en la entrada de mi casa. 

Tu cabello es un remolino de hebras y tu camisa a cuadros está empapada.

Compartimos miradas de sorpresas, y es ahí cuando supe la verdad. 

Corriste calles solo para verme. Y eso es más que suficiente para hacerte la siguiente pregunta: 

—¿Tu corazón late a la misma intensidad como lo hace el mío por ti? 

Sonreíste y me contagiaste. 

—Estoy más que seguro que estamos en el mismo bote, Jess. 

Di dos pasos al frente y una grisácea nube se alzó sobre nosotros. 

Por fin estábamos de acuerdo. 

Todavía hay barreras que romper pero lo estaremos haciendo paso a paso. 

—Empecemos a colisionar y a unir nuestros mundos con una limonada de por medio. 

FIN


(N/A)
Espero te haya gustado la breve historia 💙
Gracias por leer.
Muchos corazones para ti ❣❣❣❣

Una limonada y dos corazones ©Where stories live. Discover now